18-10-2022

Alemania, la principal potencia europea, no solo atraviesa una crisis energética que se agudizará en invierno y que amenaza a su economía y su liderazgo industrial sino que además tiene que lidiar con una aguda escasez de trabajadores que cada vez afecta a más empresas.


Los fabricantes luchan por mantenerse competitivos pero la falta de mano de obra cualificada complica que fabricantes como Airbus o BMW, entre otros, lleguen a satisfacer la demanda. En datos de la Comisión Europea, de las cuatro economías europeas más grandes, Alemania es la que enfrenta mayor escasez.


Las encuestas recientes ponen números a este problema: el 50% de las empresas están recortando la producción debido a problemas de personal, un porcentaje récord que supone un coste para la economía del país de 85.000 millones de dólares al año. Y a medio-largo plazo es probable que la situación empeore, según declaraciones de Stefan Sauer, experto en mercado laboral del Instituto Ifo en Munich, a Bloomberg.


Crisis demográfica


Las razones de la crisis son variadas, pero el factor más importante es el demográfico. El envejecimiento de la población (la generación de la posguerra está comenzando a jubilarse sin que haya suficientes jóvenes para cubrir sus huecos) sumado a los efectos de la pandemia sobre el tejido industrial ponen al gigante en una situación comprometida.


Según la agencia de empleo alemana, el déficit de trabajadores está entre 360.000 y 380.000 por año y prevé que aumente hasta 500.000 para finales de la década.


El golpe a la competitividad llega en un momento nefasto. El aumento del coste de la mano de obra ha hecho que se evaporen los márgenes de los fabricantes alemanes, especialmente los que consumen más energía; en algunos casos han tenido incluso que cerrar fábricas o trasladar la producción al extranjero.


La presión no viene sola. A la carestía de trabajadores y una inflación del 10,9%, su nivel más alto en 20 años, se suma la reivindicación del personal del sector público alemán para una subida salarial del del 10,5% y otra del 8% de los trabajadores del metal.


Aquí entra en juego el dolor de cabeza de los responsables de política monetaria ante el temor de una espiral precios-salarios: aumentar los sueldos a la par que la inflación podría empujar al Banco Central Europeo (BCE) a tomar medidas más estrictas a pesar de que las perspectivas económicas sigan empeorando.


Imaginar y crear


Las compañías están apostando por construir su propia fuerza laboral. Airbus tuvo que cancelar los planes para producir 720 de sus aviones A320 más vendidos en Hamburgo este año ante la imposibilidad de encontrar electricistas, mecánicos y personal para instalar otros equipos en las cabinas de los aviones y ahora se centra en reforzar el reclutamiento de trabajadores.


En ese sentido, se ha movido también BMW, que ha apuntado a 75.000 empleados a programas de capacitación para nuevas tecnologías de producción con niveles más altos de digitalización y automatización.


Para sortear la situación algunas empresas están tirando de creatividad. Hay fábricas que han instalado equipos ergonómicos para prolongar la vida de los trabajadores de cadenas de montaje de exigencia física más allá de los 60 años. Otros ofrecen semanas laborales de cuatro días o buscan incentivar a los trabajadores con otros beneficios sociales u ofertando excursiones para realizar actividades como el paracaidismo.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista