Han pasado seis meses desde que comenzaron los confinamientos de la población para evitar la propagación acelerada del COVID-19. Durante este tiempo el mundo ha cambiado en forma abrupta, particularmente los mercados laborales. Tal es el caso en América Latina y el Caribe, donde la pandemia ha traído una crisis de empleo sin precedentes.
Los jóvenes han sido quienes han sufrido las mayores pérdidas de empleo en la región. De acuerdo con los datos registrados en el Observatorio Laboral COVID-19, los trabajadores pertenecientes a la generación Z ‑los nacidos entre 1996 y 2010- son los más afectados.
Por ejemplo, en Perú-Lima zona Metropolitana, el 70% de los jóvenes ha perdido el empleo (614 mil personas). En Colombia, el 23% de los menores de 24 años perdió su empleo (760 mil personas). Sucede lo mismo si nos enfocamos en los empleos formales. Por ejemplo, en República Dominicana el 37% de los menores de 24 años que tenían un empleo formal lo perdieron (92 mil personas). En México más del 12% de los menores de 24 años que estaban empleados en el sector formal perdieron su empleo (casi 390 mil personas).
Las crisis y los jóvenes
La generación X (nacidos entre 1970 y 1980) y los Millennials (nacidos entre 1981 y 1993) han tenido dificultades para encontrar empleos de calidad al momento de integrarse al mercado laboral. El desempleo juvenil latinoamericano de ambas generaciones ha estado asociado al mal funcionamiento de los mercados laborales y de la seguridad social. Previo a la pandemia, un joven latinoamericano se caracterizaba por encontrar una ocupación el sector informal ‑sin cobertura de seguridad social‑, para después encontrar un trabajo formal y concluir la vida laboral como autoempleados.
¿Por qué es distinta esta crisis, que parece que afectará más a la nueva generación de trabajadores? Existen dos diferencias fundamentales. Por un lado, las crisis anteriores tuvieron elementos estructurales específicos para cada país. Se debieron a desbalances ‑fiscales, monetarios o crediticios- en algunos países, los cuales se corrigieron eventualmente, lo que permitió regresar a la senda de la recuperación.
En esta ocasión, sin embargo, la pandemia ha generado una crisis generalizada, ha paralizado la actividad económica global de manera súbita y muy probablemente cambiará el funcionamiento de varios sectores económicos. Esto significa que varios de esos sectores dejarán de emplear a las personas permanentemente, por lo que muchos trabajadores deberán encontrar una nueva ocupación en otros sectores.
La pandemia ha generado una crisis generalizada, ha paralizado la actividad económica global de manera súbita y muy probablemente cambiará el funcionamiento de varios sectores económicos.
Otra diferencia de esta crisis con respecto a otras pasadas es la transición demográfica que está viviendo la región. Actualmente la generación Z representa alrededor del 17% de la población total de América Latina y el Caribe. Este valor se reducirá y en los próximos 20 años se espera que represente menos del 15%. Es decir, esta generación tendrá mayores presiones que las generaciones anteriores para financiar el costo fiscal de la atención a los adultos mayores.
Cómo aminorar los efectos del desempleo de en la generación Z
Existen tres acciones concretas que pueden implementarse para lograr que la generación que se está incorporando al mercado laboral mejore sus perspectivas laborales. Un primer reto será reincorporar a los jóvenes que están perdiendo sus empleos en los sectores que tengan una recuperación más vigorosa o en aquellos que vayan demandando más personal. Para ello, será deseable contar con la identificación oportuna de la fuerza laboral que pueda ser empleada por esos sectores. Una alternativa para ello es el uso intensivo de tecnología para la intermediación de empleo que proveen los sitios electrónicos donde se anuncian las vacantes. La expansión de plataformas para anunciar y obtener vacantes de empleo puede ayudar a que más empresas reduzcan costos de búsqueda de talento y más gente, especialmente los más jóvenes, encuentren nuevas ocupaciones basados en tareas específicas que pueden realizar.
El segundo reto será la capacitación efectiva de los jóvenes. La demanda de habilidades digitales avanzadas se ha incrementado, incluso a pesar de la pandemia, por lo que será importante encontrar mecanismos para desarrollarlas de forma efectiva y en el menor tiempo posible. La adquisición y certificación de habilidades específicas que demanden diversas industrias es un camino para facilitar el acceso a mejores trabajos.
Finalmente, los cambios demográficos y el mal funcionamiento de la seguridad social de la región hacen imprescindible transformar esta última para lograr una cobertura efectiva para, al menos, salud y pensiones. Un modelo basado en la financiación de beneficios básicos mediante recursos generales combinado con recursos individualizados puede ser una alternativa para mejorar la dinámica laboral.
Que la generación Z no sea una generación perdida para el mercado laboral está al alcance de los países. Incluso en tiempos tan difíciles como los actuales, existen alternativas de políticas públicas que pueden hacer que el impacto, aunque inevitable, sea menos doloroso para esta generación de nuevos trabajadores. El futuro de América Latina y el Caribe está en sus manos.
Actualidad Laboral / Con información de Factor Trabajo BID