A la hora de afrontar un día de trabajo, contamos con toda clase de incentivos y de obstáculos.
Los clientes, los jefes, los compañeros, nuestro propio estado de ánimo, la marcha de nuestros proyectos o el ambiente en el lugar de trabajo son factores que terminan influyendo sobre la consecución de nuestras metas (o, por el contrario, en nuestra caída en la procrastinación).
Por ello resulta fundamental establecer una serie de métodos y objetivos para mantener alta nuestra motivación a lo largo de todo el día.
No hay recetas perfectas, y si existieran no serían de aplicación a todas las personas, pero aquí te ofrecemos algunas pistas:
Busca (y persigue) una meta
El primer e ineludible paso para sentirnos motivados es tener una meta que podamos perseguir. Debe ser una meta global y a largo plazo, más allá del proyecto que nos ocupe en cada momento, o incluso de nuestro empleo actual. Éstos no serían más que medios para aquel fin. Póngase a ello.
Busca una motivación para tu día… antes de que empiece
Hasta ahora, has intentado motivarte para el nuevo día justo tras terminar de dormir… pero estabas planteando mal el orden de los factores. A partir de ahora, deja preparada una lista de tareas antes de irte a acostar. Y reflexiona sobre el motivo de cada tarea, sobre la mejor forma de llevarla a cabo (dejar preparado un esquema por la noche nunca está de más), y sobre el resultado que podrías lograr si las realizas todas con éxito.
Establece una rutina para iniciar el día
Tu fuerza de voluntad es más fuerte por la mañana, por lo que empezar el día con buen pie puede tener un efecto de arrastre sobre el resto de la jornada (“lo que bien empieza…”). Hace un tiempo, el blog oficial de la herramienta de social media Buffer recopiló una lista de las rutinas mañaneras de grandes triunfadores (desde Benjamin Franklin a Anna Wintour, pasando por Steve Jobs), que quizá deberías leer.
Empieza el día a tu hora
La mayoría de la gente utiliza mal el despertador de su smartphone. Lo común es recurrir a múltiples avisos separados por breves intervalos de tiempo… con el fin de reaccionar únicamente tras el último. Los más valientes se conforman con un único aviso, pero se arriesgan a volver a dormirse tras alargar el brazo para desactivar el aviso estando aún en la cama. La solución es poner el smartphone (o el reloj-despertador, si aún usas de eso) bien lejos de la cama, obligándote a levantarte.
Arréglate para tener el aspecto adecuado
Cuando se pasan las mañanas enteras en pijama, resulta más difícil activarse y empezar a trabajar. Algo parecido ocurre con esas tardes de sofá en camiseta de tirantes y ropa interior. El modo en que vamos vestidos y nos arreglamos influye sobre nuestra disposición a trabajar. Por eso es fundamental salir de casa bien duchado, peinado y con la ropa bien planchada. Y esto va para los hombres: la barba “de tres días” sólo resulta adecuada cuando no es realmente de tres días, sino que está cuidada.
Mejora tu atención y tu estado de ánimo con música
Aunque no nos demos cuenta, nuestro entorno repercute de manera clarísima sobre el estado de ánimo que nos embarga en cada momento. Y, dado que no podemos hacer nada para alterar el tráfico o el clima que nos ha tocado vivir, tenemos que intentar influir sobre otros elementos: como la música. Sabemos, por ejemplo, que escuchar ‘sonidos de la naturaleza’ mejora la función cognitiva, y hay quien dice que las bandas sonoras de videojuegos logran aumentar la atención. En cualquier caso, nadie conoce cómo te afecta la música mejor que tú mismo.
La gente que te rodea importa
Si es posible, rodéate de la gente cuya actitud facilite llevar a cabo las tareas que quieres realizar: los grupos a los que perteneces influyen de forma decisiva sobre cómo nos comportamos. Charles Duhigg, en su libro ‘El poder de los hábitos: ¿por qué hacemos lo que hacemos en la vida y en la empresa?‘ afirmaba que “cuando las personas se suman a grupos en los que el cambio parece factible, la posibilidad de que dicho cambio se produzca se hace más real”. En resumen, la motivación “se pega”.
Huye del mal humor
Otro libro, ‘Temptation: Finding Self-Control in an Age of Excess‘ de Daniel Akst, afirma que “la procrastinación es una técnica para gestionar el estado de ánimo, aunque -al igual que recurrir a la comida o a las drogas- es una especialmente torpe. […] Se dio con mayor frecuencia entre los estudiantes con mal humor que creían que su estado de ánimo podría mejorar si tenían acceso a distracciones divertidas”.
Comprueba tus progresos
Siguiendo con los libros, Teresa Amabile y Steven Kramer escribieron ‘The Progress Principle‘ con el fin de “usar los pequeños triunfos para prender la alegría, el compromiso y la creatividad en el trabajo”. La idea que defienden es que nada incentivará más nuestro trabajo que monitorizarlo para ser conscientes de los progresos que vamos realizando.
Actualidad Laboral / Con información de Ticbeat