Próximamente España iniciará un experimento para probar la viabilidad de la semana laboral de cuatro días y 32 horas. Una prueba impulsada por el Gobierno y que implicará a unas 160 empresas y unos 3.000 trabajadores. Pero no es ninguna novedad. En países como Islandia, Australia, EEUU o Bélgica, numerosas empresas han implantado ya estos nuevos modelos laborales que conllevan la reducción de los días y de las horas laborales por semana.


Se trata de un modelo defendido por algunos expertos para cierto tipo de actividades como parte de la solución para crear más puestos de trabajo, mejorar la conciliación familiar y como freno al creciente problema del estrés laboral que perjudica la salud de los empleados, su rendimiento y la productividad de las organizaciones.


Sin embargo, hay otra propuesta que está emergiendo entre las empresas que buscan alternativas más creativas y adaptadas a las necesidades actuales de la sociedad, por ejemplo, la semana laboral de 7 días, en la que el profesional puede elegir qué días trabajar.


Este planteamiento apuesta por realizar las 40 horas a lo largo de los días que cada empleado quiera, 3 días, 4, 5 o 6,5 días. Para que esta opción sea realista y para facilitar el trabajo en equipo, las organizaciones tienen que fijar algunas franjas de disponibilidad durante las cuales, los miembros del equipo coinciden de forma telemática o presencial. El resto del tiempo es flexible y depende totalmente del empleado, quien es el responsable de autogestionar su tiempo de trabajo.


En actividades y sectores que lo permiten, como en el tecnológico, servicios, etc, este modelo laboral se expande como una tercera vía para conciliar la profesión y la vida personal de una manera flexible y particular siempre que se cuente con programas digitales para la gestión del tiempo y los proyectos provistos de métricas del desempeño que permitirán al empleado saber cómo gestiona su tiempo y tener una visión constante sobre sus avances. En Reino Unido, varias empresas trabajan ya con este modelo y la aceptación en empleados y en los mandos es mayoritaria. La explicación está en los beneficios que ofrece esa gran flexibilidad para todos.


Joan Pons, Ceo de Workmeter, la empresa especializada en el desarrollo de soluciones de software para la medición del desempeño y de la productividad, considera que "el modelo ideal que irá imponiéndose en los próximos años es el de 7 días, porque están aumentando rápidamente los trabajos que pueden realizarse en remoto gracias a la ayuda de herramientas informáticas. Estos instrumentos, además, mejoran la productividad y el bienestar del empleado porque optimizan los procesos y simplifican la gestión de tareas y personas, ofreciendo la flexibilidad horaria como uno de sus beneficios diferenciales".


Beneficios de la semana laboral de 7 días frente a la de cuatro:




  • Al contrario de la semana laboral de 4 días, la de siete mantiene las horas de trabajo totales intactas. De este modo, las 40 horas semanales se pueden repartir según necesidades o preferencias personales a lo largo de toda la semana.

  • El salario del empleado no se ve reducido como está sucediendo en el modelo de cuatro días laborales, donde la mayoría de propuestas en las empresas que lo están introduciendo abogan por rebajar proporcionalmente el sueldo a quien se acoja a esta modalidad. Esta reducción provoca el rechazo de muchos profesionales al modelo de los cuatro días.

  • Tampoco la empresa se ve afectada económicamente por esa reducción de horas de trabajo que, si quiere desarrollar, deberá encargarlas a otro trabajador aumentando así sus costos de producción.

  • La jornada de siete horas no necesita financiación ni ayuda económica de organismos oficiales, como sucederá con el proyecto piloto de cuatro días laborables, ya que se conserva la misma cantidad de horas de trabajo.

  • Es una propuesta más racional acorde a los tiempos y necesidades actuales tanto de las empresas como de los trabajadores, cuya actividad está cada vez más deslocalizada y requiere más flexibilidad.

  • La flexibilidad, de hecho, es uno de los valores al alza hoy día tanto en la oferta como en la demanda de empleo y para la retención de talento.

  • La productividad no sólo se mantiene, sino que, incluso, aumenta por el mejor desempeño de los trabajadores. El hecho de ser el propio trabajador el que distribuye y administra su propia actividad y tiempos para desarrollarla, favorece su bienestar y compromiso con la organización porque fortalece la relación de confianza entre ambas partes.


Es un modelo que genera menos estrés que el tradicional, ya que, al adaptarse a las necesidades de cada individuo, permite desarrollar la actividad de manera autónoma centrándose en los objetivos y no en los horarios ni en la presencialidad. Además, el hecho de poder disponer de herramientas informáticas para la gestión integral de su actividad y jornada, aporta tranquilidad al profesional al ser consciente en todo momento del progreso de sus proyectos y de las tareas pendientes y de tener todo bajo control.


Actualidad Laboral / Con información de RRHHDigital