Estamos inmersos en la revolución digital, conectados con todos los rincones del mundo gracias a distintos sistemas que nos permiten alcanzar un vínculo global. Las nuevas generaciones nacen manejando smartphones y conectándose a internet desde edades tempranas, marcando así el ritmo del avance tecnológico para el resto de las franjas etarias.
La tecnología se encuentra presente en prácticamente todos los aspectos de la vida cotidiana, e incluso es ampliamente utilizada para destacar en el mercado, favorecer el crecimiento de emprendimientos y organizaciones de todo tipo. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) funcionaron al comienzo como herramientas que favorecían el desarrollo de determinadas acciones, ahora, determinan cómo se debe trabajar. Las estrategias, los modos de actuar e incluso las políticas comerciales se crean de acuerdo al pensamiento digital.
En este contexto de avances continuos, no existen muchas opciones. Aquellas empresas que no se adapten a las necesidades tecnológicas de sus clientes y mercados serán condenadas al olvido. Por ello, es importante comprender el funcionamiento de las TIC y su impacto real en los negocios, la competitividad de las empresas y la productividad de los trabajadores.
Se ha demostrado que, con un buen uso, las TIC permiten a las empresas producir mayores cantidad de trabajo, de mejor calidad y en tiempos más cortos. Para los trabajadores, esto se traduce en mayores cantidades de tiempo libre. Del mismo modo, el uso de algunas de estas tecnologías repercute de forma directa en los clientes y su relación con la empresa. Así, todos los implicados se ven favorecidos con el uso de las TIC en una empresa, siempre y cuando esta las emplee de buena manera.
Sin embargo, como toda herramienta, la tecnología trae consigo algunos aspectos negativos que disminuyen la competitividad deseada por las empresas, fundamentalmente dentro de las oficinas. Las distracciones y los olvidos son frecuentes entre usuarios que dedican demasiado tiempo a navegar por internet, lo que puede causar problemas si sucede en el ámbito laboral. Tanto es así, que los expertos han definido esta actitud de utilizar de forma excesiva la tecnología para usos personales en el ámbito laboral como "cyberloafing".
El equilibrio definitivo entre beneficios y contraindicaciones de las TIC deberá ser gestionado tanto por las empresas como por los trabajadores, con políticas firmes de un lado y compromiso desde el otro. La educación digital es fundamental para alcanzar un uso responsable y positivo de las nuevas tecnologías. Las empresas deben aprender a convivir con las TIC, a sacarles el mayor provecho posible, y a educar a sus empleados y clientes en el modo correcto de usarlas.
Actualidad Laboral / Con información de Universia