Todos conocemos el concepto de liderazgo, pero lo cierto es que es un término cuyas connotaciones solemos interpretar cada uno a nuestra manera. Para algunos un buen líder es alguien que sabe delegar y deja libertad de actuación a sus subordinados; para otros, por el contrario, es alguien que marca claramente las directrices y lo que hay que hacer.


Pero ser el líder conlleva más cosas que tomar decisiones. Por ejemplo, puedes no ser el jefe de un departamento pero sí el responsable de un proyecto. En ese caso ¿qué hay que hacer para movilizar e implicar a tu equipo? ¿cómo hay que actuar cuando se producen imprevistos?



Son preguntas que a veces resulta difícil responder con una solución común. Ante situaciones similares los líderes reaccionan y desempeñan su rol de manera diferente. Pero quienes han tenido la oportunidad de trabajar con varios de ellos, identifican cuatros estilos de liderazgo más o menos estandarizados. No significa que unos sean mejores que otros, sino que ofrecen distintas soluciones y alternativas para cada empresa, proyecto y necesidad. Por regla general, los directivos y jefes no pertenecen a un solo grupo, sino que todos tienen rasgos de diferentes estilos.


¿Te identificas con alguno?


El emprendedor clásico


El emprendedor clásico es ese líder capaz de lograr más cosas con menos recursos que el resto. Variables como los costes, la calidad, los márgenes de beneficios y el ahorro son las únicas métricas que le preocupan y su objetivo principal es desarrollar productos e ideas que den la sorpresa en el mercado. Su potencial queda evidenciado sobre todo cuando tiene que dar un pitch y presentar su compañía o cuando se enfrenta a una negociación y si tiene que enfrentarse a un cliente descontento o se plantea vender su compañía, lo que más le preocupará será el aspecto financiero o los costes.


El misionero moderno


Más allá del éxito empresarial, a este tipo de líder le preocupa aportar algo a la sociedad y dejar huella en ella. No se toma la gestión de la compañía como una carrera por superar a los demás sino como el reto de ofrece algo distinto y de valor. Por eso para él prevalecen los valores de la empresa y el equipo humano sobre el beneficio económico (que también es relevante, pero no tanto). Por eso están más predispuestos a asumir riesgos que los emprendedores clásicos.


El solucionador de problemas


Por encima de todo cree en el valor y el poder que otorga la experiencia. No duda de que las tecnologías disruptivas y la innovación puedan ayudar a redefinir modelos de negocio y a identificar oportunidades, pero lo que realmente sirve para pronosticar si algo funcionará o no es lo que nos enseñan las experiencias pasadas. Aunque escuche los consejos de quienes le rodean, finalmente se guía por lo que ha ido aprendiendo. Confía en sí mismo y por eso el solucionador de problemas es un líder que no teme enfrentarse a las dificultades y proponer soluciones.


El que busca soluciones diferentes


Este estilo de liderazgo es el que ejercen aquellos directivos o responsables que intentan dar con soluciones y propuestas originales y diferenciadoras; por eso creen que éstas vendrán de las situaciones más inesperadas, a las que no temen. Por muchos conocimientos y experiencia que tengan, prefieren probar cosas nuevas para encontrar respuestas alternativas. No es que se desentiendan de sus responsabilidades, pero están convencidos de que el éxito de la empresa depende del trabajo y la aportación de todo el equipo. Es el tipo de líder que deja libertad de actuación y es humilde, aunque no por ello menos ambicioso.


Actualidad Laboral / Con información de TicBeat