Detrás de un cambio existe una insatisfacción, pero antes de plantearte dejar un puesto de trabajo que no te gusta, conviene que analices los factores que realmente merecen la pena para dar el paso.
Que los empleados huyen de sus jefes, de sus colegas de trabajo o de un ambiente laboral muy enrarecido no es nada nuevo. Según un informe de Randstad, en el último año, 1,6 millones de profesionales han decidido cambiar de empleo. El salario, la falta de oportunidades, la dificultad para establecer un equilibrio entre la esfera profesional y personal son algunos de los motivos de esta decisión. Detectar y gestionar de forma adecuada lo que de verdad importa en un puesto de trabajo es básico para anticiparte con cabeza a lo que no son más que indicios de un cambio de rumbo profesional, ya se trate de otro puesto, dentro o fuera de tu empresa, o la antesala de iniciar de emprender tu propio proyecto. Estas son las cinco excusas que no debes eludir:
"Cualquier decisión de cambio esconde tras de sí un balance emocional en el que el miedo tiene un papel protagonista". Alberto Blázquez, doctor en Ciencias del Deporte y coordinador de Instintos Laborales (LID), identifica el miedo como uno de los detonantes que advierte sobre la necesidad de dar un giro a tu vida profesional. Y, tratándose de emociones, explica que "cuando formas parte de una entidad la entiendes como la relación con una persona, lo que provoca un cambio en nuestra manera de pensar. Este cambio hace más complejas nuestras decisiones, ya que giran en torno a nuestra realidad individual y también grupal".
Los problemas de adaptación y cierta incomodidad en el puesto de trabajo también son indicios para pensar que hay algo que no funciona en tu relación laboral. José Manuel Chapado, consultor independiente, hace referencia al concepto de dar y recibir. "En el momento en que sientes que aportas más de lo que la organización o el proyecto de trabajo te devuelve, hay algo que no funciona, por ejemplo, si no te sientes escuchado. Está claro que el equilibrio puede llegar a ser algo subjetivo, pero las empresas también deben de poner algo de su parte. Tienen que ser conscientes de cómo recompensan a sus profesionales".
Según Pablo Urquijo, director General de Experis Perm, la inquietud por hacer cosas nuevas y diferentes también dispara las alarmas del cambio profesional. Menciona la ausencia de retos como uno de los motivos que despiertan esa necesidad: "Si estás demasiado cómodo en un puesto, tu nivel de exigencia baja, dominas muy bien todas las palancas y limitas tu capacidad de desarrollo". Chapado señala que para no caer en esta desidia, "cada siete años hay que moverse, bien dentro de tu empresa -mediante una promoción o un desplazamiento lateral a otra función-, en otra compañía o emprendiendo un proyecto personal". Begoña Izquierdo, responsable de un equipo de consultores en Randstad, también fija entre cinco y ocho años la permanencia, "si no, corres el peligro de pensar que estás haciendo siempre lo mismo".
Cubrir las líneas rojas de las necesidades profesionales y personales resulta básico para permanecer en tu trabajo. Izquierdo señala que va ligado a la edad y a circunstancias de la persona: "Las aspiraciones de un junior en busca de un puesto que está probando difieren de las de un senior que encamina su carrera". Chapado y Blázquez coinciden en elaborar una pirámide de Maslow con aquello que impide que no podamos satisfacer nuestras necesidades: fisiológicas, seguridad, afiliación, reconocimiento y realización. "La respuesta será diferente para cada persona. Según los niveles cubiertos, el foco de interés será distinto", explica Blázquez.
Urquijo recomienda hacer un DAFO, análisis de Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades, en solitario, "aunque la tendencia natural es contárselo a todo el mundo, se corre el peligro de abrir demasiadas valoraciones que pueden generar confusión".
¿Estás seguro de que en tu trabajo tienes calidad de vida?
Trabajar a gusto es el elixir de la productividad en las empresas. A través de una extensa investigación, Sodexo ha detectado las seis dimensiones esenciales que garantizan la calidad de vida en el trabajo.
Interacción social. Hay estudios que demuestran que tener un amigo en el trabajo mejora la participación hasta un 50%; y las personas con un buen colega son siete veces más propensas a participar plenamente en el trabajo.
La facilidad y la eficiencia. Es la capacidad para dedicar toda la atención a la tarea laboral y llevarla a cabo con facilidad, eficiencia y el mínimo de interrupciones. Esta dimensión tiene que ver con el entorno físico y con el diseño de objetivos y medios para lograrlos, así como la calidad del liderazgo y dirección.
Entorno físico. Es la diferencia que existe entre disfrutar de un lugar que permite la concentración y la creatividad y otro que va en su contra. El modelo del Estrés Ambiental y sus Resultados en la Salud (ESHO, en sus siglas en inglés), analiza cómo la exposición a ciertos factores de estrés del entorno, por ejemplo la iluminación, el aire acondicionado o el nivel de toxinas y ruido acarrea daños para la salud.
Reconocimiento. En las empresas donde este factor es incuestionable, la tasa de retención aumenta un 21%, un 27% los beneficios y supone un incremento de hasta un 50% de las ventas.
Crecimiento personal. Todo lo que permite al individuo aprender y avanzar es imprescindible para mantener y aumentar su motivación laboral.
Salud y bienestar. Promover un estilo de vida saludable a través de una dieta equilibrada, actividad física y atención plena, es la medicina contra el estrés en las organizaciones.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión