“Las mujeres de América Latina y el Caribe fueron las más afectadas por la crisis económica que detonó la pandemia del COVID-19 en los mercados laborales, lo cual ha colocado a la región frente al desafío de enfrentar un retroceso sin precedentes en la igualdad de género en el trabajo”, sentenció Paz Arancibia Román, especialista regional de Género de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para las Américas.
Según un análisis de la OIT, entre 2019 y 2020 el índice de empleo de las mujeres en el continente cayó un 9,4 % por los efectos de la crisis sanitaria, mientras que en el caso de los hombres fue del 7 %. Los datos se desprenden del estudio “América Latina y Caribe: Políticas de igualdad de género y mercado de trabajo durante la pandemia” publicado en marzo de este año.
Román dijo que el análisis reveló que, a nivel global, la región tiene el mayor descenso, lo cual impactó negativamente en los avances alcanzados en los últimos años y detonó en un aumento de las brechas de género en el mercado laboral de la región de manera histórica.
El informe plantea que, en términos absolutos, los puestos de trabajo masculinos perdidos en el primer semestre de 2020 (alrededor de 26 millones) se recuperaron hacia el tercer trimestre de 2021, pero que de los 23,6 millones de puestos de trabajo femenino borrados sólo se recuperaron 19,3 millones y que a inicios del 2022 todavía había cuatro millones desempleadas.
Sin empleos, pero con más trabajo
Román reiteró que a partir de la pandemia las mujeres vieron afectada su autonomía económica por dos vías: el incremento en la carga de trabajo no remunerado -que también reduce su participación laboral- y por la mayor contracción del empleo. “Ello impactó en mayor medida en las mujeres jóvenes de bajos recursos, aquellas que tienen hijas e hijos más pequeños a cargo, que son jefas de hogar y tienden a ocuparse en los sectores vinculados al turismo, el esparcimiento y el servicio doméstico”, dijo.
Un panorama cotidiano en países como los centroamericanos es que contar con un empleo remunerado no exime a muchas mujeres de las labores de cuido en el hogar, pero la pandemia profundizó esta situación.
La especialista de OIT añadió que a diferencia de crisis económicas previas, donde el empleo informal jugó un rol contracíclico y compensó la caída del empleo formal, la que se generó por la pandemia golpeó de igual forma al empleo formal como el informal, aunque con mayor intensidad al informal que incluye labores por cuenta propia y que se desarrolla en lugares públicos y en contacto directo con los consumidores, actividades que se pausaron por varios meses debido a los distintos niveles de cuarentena.
Mujeres y niñas en todo el mundo realizan el grueso del trabajo de cuidados no remunerado. La cantidad de este último influye sobre la probabilidad de que ellas desempeñen también un empleo remunerado y qué tipo de empleo. Otro factor que influye sobre la participación femenina en el mercado laboral es la calidad del trabajo disponible, es decir el sueldo, las horas de trabajo, la salud y seguridad laboral, inclusive la probabilidad de estar sujetas a violencia o acoso laboral y las oportunidades de formación, además de la disponibilidad de servicios de cuidados, ya sean públicos o privados.
Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios