03-11-2023

La fortaleza del mercado de trabajo estadounidense ha sido un quebradero de cabeza para la Fed, que ve cómo su dinamismo tira al alza de los salarios y, estos a su vez, impiden que la hoja de ruta para frenar la inflación esté dando frutos con la rapidez deseada.


Una de las claves en la falta de mano de obra sufrida por muchas empresas tras la pandemia, la conocida como Gran Renuncia, ha hecho que nunca hubiera sido tan rentable cambiar de trabajo para una persona con empleo que buscara mejorar sus ingresos. Pero este efecto se ha ido desvaneciendo con fuerza en el último año.


El enfriamiento del empleo parece ser una realidad, a tenor de los últimos datos de octubre, con una creación neta de puestos no agrícolas de apenas 150.000 y una subida de la tasa de paro al 3,9%. Sin embargo, está por ver si las débiles cifras del mercado laboral se trasladan a una menor presión sobre los salarios.


Según recordaba Nancy Vanden Houten, de Oxford Economics tras conocer las últimas cifras de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) del Departamento de Trabajo, los aumentos salariales anuales deberán converger en torno al 3,5% para ajustarse al objetivo de inflación del 2% fijado por la Reserva Federal. Un objetivo que sigue lejos de cumplirse a tenor del indicador de subidas salariales de la Fed de Atalanta, el incremento salarial en septiembre era del 5,2%.


Supone un descenso de punto y medio desde el máximo del 6,7% anotado en julio de 2022, pero sigue por encima de los niveles previos a enero de 2022. Habría que remontarse a agosto de 2001 para encontrar alzas equivalentes o levemente superiores a las registradas hoy. La buena noticia, desde el punto de vista de la Fed, es que la desaceleración de las subidas salariales parece intensificarse en los últimos meses, impulsada por el empeoramiento de las expectativas para los que cambian de trabajo.


Y es que parece ser precisamente estos ocupados los que mejor han aprovechado el auge salarial de los últimos años. Entre mayo de 2021 y julio de 2021 pasaron de anotar una ganancia interanual del 3,6% a un récord del 8,5%, 5,1 puntos porcentuales de mejora. Hoy la tendencia es la inversa: la subida salarial obtenida por empezar en un nuevo puesto se sitúa en el 5,6%, 2,9 puntos por debajo del máximo. Habría que retroceder, en todo caso, a 2001 para encontrar tasas de variación similares.


Una de las preocupaciones de la Fed estaba en lograr enfriar las nóminas de los trabajadores que saltan de un empleo a otro, buscando mejoras de sueldo. Todavía está siendo más lento de lo deseable, pese al enfriamiento del mercado laboral tanto en términos de vacantes como de creación de empleo.


En comparación, los trabajadores que no cambian de trabajo parecen ser los 'patitos feos' de este cuento, con un incremento máximo del 2,8% en mayo de 2021 al 6,1% en junio de 2022, 3,3 puntos porcentuales que hoy se reducen en 1,1 puntos porcentuales, situando la tasa en el 5%. Sin embargo, esto supone que han logrado retener las ganancias de 2022 con mayor intensidad que sus compañeros más volátiles, con el resultado de que siguen estando muy por encima de todos los años precedentes a 2022, salvo algunos meses puntuales de 2001 y 1998.


Esto es relevante por dos motivos. El primero es que los trabajadores que se mantienen en el mismo puesto de trabajo tienen un mayor peso en el mercado laboral, con lo cual el impacto de la evolución de sus nóminas sobre la inflación es mayor. De hecho, pese a la moderación de las subidas, el porcentaje de individuos afectados por ellas se mantiene en torno al 88%.


El segundo aspecto importante es que si los cambios de trabajo se frena es un buen indicador de que el mercado se está enfriando. La rotación voluntaria de las nuevas incorporaciones ejercen una menor presión para las empresas, a la hora de asumir el coste salarial del resto de la plantilla. Dicho de otra forma: se considera que la falta de mano de obra hace primero mejorar las nóminas para 'robar' talento a la competencia y luego la del resto de trabajadores.


Pero que el 'premio' salarial por cambiar de trabajo se 'desinfle' más que el que se obtiene por mantenerse en el puesto (2,9 puntos porcentuales de retroceso para unos, frente a 1,1 para los otros) muestra que esta vinculación no es exacta. Y esto apunta a un factor que puede retrasar la consecución de los objetivos de la Fed.


Uno de los factores puede ser que los trabajadores obtienen mejores sueldos no solo por el miedo de sus empleadores a que se vayan, sino por las presiones colectivas de las plantillas. Algo que apunta a la creciente fuerza de los sindicatos en grandes industrias del país en los últimos años. Se trata de una realidad habitual en la zona euro, donde la negociación colectiva centralizada a nivel sectorial es la fuerza principal que mueve los sueldos.


Pero los datos de la Fed apuntan a que en Estados Unidos sigue siendo un fenómeno relativamente infrecuente, pese a la atención mediática. La evolución salarial responde más a la competitividad entre las empresas para retener a los empleados y las subidas se suelen contagiar con facilidad al resto del sector. De hecho, si bien la industria manufacturera estadounidense es el sector que más ha reforzado sus subidas salariales en relación con 2021, diferencia con industrias como la logística o la hostelería no es significativa a día de hoy: todas rondan el 5,8%.


El sector que verdaderamente se desmarca es la administración pública, con un 6,6% de subida, un dato que muestra que el lema 'pay them more' que el presidente Joe Biden esgrime para apoyar a los sindicatos se dirige más a sus propios funcionarios que a los trabajadores del sector privado.


Actualidad Laboral / Con información de El Economista