16-01-2018

Recibir el pago de la quincena representa para los venezolanos un dolor de cabeza. A lo largo de los años, la alta inflación y el incremento acelerado de los precios ha provocado que el poder de compra real, se limite a algunos alimentos.


Durante la gestión económica del presidente Nicolás Maduro, el poder de compra real del salario, de acuerdo con la firma Econométrica, se redujo 96% desde abril de 2013 hasta diciembre de 2017. A pesar de que, el gobierno aumentó el salario en más de 20 oportunidades en el mismo periodo. El proceso hiperinflacionario, que comenzó en el país desde mediados del año pasado y cerró cerca de 2.000%, es otro de los factores que produce la caída de compra de los trabajadores.


El bajo alcance del poder de compra del salario se observa diariamente en los supermercados. En un recorrido que realizó El Nacional Web por varios establecimientos comerciales de la capital, se pudo constatar que las personas solo llevan "lo necesario”, para poder rendir el dinero hasta el próximo pago de quincena. En uno de los establecimientos ubicado en la urbanización La Urbina, este de la capital, había un profundo silencio. No se escuchaba el sonido de las cajas registradoras y, la gente veía con preocupación los precios.


Una señora, que no quiso ser identificada, tomaba dos detergentes líquidos para los platos y procedía a llevarlos. Al consultarle sobre los precios y su quincena, suspiró y arrojó una sonrisa. “Lo del salario es terrible. Yo por lo menos dejé de comer carne. Empecé a reducir las raciones hasta que la dejé de comprar, porque está muy cara y no me alcanza”, comentó mientras se dirigía a la caja registradora. El precio del jabón que llevaba era de Bs 75.000, lo que equivale a 25,99 % de su salario base. Otra compradora, sumaba diversos productos a su compra. Veía una caja de cereal de maíz que costaba 61.342 bolívares y la montaba en el carro. Indicó entre risas que su quincena como médico, de Bs 288.000, no le permite llenar el carro con todos los productos que tenía. “Tengo gente afuera que me ayuda a mí y a mis padres porque yo sola, no puedo con mi salario. Es horrible”, agregó.


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En el lugar no había colas para pagar. La gente se daba el lujo de escoger la caja donde quería cancelar los pocos productos que llevaba. Las cajeras revisaban sus celulares ante la falta de actividad, y muchas optaban por limarse las uñas mientras algún cliente se les acercaba.


En otro supermercado de la capital, ubicado en la urbanización El Marqués, municipio Sucre de Caracas, la situación era similar. La diferencia era que los anaqueles estaban prácticamente vacíos y que, los precios hacían dudar a las personas sobre la cantidad de productos que se iban a llevar. En ese comercio, la bolsa de jabón en polvo de 5 kilos se vendía a Bs 864.637 (3 salarios mínimos) y el medio kilo de pasta importada en Bs 102.000 (30% del salario). Productos como el café, se conseguían en presentación de 200 gramos a Bs 51.000 la unidad, es decir, el kilo tiene un precio de Bs 255.000,  lo que representa 88% del ingreso mensual, sin el bono de alimentación socialista.


En el mismo establecimiento, la señora Scarlet Ramírez quien transitaba por el pasillo del agua embotellada, expresó su preocupación sobre el aumento de los precios en el local. Se colocaba las manos en la frente y limpiaba el sudor, cada vez que nombraba un precio. Aunque actualmente no tiene empleo, porque opta para una vacante en una empresa, igual padece la falta de dinero para comprar alimentos. “Vengo de otro supermercado donde todo está por encima de los Bs 200.000. Cada vez que uno sale es más caro todo”, dijo mientras veía las botellas de agua que había en las estanterías.


Unas señoras pasaban por los pasillos de las legumbres. Una de ellas tomó un trozo de ñame y lo colocó en una bolsa para pesarlo. “Chica, pero eso es muy poquito ¿Eso te alcanza?, le dijo la acompañante. La mujer explicó: “Bueno, chica, eso lo pico en rodajas y me como un poquito en el desayuno, otro poquito en el almuerzo y otro en la cena. Ni modo”. Agarró la bolsa y se dirigió a la caja para pagar.


Supermercados del Estado también padecen la crisis


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Las cadenas de supermercados que pertenecen al gobierno también lucen con anaqueles vacíos, y productos a precios muy parecidos a los de las cadenas privadas. Uno de los comercios más grandes, ubicado al este de Caracas, tiene un severo déficit de productos básicos. Las neveras de las carnicerías lucen desoladas y, apenas hay algunas gaveras llenas de frutas y verduras.


Había algunos estantes llenos. Productos como la pasta importada en presentación de 500 gramos con un precio de Bs 57.200, un detergente “todo uso” con un precio de Bs 640.000 y una bebida nutritiva en polvo hecha por el Instituto Nacional de Nutrición (INN) que marcaba Bs 136.900 resaltaban en el establecimiento.


Muchos de los visitantes cargaban su gorra tricolor con la estampa del 4F. Sin embargo, a la hora de comprar, tomaban muchos productos y luego los regresaban porque el dinero no les alcanzaba.


Durante los últimos años, las importaciones públicas han sufrido reducciones drásticas debido a la iniciativa gubernamental de, pagar la deuda externa con el dinero de estos recortes. A pesar de que, la versión oficial indica que la escasez se debe a las sanciones impuestas por Estados Unidos; el país presenta reducción de importaciones desde 2014, año en el que comenzaron las primeras amonestaciones del país norteamericano contra funcionarios gubernamentales venezolanos.


Rechazo a la Sundde


Todos los interrogados coincidieron en que, las medidas tomadas por la Superintendencia para la Defensa de la Economía (Sundde) de bajar los precios de los supermercados, a los establecidos a mediados de diciembre, no van a lograr ningún efecto positivo, porque las empresas van a trabajar a pérdida y quebrarán. Otra de las acotaciones que hicieron es que, el ente gubernamental no toma en cuenta cuánto vale producir un producto ni las causas de los precios. “Se está atacando la forma y no el fondo, que es la mala gestión del gobierno con la economía y la comida”, dijo una de las entrevistadas.


Actualidad Laboral / Con información de El Nacional