Investigadores de ciencias sociales de la Universidad de Valencia han realizado un estudio que señala que las mujeres sin pareja, con hijos menores de seis años tienen un mayor riesgo de exclusión laboral. En concreto, tienen mayor probabilidad de estar paradas, tener contratos temporales y sufrir más dificultades para acceder a recursos económicos.
Esta situación –destaca el trabajo publicado en la revista Arxius de Ciències Socials– proviene del rechazo que hace el mercado de los costes derivados de tener hijos, que acaba repercutiendo en la contratación de las mujeres sin pareja porque asumen el cuidado de los niños en un 77,8% de los casos.
“Podemos concluir que, respecto a la relación con el mercado de trabajo, el coste de tener hijos solo recae sobre las mujeres”, dice el equipo investigador. En el caso del País Valenciano, un 77,4% de las familias monoparentales, tres de cada cuatro, son 'monomarentales'.
De acuerdo con el estudio, si bien el riesgo de pobreza o exclusión social en España era de un 29,2% en 2014, el porcentaje ascendía hasta el 53,3% al hablar de exclusión de familias con una sola persona a su frente e hijos dependientes. A partir de esas cifras, el artículo analiza la posición laboral que ocupan las personas que encabezan familias monoparentales valencianas.
El trabajo está basado en una muestra de 4, 1 millones de personas en el conjunto español, de las cuales 381.342 residen en el País Valenciano, extraída del Censo de Población y Viviendas de 2011 del Instituto Nacional de Estadística. A partir del estudio de la posición en el mercado de trabajo de la muestra, ofrece un análisis sobre el impacto laboral de variables como ser mujer, no tener pareja y tener hijos menores de seis o dieciséis años, así como el cruce de datos que permite valorar la situación de exclusión de la 'monomarentalidad'.
Una mujer que encabeza una familia monoparental, con un hijo o hija dependiente menor de dieciséis años, tiene más posibilidades de acabar trabajando en contratos temporales, con salarios por debajo de la media, de estar en el paro o de desarrollar ayuda familiar no remunerada. Este hecho es todavía más cierto cuando la edad de los hijos es inferior a los seis años, indica la investigación.
No obstante, el artículo señala que el perjuicio se da en la convergencia de las variables, puesto que tener hijos, con independencia del sexo del progenitor, así como tener pareja o no, no producen efectos significativos sobre la posición en el mercado laboral. Por lo tanto, estas variables son constitutivas de exclusión sólo en el caso de las mujeres, que conforman un grupo laboralmente segregado cuando se encargan de hijos en edad dependiente pero no tienen pareja.
El estudio concluye que la precariedad laboral tiene rostro femenino. Es por este motivo que los autores se cuestionan que el statu quo de las relaciones –tanto de pareja, como de género, como familiares– se pueda mantener en el futuro. Teniendo en cuenta que el bienestar depende de las rentas del trabajo, plantean que la sociedad corre el riesgo de avanzar hacia una generación de mujeres para las cuales tener hijos sería un sacrificio al que no estarían dispuestas, no mientras se mantenga una perspectiva de empeoramiento de las condiciones laborales.
Un planteamiento que, según el trabajo, “pone en evidencia que, a pesar de los discursos individualizadores de la estructura social, en este caso el género tiene consecuencias desiguales en la vida de las personas que el Estado de bienestar no palía”.
Actualidad Laboral / Con información de Sinc