Ordenar el ambiente de trabajo contribuye a que las personas exitosas, tengan un espacio en el que fluya la creatividad; pues, el caos físico invade la mente y contagia al pensamiento. Por lo general, el desorden genera angustia, o por lo menos, peligro de tropezarse y ser tragado por el marasmo. Por el contrario, el orden y la limpieza destraban el pensamiento creativo.
Lo cierto es que, la mayoría de las personas tenemos el espacio en el que trabajamos lleno de cosas que no usamos: objetos innecesarios como archivo muerto, computadoras o material de oficina; y, por lo general, están en desorden. El desarreglo puede generar sensaciones de caos que derivan en estrés. Un espacio de trabajo desorganizado deriva en una mente desorganizada o distraída.
El orden en el espacio de trabajo no solo ayuda a volvernos más productivos, también mejora el ambiente de trabajo, ayuda a reducir el estrés y los conflictos de la empresa. Un entorno laboral ordenado y limpio es clave para el bienestar de los empleados. Además, hay beneficios que se empiezan a disfrutar inmediatamente al hacer una limpieza y reorganización de tu espacio de trabajo:
El tiempo: Con una oficina en la que todo está en su lugar, se ahorran los minutos que empleamos en encontrar lo que traemos perdido. Cuando todo está limpio y en orden, se encuentra fácilmente lo que se necesita.
El espacio: En una oficina, mesa o escritorio bien organizados se aprovecha el espacio y se da una sensación de amplitud, que mejora naturalmente la armonía del lugar. Los movimientos se llevan a cabo con mayor soltura y se inhibe la sensación de agobio o el peligro de que todo se nos venga encima. Un espacio desordenado es un foco de posibles accidentes, mientras que un lugar ordenado motiva la concentración.
La confianza: En el mundo laboral, una persona ordenada siempre se ve con mejores ojos, y esta cualidad traspasa el ámbito físico. Se denota una persona que tiene disciplina y que sabe con precisión qué hace y dónde están los recursos para hacerlo. También es un hábito que da ejemplo y que puede transmitirse de un empleado a otro, generando un ambiente de trabajo profesional.
Para comenzar con esto, es necesario analizar. Observa tu escritorio y todas las cosas que hay en él, para empezar a clasificar en tres grupos:
1-Cuántas de esas cosas se usan a diario.
2-Cuáles no se usan más que una vez a la semana. Qué cosas no usas hace un mes.
3-Cuántas otras no necesitas esporádicamente.
Es sorprendente ver la enorme cantidad de objetos que ocupan espacio visual y físico, y que encima no se necesitan. Por supuesto, hay que buscar un lugar para todo aquello que no usamos a diario y quitarlo de ahí. Y, también hay que ser valientes y estar dispuestos a usar el bote de la basura. Ahí tienen que ir a dar todas las porquerías: papeles, clips rotos, migas de pan, envoltorios de galletitas, vasos de café, y todos los residuos que generamos luego de un día de trabajo típico, pero también todo lo que hemos guardado por meses y años, por si acaso los llegamos a necesitar; si no los hemos usado, es que ya no lo vamos a hacer.
Otro elemento que hace que todo se vea desordenado son los cables. Estos hay que ordenarlos también pues, solo tener una computadora, un teléfono de línea y una impresora, puede generar una telaraña apta para atrapar cualquier tipo de insecto.
Empezar el año haciendo limpieza de escritorio y ordenando el lugar de trabajo es una buena idea. Es quitarnos estorbos y abrir oportunidades a cosas nuevas. Lo que hacemos en nuestro entorno físico tiene reflejos en nuestra mente. Si estamos buscando que los proyectos se destraben y que las oportunidades fluyan, una buena manera de hacerlo es preparar el entorno para desechar lo viejo y darle la bienvenida a lo nuevo.
Actualidad Laboral / Con información de Forbes México