Del famoso ranking global de las mejores 400 universidades de Times Higher Education, solamente cuatro son latinoamericanas. Aunque una lista no refleja a cabalidad lo complejo que es el panorama universitario en la región, sí muestra que aún hay tareas pendientes para mejorar la calidad de la educación superior.
En las palabras de Wendy Cunningham, experta en economía laboral y desarrollo juvenil del Banco Mundial, hay excelentes universidades en la región, pero también hay demasiadas de baja calidad que “prometen a los estudiantes un futuro que no les podrán dar”.
Según la Organización Internacional del Trabajo, unos 8 millones jóvenes latinoamericanos están desempleados y otros 27 millones están trabajando en la informalidad. De hecho, 6 de cada 10 jóvenes con empleo en la región están en el mercado informal.
Casi 42% de los jóvenes de América Latina llegan a la educación superior, pero ¿qué habilidades de las que enseñan las universidades se necesitan para encontrar un trabajo formal en América Latina? Estas fueron las respuestas de Wendy Cunningham.
¿Las universidades latinoamericanas realmente preparan a los jóvenes para el trabajo?
Hay universidades latinoamericanas de clase mundial que preparan a los estudiantes para el mundo moderno del trabajo en áreas diversas. Sin embargo, hay demasiadas universidades de baja calidad que prometen a sus estudiantes un futuro que no les podrán dar. Muchas de estas universidades no están conectadas con el mundo laboral y ofrecen carreras que no son demandadas o enseñan habilidades que no están al nivel de lo que se necesita en el mercado. Desafortunadamente, demasiados estudiantes de estas universidades se gradúan con una deuda financiera enorme y pocas habilidades adicionales que les permitan tener un trabajo y pagar sus deudas.
¿Cuáles son los obstáculos a los que se enfrentan los jóvenes latinoamericanos a la hora de buscar trabajo?
Primero, más de la mitad de los empleadores - las estadísticas varían según los países - encuentran nuevos empleados a través de amigos, en la misma industria, o a través de sus mismos trabajadores. El resultado es que muchas veces el trabajo encontrado no es el mejor para las habilidades e intereses de del joven.
Segundo, muchas veces los empleadores prefieren contratar a trabajadores que tienen experiencia laboral. Los jóvenes no tienen una historia laboral para demonstrar que tienen ciertas habilidades, lo cual hace su contratación más riesgosa para los empleadores.
Finalmente, muchos jóvenes entran al mercado al mismo tiempo. Al final del año escolar, de repente muchas personas invaden el mercado laboral, que no se rige por el mismo calendario. Así tomará cierto tiempo para que el mercado de trabajo absorba a los recién graduados.
¿Cuáles son usualmente las habilidades que les faltan a los jóvenes, según los empleadores?
Un análisis global de las habilidades más demandadas por los empleadores muestra que valoran más las habilidades socio-emocionales y cognitivas de alto nivel. Las habilidades más mencionadas son el trabajo en equipo, la honestidad, la habilidad de trabajar de manera independiente, resolver problemas y la puntualidad. Estos fueron los resultados independientemente de la industria, la naturaleza del trabajo, el nivel de habilidades del empleado, la modernidad de la empresa o la región del mundo.
¿A qué se debe esta falta de habilidades?
Un estudio global reciente por McKinsey reveló que el 72% de los educadores encuestados sienten que preparan de manera adecuada a los jóvenes para el mercado laboral, cuando solamente el 42% de los empleadores piensan que los recién graduados están preparados. La diferencia en percepciones es particularmente grande en los dos países latinoamericanos del estudio (México y Brasil), comparado con los demás países estudiados.
Las causas exactas de la falta de habilidades no están bien determinadas. Pero hay algunas hipótesis. Primero, la calidad de la educación, las habilidades adquiridas ni están al nivel ni son de la naturaleza de lo que se necesita en el mercado laboral. Segundo, las escuelas solamente están empezando a cambiar las prácticas pedagógicas para enseñar habilidades cognitivas de alto nivel que se aprenden a través de la resolución activa de problemas, el trabajo en equipo y el aprendizaje basado en proyectos. Tercero, en todo el mundo las habilidades socio-emocionales se han dejado para el hogar. Recientemente completamos un estudio que encontró que la escuela primaria es la edad ideal para enseñar estas habilidades, seguido por la turbulenta adolescencia (la escuela secundaria).
¿Cómo se puede mejorar el vínculo entre universidades y empresas u organizaciones?
Parece una pregunta simple pero hay muchos desafíos en la práctica. Estamos viendo que las organizaciones de empleadores dan una mejor orientación al sector educativo si tienen un interés inmediato en el proceso. En muchos países desarrollados, los educadores y las universidades forman alianzas para la investigación, para que los estudiantes hagan las prácticas en las empresas, y comparten sus profesionales cuando los empleados de la empresa dan clases en las universidades. Hay mucho espacio en América Latina para expandir estos arreglos para que las universidades estén más presentes en empresas, y viceversa.
El desempleo juvenil en América Latina es de 13.9%, según la OIT. Además, 6 de cada 10 jóvenes latinoamericanos que consiguen empleo, lo encuentran en el mercado informal. ¿Qué se puede hacer para mejorar esta situación?
Si vemos estadísticamente el número de jóvenes que entran al mercado laboral en un año particular, comparado con adultos que cambian de trabajo, los jóvenes en América Latina no están peor situados. La transición se hace a la misma velocidad que los adultos. Los números altos parecen provenir de demasiada gente que busca trabajo al mismo tiempo y lleva cierto tiempo para filtrarlos en el mercado laboral. Claro que es diferente en cada país. En algunos mercados laborales, como Argentina, el tiempo de desempleo es largo para jóvenes. Pero es largo para adultos también. Así que el asunto es uno de empleo en general y no tanto de jóvenes o no jóvenes.
Segundo, el empleo del sector informal. Es relativamente fácil entrar en el sector informal que provee oportunidades de desarrollo de habilidades y la tan valuada experiencia de trabajo, muchas veces necesaria para un empleo futuro. Las estadísticas muestran que, con el tiempo, muchos jóvenes se “gradúan” del entrenamiento dado por el sector informal hacia el sector formal. Pero no todos los jóvenes logran dar ese paso y se quedan en el sector informal hasta una mayor edad. Esto último, en realidad, es reflejo de un problema más amplio en las estructuras de mercado laboral y no necesariamente de la calidad de la educación, aunque las dos cosas están relacionadas, naturalmente.
Actualidad Laboral / Con información de El País