Una vez que el desarrollo de una trayectoria laboral exitosa te lleva te a liderar tu propia empresa, hay que tratar de seguir patrones y consejos que te ayudarán a convertirte en un jefe de hoy en día. Un jefe bueno y querido por sus empleados. Un líder fuerte, inspirador, transparente.
Muchos de los grandes emprendedores, cuando montan sus propias empresas, en parte lo hacen porque no quieren trabajar para nadie más. Están hartos de jefes-villanos y de malas experiencias. Esto, con el paso del tiempo se traduce en un recordatorio constante de lo que no se quiere hacer o llegar a ser. Lo que podríamos llamar "modelado opuesto", como apunta Robert Glazer, fundador y director ejecutivo de Acceleration Partners, en un artículo para Medium.
Este modelo opuesto es una mirada en el espejo. Una mirada en la búsqueda del reflejo más opuesto a lo que ya hayas sufrido. La búsqueda de los movimientos de un antiguo jefe que no vas a repetir. Unos movimientos que te han aleccionado en positivo. Y de estas lecciones aprendidas, Glazer destaca cuatro en concreto:
Erik Huberman ahora es CEO y fundador de Hawke Media, pero tiempo atrás trabajó para un jefe que resultó ser irrespetuoso, grosero y, en definitiva, falso. A través de un canal le juzgaba por algo en concreto y por otro acababa restándole importancia al asunto. Eso melló en su actitud de cara al equipo. Y perdió su confianza.
Pero aprendió algo muy importante de cara a su nueva empresa: “a respetar a las personas que me rodean. Si voy a pedirles a los miembros del equipo que cuiden mi espalda, también tengo que demostrar que yo cuido la suya ", asegura Huberman a Glazer.
Puedes decir que la empresa está bien aunque sea un desastre. Puedes pensar en el gran compromiso del equipo aunque sus voces digan lo contrario. Puedes venderle la moto a tus empleados, pero si no les escuchas, estás cometiendo el más grave de los errores. “Al hablar y no escuchar, un CEO comunica que las preocupaciones de sus empleados no son importantes”, asegura Glazer.
“Aunque los arrebatos emocionales no pertenecen al lugar de trabajo, el estoicismo erige barreras. Expresar emociones apropiadamente genera confianza y le da a otros la luz verde para mostrar sus propios sentimientos”, comenta Glazer.
El mismo Glazer sufrió a un jefe que no solo no escuchaba, si no que reprobaba cualquier idea ajena a sus procesos mentales. “Cuando arranqué mi propia empresa, establecí una política para escuchar los comentarios de los empleados. He obtenido muchas ideas excelentes de mi equipo, así que estoy agradecido por esta mala experiencia anterior”, asegura Glazer. Así que si quieres ser un buen jefe, no olvides aprender de las propias experiencias. Incluso de las más desagradables.
Actualidad Laboral / Con información de La Información