En términos generales, la pandemia del coronavirus ha empeorado el mundo entero: a los casi tres millones de muertos en solo un año se suman una profunda crisis económica en la mayoría de los países, así como un serio problema de desempleo. Sin embargo, hay que admitir que en los últimos meses también ha habido algunos ganadores, como el e-commerce, que se ha disparado a raíz de los cierres de tiendas físicas, o el teletrabajo, que ha supuesto una vía de escape incluso para las empresas más reacias. Y un perfil profesional muy concreto: más allá de quienes han sabido renovarse con 'skills' digitales, los adictos al trabajo han encontrado en la crisis su excusa perfecta para triunfar.
Sin tanta oferta de ocio como antaño y con la hostelería a media marcha, el tiempo libre se ha convertido en todo un lujo para muchos. Por eso, no es de extrañar ver grandes ciudades más descongestionadas que nunca. Para muchos, la alternativa está siendo aprovechar esas horas en casa, entre Netflix y los videojuegos. No para el adicto al trabajo: disponer de menos posibilidades en su tiempo libre se ha convertido en el reclamo ideal para no desconectar nunca.
Tal y como explicaba con humor hace unos días la periodista Rachel Greenblatt en este artículo de NBC, las personas realmente productivas -no solo adictas al trabajo- son las que han aprovechado la pandemia para evolucionar: "Estas son las personas que realmente tuvieron lograron algo durante el encierro, las que esperaron toda su vida para finalmente tener el tiempo suficiente para lanzar su propia línea de postres epónima, comenzar un negocio de cría de perros o terminar esa novela. Es un poco doloroso comparar estos logros con mis propios esfuerzos por la pandemia, que incluían tratar de comprender la psicología del acaparamiento de papel higiénico o preguntarme cómo los tigres del zoológico del Bronx pudieron hacerse las pruebas de Covid-19 pero yo no podía".
En la mayoría de los casos, el miedo a perder el trabajo, el elevado ritmo de vida actual o los problemas en la vida privada suelen ser los que terminan provocando que una persona se vuelque casi exclusivamente en su actividad laboral. Y, normalmente, esto conlleva la desatención de otros aspectos de su vida. Evidentemente, en una pandemia la cosa cambia.
Porque esos otros aspectos vitales pasan irremediablemente a un segundo plano cuando alrededor de un 'workaholic' se concentran el desempleo, la enfermedad y la pobreza. ¿Cómo pensar en otra cosa que no sea mantener mi puesto actual a toda costa e intentar ahorrar para la crisis post-pandemia? Para la mayoría, ese "virgencita, que me quede como estoy" suele ser un freno a la hora de buscar un nuevo empleo, pero para un adicto al trabajo puede llegar a ser un motivo de peso para cargarse aún más de tareas y ser incapaz de desconectar.
Por eso, ante la duda, conviene saber si eres un adicto al trabajo. ¿Cómo hacerlo? El mayor problema es que, a diferencia de otras adicciones, la adicción al trabajo no se ve de forma tan negativa, ya que trabajar en exceso suele parecer positivo a corto plazo en términos de productividad. Sin embargo, desde hace más de 15 años la psicología viene advirtiendo que este tipo de adicción genera conflictos entre los trabajadores y dentro de una empresa. Por suerte, hay ciertas señales inequívocas como creer que nadie va a hacer el trabajo tan bien como tú, ser el primero en llegar a la oficina (y el último en irse) o no saber decir que no.
Actualidad Laboral / Con información de LaInformacion