El primer G-20 presidido por un país sudamericano arranca hoy lunes en Buenos Aires, con un grupo de países emergentes que está apostando por abrirse más, mientras contempla con inquietud la guerra comercial que se abre entre las grandes potencias del primer mundo, especialmente entre EEUU y la Unión Europea. La primera reunión de ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales que prepara la gran cumbre de líderes de noviembre, se realizará con esa gran sombra del proteccionismo de Donald Trump que está provocando la reacción de la Unión Europea.
La presidencia argentina, uno de los países más cerrados del mundo que ahora apuesta por abrirse más, había diseñado un G-20 centrado en perfeccionar los desajustes de la globalización y los problemas surgidos de la creciente influencia del mundo digital; en especial con la regulación de las criptomonedas, que nadie ha podido controlar aún y ya están moviendo enormes fortunas, y la búsqueda de soluciones para lograr gravar internacionalmente (imponer un gramaven) los beneficios de las empresas que se mueven, exclusivamente, en la web y logran esquivar las legislaciones nacionales. Se esperan avances en el asunto de las criptomonedas, que algunos ministros de Economía tienen ya como prioritario.
La agenda está llena de temas de fondo, como el futuro del empleo frente al aumento de la robotización, o los proyectos para cerrar la brecha global de infraestructuras. Pero, la guerra comercial está tan presente en el ambiente previo a la cumbre de Buenos Aires, que como es habitual en el G-20, será a puerta cerrada.
En los días previos, varios de los participantes incluida la directora del FMI, Christine Lagarde, que ha llegado unos días antes a Buenos Aires, han mostrado su inquietud por una guerra comercial que puede frenar la incipiente recuperación del mundo, después de la durísima crisis de 2008. “Estamos viendo un proceso de toma y daca [en la guerra comercial]. Así no se llega a nada, es una pelea constante. Esto lleva a conflictos potenciales y va a reducir el comercio y el crecimiento. Esto no va a mejorar la vida de los que tienen rentas bajas en estos países”, sentenció la exministra francesa en la Universidad Di Tella, en Buenos Aires.
El Gobierno argentino se enfrenta a una gran prueba de fuego internacional, en un momento en el que la inflación no afloja –ha arrancado el año peor que en 2017, algo que no estaba para nada previsto; y va camino de superar el 20% anual- pero ha vuelto el crecimiento y los ministros macristas destilan optimismo. “Argentina pasó de estar en suspensión de pagos a presidir el G-20, es un cambio importante. Seguimos siendo el país más cerrado del mundo, pero estamos girando. Solo la eliminación de impuestos a las exportaciones que hicimos nos costó un 2% del PIB”, dice Nicolás Dujovne, ministro de Hacienda. Él no quiere mostrarse muy preocupado por la ola proteccionista y confía en que el G-20, se centre en la agenda prevista. “De momento vemos mucho ruido pero no un movimiento generalizado de proteccionismo. Pero si escalara en todo el mundo, sí tendría impacto. Habría menos crecimiento”, admite.
Los organizadores intentarán así centrarse en cuestiones de fondo pero menos espinosas que la guerra comercial, a la que nadie sabe cómo hacerle frente. El eje se basará en esas nuevas formas de economía surgidas de la globalización, y en especial, la búsqueda de un acuerdo internacional para evitar que las llamadas fin-tech (las empresas que logran todos sus beneficios dentro del mundo digital y a escala global), logren escapar a los impuestos que sí pagan las compañías tradicionales. “El canal de finanzas abordará las preguntas fundamentales sobre cómo la economía digital genera valor, dónde se crea el valor y cómo los impuestos pueden ser recaudados de manera equitativa, eficiente y efectiva sin generar barreras a la innovación”, señala la presentación de la reunión.
Actualidad Laboral / Con información de El País España