La formación no basta para acceder a un puesto de trabajo. El conocimiento es un elemento más al que se unen unas capacidades no cognitivas que aportan un valor diferencial clave a los perfiles cualificados.
Decir que estudiar abre las puertas a un empleo resulta bastante obvio, y que contar además con formación de posgrado aumenta nuestra empleabilidad, también. EAE Business School (una escuela de negocios española) analiza en su informe anual, Empleabilidad de la población cualificada, cuál es el panorama al que se enfrentan las personas que cuentan con formación y, sobre todo, qué mezcla de conocimiento y habilidades las hace más atractivas para acceder o conservar un puesto de trabajo. Y, aunque los estudios de posgrado se configuran como elemento indispensable para elevar los niveles de empleabilidad -capacidad para incorporarse y permanecer en el mercado laboral-, ése y otro tipo de conocimientos son sólo un elemento más al que se suman otras habilidades no cognitivas que aportan valor y diferencian a los candidatos a un puesto y a los profesionales en activo.
El estudio de EAE muestra que este tipo de habilidades son definitivas y, para confirmarlo, menciona los datos del último informe de Adecco: las habilidades personales es, con un 92,5%, el criterio que más pesa en el proceso de selección de un candidato. Les sigue, por este orden, el encaje cultural, las actitudes, las competencias transversales, las actividades extracurriculares, las habilidades técnicas y, en séptimo lugar, la especialidad o máster.
Los resultados de la investigación de EAE confirman que son las personas que se adapten al cambio con más facilidad, las que tengan mayor capacidad de análisis, las resolutivas y creativas, que sepan motivar y gestionar equipos serán las que alcanzarán el éxito en aquello que se propongan. La razón es que disponen de una serie de habilidades no cognitivas (socio-afectivas) que generarán confianza en su entorno, algo que cada vez es más valorado en cualquier relación laboral.
Transferencia imprescindible
La transferencia de conocimiento es una de las cuestiones de máxima importancia en la empleabilidad en la que incide EAE y a la que dedica el último capítulo del informe. Las pymes en las regiones de Austria, Bélgica, República Checa, Francia, Irlanda, Países Bajos, Eslovenia, Reino Unidos y los países nórdicos (excepto Noruega) tienen más probabilidades de colaborar con otros en sus actividades de innovación. Sin embargo, las acciones de las pequeñas y medianas empresas se sitúan por debajo de la media de la Unión Europea en la mayoría de las regiones del Mediterráneo y Europa Central y Oriental, con excepción, en España, del País Vasco.
Una de las asignaturas pendientes es conseguir que las empresas concreten cuáles son los perfiles que demandan y qué necesitan de los investigadores y de la universidad para cubrir esos puestos. La Liga de Universidades Europeas de Investigación tiene en cuenta siete actividades como transferencia de conocimiento e innovación de las universidades a la economía y a las empresas: licencias y patentes, ingresos por consultoría, contratos de investigación colaborativa, start up y spin off, actividades de investigación en parques científicos, formación continua de profesionales y voluntariado.
El empleo en actividades intensivas en conocimiento es elevado en las regiones de Europa. En aquellas en las que el rendimiento se sitúa por lo menos un 20% por encima de la media de la UE se observan en 17 países europeos, incluidos los países moderados innovadores como la República Checa, Hungría e Italia, con seis, tres y otras tres regiones respectivamente. A ellas se suma España con País Vasco y Madrid. Entre las 20 regiones con mayor puntuación se encuentra la Comunidad de Madrid, en la que es práctica habitual la transferencia de conocimiento entre empresa y universidad en varias formas.
La brecha entre ocupación y estudios
La población con educación superior tiene mayores tasas de ocupación en todos los países de Europa comparada con la de educación secundaria. Esta brecha alcanza, en el menor de los casos, una diferencia del 8,56% (Islandia), llegando al 39,37% de Lituania. Los países en los que esta diferencia es menor son -junto con Islandia- Suecia, Eslovaquia, Alemania y Dinamarca. En Lituania, Polonia, Grecia y Rumanía la diferencia es más notoria. España ocupa el séptimo lugar de la tabla, registrando una diferencia del 30,2% entre las dos tasas de ocupación.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión