Gianni Infantino es el elegido por el mundo del fútbol para volver a dar credibilidad a un sistema que ha vivido en el alambre desde el pasado mes de mayo, momento en el que empezaron a ser detenidos dirigentes corruptos (34) y a conocerse prácticas delictivas con el fin de distraer 300 millones de dólares en comisiones y contratos fraudulentos, todos ellos relacionados con derechos audiovisuales de los principales torneos en el continente americano.

115 votos han dado la presidencia de la FIFA al suizo, por delante de los 88 de Salman y los 4 del Príncipe Alí. A la segunda votación fue la vencida, tras la igualdad de la primera ronda en la que a ambos solo les separó 3 votos.

Blatter dimitió a los cuatro días, pero han pasado nueve meses hasta que la FIFA ha decidido el nombre del dirigente que debe regenerar un mundo en el que nadie cree ahora mismo y cuya economía se ha debilitado al perder 200 millones de dólares en patrocinios.

La labor que Infantino tiene por delante será dura y complicada, pero si aplica lo hecho en sus 6 años como secretario general en la UEFA lo puede lograr. Este ha sido su carta de presentación a todo el mundo y ahora solo debe repetir lo hecho desde la sede de Nyon.

Los otros candidatos han prometido lealtad y ayuda. En el fútbol no hay parlamento para crear una oposición. Aquí hay que esperar hasta dentro de 4 años salvo que los acontecimientos se lleven por delante al presidente, tal y como sucedió con Blatter, que ayer mismo seguía diciendo que él era el auténtico presidente.

Actualidad Laboral / Con información de Marca