A finales del mes de mayo, cerca de 500 inmigrantes sin papeles comenzaron huelga de hambre en la iglesia de la plaza Saint Catherine y en los campus universitarios ULB y VUB, en Bruselas, para pedir al Gobierno belga que regularice su situación migratoria. En vista de que no lograban atención, hace cuatro días algunos de ellos iniciaron una huelga de sed.
Uno de los responsables explicó que cuatro de ellos se encontraban en estado grave, lo que provocó la asistencia continúa de ambulancias y bomberos para revisar sus constantes vitales.
A raíz del agravamiento de estas circunstancias y tras intensas negociaciones, los migrantes y el Gobierno llegaron a un acuerdo para suspender la huelga, al menos de forma momentánea. "Hemos logrado concretar acuerdos, que aún tienen que ser validados. Esperamos que lo sean. Ya no hay más estrés y angustia dentro de la iglesia", anunció uno de los representantes entre aplausos, vítores y alguna lágrima de los simpatizantes.
La demanda inicial de los cientos de personas en huelga era una regularización colectiva de su situación para dejar de ser ciudadanos fantasmas. El Ejecutivo que lidera el liberal Alexander de Croo siempre se ha opuesto a esta vía. Y tampoco lo hará ahora. El principio de acuerdo contempla, según recogen los medios belgas, acelerar la revisión de los casos de los huelguistas. Pero de forma individual. "No haremos acuerdos sobre la política de migración. Las normas están para cumplirlas. El procedimiento no cambiará porque es justo, adecuado y humano", explicó Sammy Mahdi, secretario de Estado de Asilo y Migración, en declaraciones que recoge la RTBF. La tregua es, sin embargo, frágil y los migrantes podrían retomar la huelga si lo pactado no se materializa.
Bélgica cuenta con unas 150.000 personas sin papeles. Muchas de ellas llevan décadas contribuyendo a la economía del país, pero están desamparadas sin asistencia médica, posibilidad de viajar o privadas de derechos fundamentales básicos como el acceso a la justicia, a la dignidad humana o a percibir un salario mínimo. La clandestinidad dificulta, además, prácticas habitualmente tan sencillas como la apertura de una cuenta bancaria. Todo ello, unido al miedo constante de ser detenido y expulsado, dispara los problemas de salud mental.
"No vacation until regularisation" es la consigna que se desprende de la gran pancarta desplegada a las puertas de la iglesia. El proceso de regularización de personas indocumentadas que llegan por vías irregulares al país es complicado. Solo se activa por motivos humanitarios o médicos. Durante los primeros cinco años esta carta blanca solo tiene validez durante un año y está sujeta a condiciones.
Actualidad Laboral / Con información de Público