El ser humano ha llegado hasta donde ha llegado, básicamente, a fuerza de innovar e inventar.


Al menos, así lo ve Bill Aulet, director del Centro Martin Trust para el Emprendimiento del MIT, la escuela de negocios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), una de las instituciones educativas más reputadas del mundo.


"Todos los seres humanos nacen emprendedores; no sobreviviríamos si no lo fuéramos", explica Aulet en un artículo difundido por la propia institución. Desde sus primeros días, ahonda, "la gente hacía cosas, comerciaba con ellas o prestaba servicios para sobrevivir".


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Así, un resumen de las experiencias de antiguos alumnos del centro Trust ha permitido al MIT hacer un desglose de los 5 tipos de emprendedores que componen su alumnado.


"Estas distintas identidades que hemos encontrado entre los antiguos alumnos también existen en el mundo de los negocios", dice Aulet.


Estos son los 5 tipos de emprendedores según el MIT:


El emprendedor curioso


Todo le genera curiosidad. No teme llegar hasta el final de sus propias reflexiones o ideas, incluso aunque estas en ocasiones puedan conducir a la conclusión de que la idea inicial que tenía sobre un proyecto era un error.


Interesado en aprender, el emprendedor curioso indaga acerca el propio proceso de emprendimiento, cuestiona todos sus procesos y trata de llegar al corazón mismo de la innovación.


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El emprendedor curioso suele ser el punto de partida de una trayectoria diferente, alejada de lo convencional y lo esperable.


El emprendedor preparado


Lo tiene claro. Tiene la actitud, la ilusión, las ganas, la idea, el nicho de mercado al que se quiere dirigir y el conocimiento. Por tener, tiene incluso hasta el equipo y la tecnología con la que quiere embarcarse en la aventura de emprender.


No obstante, le falta lo fundamental, la financiación. El emprendedor preparado ha pasado los últimos años perfilando con mimo su proyecto y sabe perfectamente cómo lo quiere desarrollar, pero antes de ponerse manos a la obra necesita un pequeño empujón.


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Muchas veces, es una simple cuestión de tiempo. El emprendedor preparado es rara avis especialmente cotizada entre los fondos de inversión, que adoran a los emprendedores decididos y con un plan de negocios claro, fiable y realista.


El emprendedor recién llegado


En muchos aspectos, es la otra cara de la moneda del emprendedor preparado. ¿Tiene clara una idea de su negocio? No. ¿Sabe en qué quiere emprender? Es posible que tampoco. ¿Tiene una idea vaga, al menos, de qué sector puede ser el más indicado para él? Algunos, ni eso.


El recién llegado no sabe casi nada sobre su propio negocio, pero se conoce bien a sí mismo. Sabe cuáles son sus puntos fuertes y débiles, qué cosas sabe hacer y qué cosas deberá delegar.


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Pero sobre todo, el recién llegado posee un par de poderosas armas: la inquebrantable voluntad de emprender y una fe casi insensata en sus posibilidades. Menos es nada.


El animador


¿Qué hubiese sido de Don Quijote sin Sancho Panza? ¿De Batman sin Robin? ¿Del rey Arturo sin el mago Merlín? ¿De Han Solo sin Chewbacca? Hay quien, más que para liderar, nace para ser número 2. Y menos mal.


El animador no tiene muy claro que tenga lo necesario para embarcarse en solitario en un proyecto personal.


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Sin embargo, sí tiene clara una cosa: es una persona leal, y está dispuesto a esforzarse al máximo con tal de que un proyecto en el que él participa salga adelante, aunque la gloria se la lleve otro.


El animador es el mejor promoviendo el espíritu empresarial y fomentando el compañerismo y las buenas vibraciones en el seno de la compañía mientras, de manera discreta, apaga unos cuantos fuegos. Una personalidad insustituible.


El emprendedor corporativo


¿Empezar un proyecto desde cero, sin que nadie sepa de él y levantarlo de la nada para que, en cuanto la idea triunfe, otros la copien o una empresa más grande devore la empresa?


Eso no está hecho para el emprendedor corporativo, que quiere jugar desde el principio con los grandes.


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En mitad de la explosión del mundo de las startups, al trabajador corporativo lo que le seduce de verdad es la idea de trabajar para una gran empresa.


No es que tenga ideas convencionales, pero sabe que el prestigio no se levanta en una mañana. Está dispuesto a aplicar su propia manera de entender la innovación para hacer todavía más grande una empresa que ya lo sea.


Actualidad Laboral / Con información de Business Insider