Honduras cerrará el año 2019 con una bomba de tiempo que tarde o temprano causará estragos: con cerca de 1,6 millones de personas viviendo en la miseria. El país centroamericano tiene 9.209.417 pobladores -según el INE (Instituto Nacional De Estadísticas)- y de esa suma el 17,2% están en la extrema pobreza, es decir, 1.584.019 hondureños viven con menos de L45 (lempira hondureño) al día (US$1,8 - US$1,9), según el Banco Mundial (BM). Ese 17,2% es la tasa de pobreza extrema más alta en América Latina (personas que viven con menos de US$1,90 al día, L45), sin incluir la de Haití.
Si el Gobierno no reduce la corrupción y la desigualdad, el escenario social no es nada prometedor, pues además de tener 1,6 millones de personas en la miseria, tiene 4.844.153 en la pobreza (viven con $5,5 por día, L135). “Las causas de la pobreza son multifactoriales, no son meramente económicas, también administrativas, del Estado mismo, las políticas públicas que van ligadas con la corrupción: los recursos que tendrían que destinarse para combatir la pobreza son destinados a intereses particulares. El nepotismo en la administración pública también crea desigualdades (...). Otra de las causas es la violencia porque no permite el crecimiento económico de las personas”, dijo Ismael Zepeda, economista del Foro Social de la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh).
En la medida que pasa el tiempo, advierte Zepeda, el Gobierno se vuelve más incapaz para reducir la pobreza porque debe pagar montos exorbitantes por los intereses de la deuda pública. “Para 2020, del presupuesto de la Administración Central, el 27% será para pagar el servicio de la deuda. Estamos endeudados, pero nos preguntamos dónde está ese dinero de la deuda”, criticó.
El saldo de la deuda pública pasó de US$6417 millones (2012) a US$11.606.80 (2019), indican cifras de la Secretaría de Finanzas. Según el Centro Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sostenible (CLACDS) de Incae Business School, la corrupción le quita cada año a la sociedad el 5% del producto interno bruto (PIB), aproximadamente unos US$1200 millones.
Para muchos hondureños, la pobreza es el vehículo hacia la tragedia. Por ejemplo, para Karla Centeno (30 años) y sus hijos, Abel (5 años) y Moisés (4), quienes murieron en un incendio que destruyó su vivienda en la colonia Berlín de El Progreso. El incendio se desató dentro de la casa luego de que la llama de una candela se propagara y prendiera fuego a los muebles. Centeno, madre soltera en condiciones de pobreza, alumbraba su vivienda con candelas porque hace dos semanas le habían cortado la energía eléctrica. Ella no tenía dinero para pagar la factura.
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