30-01-2018
Las bancarrotas en Japón causadas por la incapacidad de las empresas para contratar trabajadores se ha duplicado en 2017, según Tokio Shoko Research. El número de cierres por este motivo ha escalado hasta 35, el dato más elevado desde que esta firma recopila datos. La escasez de mano de obra en Japón es cada vez más evidente.

Desde Bloomberg destacan que las empresas niponas están teniendo problemas para encontrar y mantener a sus trabajadores, mientras que el número de vacantes (puestos de trabajo sin ocupar) sigue creciendo mes a mes. En noviembre de 2017, este dato alcanzó el millón, la cifra más alta desde que se tienen registros.

"Profunda escasez de trabajadores"

Marc Chandler, analista financiero, destaca en Fxstreet que "hay una profunda escasez de trabajadores que está siendo cada vez más evidente. Esto va a tener implicaciones de largo alcance".

Este experto explica que la falta de mano de obra en Japón está siendo fundamental para que el país supere su tradicional aversión hacia la inmigración. En los dos últimos años han llegado un millón de trabajadores extranjeros a Japón.

A pesar de la llegada de inmigrantes y de una mayor participación de la mujer en el mercado laboral, la escasez de mano de obra ha reducido la tasa de paro a niveles de desempleo puramente friccional. Es decir, los parados japoneses son personas que han abandonado su empleo para buscar otro mejor o que necesitan tiempo para aceptar otra oferta o cambiar de trabajo. La tasa de paro cayó hasta el 2,7% a finales de 2017.

Como destaca Chandler, este fenómeno que se está mostrando con fulgor en Japón también empieza a suceder en países como Alemania o Suiza, aunque en estas naciones la escasez de mano de obra se produce en algunos sectores determinados y en profesiones concretas, que suelen requerir una elevada cualificación.

Este es el caso, por ejemplo, de Eichstätt, un pueblo de alrededor de 14.000 habitantes al sur de Alemania, en el estado de Baviera. La tasa de paro de ese núcleo poblacional es del 1,3% y los empresarios están preocupados porque no encuentran gente dispuesta a trabajar en los negocios del propio pueblo.

Actualidad Laboral / Con información de El Economista