Los despidos que arrasaron Google durante el mes de enero lograron 2 grandes cosas. En primer lugar, los recortes de plantilla han acabado con la ilusión de que los gigantes tecnológicos son completamente inmunes a los imprevistos económicos, rompiendo por el camino con esa famosa cultura corporativa que animaba a los empleados a percibir su trabajo casi como un estilo de vida.
En segundo lugar, los recortes han llevado a varios centenares de empleados de Alphabet, la matriz de Google, a afiliarse al pequeño pero incipiente Sindicato de Trabajadores de Alphabet, indica Emma Kinema, una de las principales impulsoras de la Campaña para Organizar a Empleados Digitales (CODE-CWA, por sus siglas en inglés), que ayuda a organizar este tipo de colectivos.
El hecho de que grandes compañías de la talla de Microsoft, Meta, Google o Salesforce hayan recortado sus gastos a través de despidos masivos y de reestructuraciones, ha provocado que sea el momento adecuado para que los empleados del sector se organicen y exijan un mejor trato por parte de sus empresas, según explican varios expertos laborales.
"Estos despidos suponen un momento culminante, en el que las gafas de color de rosa se hacen añicos", señala Kinema. "En muchos sentidos, está ayudando a generar un punto de inflexión en esta industria, en el que la gente está empezando a normalizar la idea de organizarse".
En Estados Unidos, las tecnológicas han logrado esquivar la sindicalización en las últimas décadas, ya que los elevados salarios y las generosas prestaciones han anulado la necesidad de emprender acciones colectivas. Sin embargo, la recesión en ciernes está llevando a esos mismos trabajadores a reclamar su poder de decisión.
El nivel de apoyo a los sindicatos en Estados Unidos se encuentra en su nivel alto en más de medio siglo, con un 71% de los empleados estadounidenses que dice aprobar los sindicatos, según una encuesta del mes de agosto. Aun así, no queda claro que se vaya a dar una ola de sindicalismo en Silicon Valley como ha ocurrido con la gran cantidad de locales de Starbucks que se han sindicado.
Algunos de los mayores retos pueden ser el clásico enfoque de los sindicatos y de las negociaciones colectivas, que no terminan de aplicarse al sector tecnológico, en el que existen muy pocos precedentes y no queda claro cuál es la forma correcta de actuar.
Además, en un mercado laboral cada vez más competitivo, los trabajadores pueden mostrarse reticentes a correr riesgos, lo que podría frenar la ola de sindicalización justo cuando más se necesita, según los expertos.
"Estamos al borde de una nueva ola de sindicalización", afirma Susan Schurman, catedrática de Trabajo de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey. "La pregunta que me surge es qué tipo de organizaciones se van a crear. Porque muchos de los sindicatos y de las estructuras sindicales que tenemos ahora no van a ser eficaces en lo que se denominan industrias basadas en el conocimiento".
La acción colectiva en el sector ha ido creciendo
La sindicalización y la acción colectiva en la industria tecnológica van muy por detrás de otros sectores, en parte porque la tecnología en sí es una industria relativamente nueva y en parte porque los factores que solían motivar la sindicalización en el pasado, como los bajos salarios o la escasez de incentivos, no han afectado particularmente a los empleados del sector.
Sin embargo, Schurman y otros expertos consideran que en los últimos años ha aumentado la acción colectiva. Existen iniciativas de sindicalización como el Sindicato de Trabajadores de Alphabet, al que puede afiliarse libremente cualquier trabajador del gigante tecnológico.
En los últimos años también se ha podido ver cómo los empleados de Salesforce, Google y otras compañías se han unido entre sí para reclamar a sus directivos que no se emplease su tecnología para el desarrollo de cuestiones que los trabajadores consideraban poco éticas.
En el caso de Salesforce, la firma de software que está detrás de herramientas como Slack, los trabajadores le escribieron una carta en el 2018 a Marc Benioff, su CEO, en la que expresaban que —bajo su criterio— la empresa no debería vender su tecnología a los servicios de aduanas y a las patrullas fronterizas estadounidenses.
También en el año 2018, los empleados de Google protestaron ante sus responsables por un contrato que su organización había firmado con el Pentágono y que llevaba por nombre Proyecto Maven. Este proyecto consistía en utilizar la inteligencia artificial desarrollada por la compañía para analizar imágenes de vigilancia de drones.
Estos ejemplos muestran un cierto interés por la acción colectiva en el sector, según los expertos, una acción que podría estar sentando las bases de lo que vendrá.
Los despidos les llevan a replantearse su relación con la empresa
Los recortes de plantilla de los últimos meses han puesto a los trabajadores sobre aviso y han reavivado su voluntad de exigir más a sus directivos, apuntan los organizadores sindicales.
Hayden Lawerence, ingeniero de software en Google y miembro del Sindicato de Trabajadores de Alphabet, asegura que los despidos han despertado en sus compañeros un mayor interés por la organización y el sindicalismo.
"Sin duda ha hecho que la gente esté más abierta a la idea de la acción colectiva", afirma Lawerence. "Hemos visto cómo despedían a muchos empleados de alto rendimiento. Así que creo que eso dejó claro a la gente que su rendimiento individual ya no es suficiente".
Los trabajadores tecnológicos se han inspirado en los empleados de mantenimiento de sus respectivas compañías, muchos de los cuales se han sindicado en los últimos años, asegura Kinema, de Code-CWA. La gente cada vez es más consciente de que todo el mundo está en el mismo barco y afrontan el mismo riesgo de ser despedidos en caso de recesión.
De ahí que el Sindicato de Trabajadores de Alphabet esté abierto a cualquier tipo de trabajador, defienden sus responsables, ya seas un empleado a tiempo completo, un autónomo o un proveedor. "Hay algo muy poderoso en tener a trabajadores de todas las áreas y de todas las condiciones de Alphabet, organizándose todos juntos de una forma u otra", sostiene Kinema.
A pesar del cambio de actitud, aún quedan obstáculos por delante
A pesar de que se haya producido un cambio de mentalidad, en las empresas que carecen de una macroestructura como la que tiene Google es más difícil organizarse. Además, los recortes de plantilla han hecho que la gente se ponga nerviosa por la seguridad de sus respectivos puestos y eso hace que tengan miedo a sufrir represalias.
En el caso de las organizaciones que cuentan con un modelo de trabajo híbrido o a distancia, también es más difícil coordinarse, explica un trabajador del sector que ya ha organizado a sus compañeros en esas circunstancias. Este empleado, que forma de una gran compañía tecnológica que ha sufrido despidos recientemente, ha pedido no ser identificado al estar hablando de temas delicados.
La paradoja que se da aquí es que, conforme las tecnológicas presionan a sus plantillas para que vuelvan a las oficinas, también podrían estar conduciendo a esos mismos trabajadores hacia una acción colectiva o a la formación de un sindicato, porque la gente sigue queriendo contar con políticas de trabajo flexibles, señala este trabajador tecnológico.
En última instancia, según los expertos, los empleados solo quieren tener voz en un sector que cambia a pasos agigantados. "Esta industria ha disfrutado de una verdadera máscara", de tal forma que "si has tenido la suerte de trabajar en ella, te han tratado realmente bien", concluye Kinema. "Creo que los recortes han hecho que esa máscara se caiga".
Actualidad Laboral / Con información de Business Insider