Una de las prioridades que tienen hoy las organizaciones es “transformarse en una organización innovadora”; pero, muchas veces se pone tanto esfuerzo en ser “innovador” que se pierde el foco en el verdadero beneficio. La innovación no es un fin en sí misma, sino un medio para lograr resolver problemas que limitan la capacidad de transformar la organización en un ecosistema más eficiente, competitivo, productivo o relevante. La verdadera necesidad que tienen las empresas no es “innovar”, “transformarse” o “ser disruptivas”, sino ser más relevantes para sus clientes; resolver los problemas que limitan su crecimiento, o crear más valor para el mundo; la innovación, transformación o disrupción son solo herramientas que permiten hacer esto.
Hacer innovación no es solamente desarrollar nuevos productos, sino resolver problemas, problemas en el sentido más amplio de la palabra. Problemas que ni siquiera se consideran como tal, y que muchas veces son difíciles de detectar debido a la velocidad de cambio, la tecnología o el surgimiento de actores inesperados, que alteran nuestra relevancia en el mercado. Los problemas que tenemos hoy son cada vez más complejos, ambiguos y difíciles de definir.
Esto ha provocado que las organizaciones tengan que adaptarse a un nuevo ambiente, más desafiante y con una alta incertidumbre; demandando nuevas capacidades que permitan detectar problemas, crear soluciones apropiadas e implementar estas de manera efectiva. Pero, son pocas las empresas que han logrado desarrollar una cultura de innovación propia, que asegure el crecimiento sustentable a largo plazo. Muchas organizaciones siguen delegando la responsabilidad de innovar a una persona o departamento aislado del negocio actual; la creencia de que la innovación debe de gestarse fuera de la una organización, una premisa que hace varios años se comprobó errada.
Hoy existen varios modelos sobre cómo implementar procesos de innovación dentro de una organización, desde fomentar colaboraciones con empresas externas hasta la creación de equipos multidisciplinarios. Pero, en todos estos modelos tienen una coincidencia: todas las personas en una organización tienen la responsabilidad de innovar. Para hacer esto, se requieren de habilidades distintas a las que normalmente tienen los líderes de hoy. Según la encuesta “El Estado de la Innovación Insitum”, solamente 30% de los líderes de innovación reconocen haber desarrollado habilidades expertas para implementar proyectos de innovación, en su propia organización.
Una de las habilidades que se requieren para fomentar la innovación es la creatividad. Aunque muchos piensan que es la habilidad más importante, esto es una falacia. La creatividad es solamente un ingrediente importante, sin duda, pero no el único para implementar innovación.
Con base en nuestra experiencia profesional, hemos detectado cuáles son las principales habilidades que se requieren para hacer innovación. Las explicamos a continuación con el fin de poder detectarlas, desarrollarlas y explotarlas en los equipos de trabajo que se conformen alrededor de iniciativas innovadoras.
-Obsesivamente observador. El hecho de ser sensible a los detalles y cuidadoso al observar todo lo que ocurre a su alrededor, nos permite detectar problemas que nadie más ha visto. Cuando uno es suficientemente paciente y logra dominar el arte de observar, entiende mejor el mundo, conoce mejor por qué suceden las cosas; y permite descubrir problemas, oportunidades y necesidades que no han sido satisfechas. Como dijo Peter Drucker, “Perception is more important than analysis” (la percepción es más importante que el análisis).
-Empatía e interés por los demás. Nuestra capacidad de sentir lo mismo que siente la otra persona nos hace más cercanos a sus necesidades, y nos permite conocerlos mejor. Por esta razón, las innovaciones más trascendentales, desde el Internet hasta Facebook, han surgido a partir de una persona que se hizo experta en los problemas, necesidades, deseos, y percepciones de otros. El diseño inspirado en el usuario nunca podrá fracasar.
-Curiosidad y aprendizaje constante. La gente más innovadora es curiosa por naturaleza y no restringe su deseo por investigar, aprender y explorar situaciones nuevas y desconocidas. Esto permite “coleccionar” ideas y referencias, que son la materia prima para el proceso creativo. Sin información no se puede diseñar, y entre más información tenga, mayor será tu producción creativa.
-Insatisfacción con el statu quo. La habilidad de cuestionar constantemente el mundo actual, ser crítico de los detalles y, nunca acostumbrarse a la realidad actual, es una habilidad indispensable para notar problemas que se pueden mejorar. El tener un ojo crítico para todo producto, marca, interacción, experiencia o solución es parte de la búsqueda constante que se requiere para lograr una mejor solución.
-Creatividad y pensamiento divergente. Una de las habilidades más reconocidas y útiles para innovar es la capacidad de generar ideas diversas y originales. A esto se le llama “pensamiento divergente”, y surge a partir de nuestra capacidad para multiplicar y combinar ideas. La gente que no tiene miedo a generar soluciones (buenas, malas, ridículas, imposibles o geniales), es aquella que más creativa es.
-Tolerancia a la incertidumbre. Muchas veces, el proceso de innovación está lleno de incertidumbre, y la gente más innovadora brilla cuando trabaja en problemas poco definidos, complejos y con alta incertidumbre. El tener un razonamiento de “detective” nos motiva a generar soluciones posibles, aunque no tengan necesariamente una justificación o fuente de respaldo confiable detrás.
-Poco miedo a experimentar, prototipar. Nadie puede generar ideas sin antes experimentar con ellas—aunque sea a un nivel hipotético. Muchas veces el innovador prefiere hacer, que planear. Esta capacidad de ejecución (prueba y error) le permite aprender más rápido, generar más ideas y desarrollar soluciones más certeras que otras personas que solo se enfocan en la planeación.
-Optimismo y pensamiento futuro. La certeza de que cualquier idea es posible, y de tener una conexión emocional con la solución final permiten ver el futuro mucho antes que otros. La gente innovadora es naturalmente optimista y, siempre apuesta por hacer vivir una idea y no matarla antes de tiempo.
Desafortunadamente, muchas organizaciones no son conscientes de estas habilidades, y no fomentan el desarrollo de estas en sus empleados. Incluso, ni siquiera valoran si un empleado las tiene o no. Las claves para desarrollar estas habilidades son:
-Estar convencidos que cualquier persona tiene la capacidad para desarrollarlas.
-Fomentar y valorar estas en sus líderes.
La capacidad que tiene una organización para resolver problemas, generar valor y ser más relevante, depende de las habilidades de innovación en sus integrantes. Esperamos que, en el futuro, más empresas se den cuenta de la importancia de esto y que demuestren que en realidad apuestan a la innovación, no solo en la teoría sino en la práctica también.
Actualidad Laboral / Con información de Forbes México - Luis Arnal