El concepto de austeridad puede ser tremendamente relativo. Para usted o para mí puede significar cenar en casa un sábado por la noche en lugar de salir a un restaurante, o perder una tarde entera frente al ordenador para ahorrar unos euros en ese vuelo, o esperar a las rebajas para comprar unos zapatos que se escapan de presupuesto.
Sin embargo, en el contexto de un multimillonario puede significar algo tan simple como ir al trabajo en camiseta y vaqueros, conducir un Toyota o, en algunos casos, prescindir del jet privado para regresar a casa de las vacaciones. Muchos de los personajes insultantemente ricos que son sospechosos habituales en nuestras listas tienen sus pequeños gestos de austeridad; misteriosamente todos ellos son triunfadores hechos a sí mismos y generosos filántropos.
Warren Buffett, CEO de Berkshire Hathaway, inversor de inversores y tercer hombre más rico del mundo continúa viviendo en la misma casa que compró por 31.500 dólares en 1958, hace cincuenta y ocho años. Además, su dieta consiste en cinco Coca-Colas al día, Cheetos y patatas de bolsa. En una entrevista en 2014, el Oráculo de Omaha explicó que su calidad de vida no dependía del dinero que tuviese: "Mi vida no podría ser más feliz. De hecho, sería bastante peor si tuviese seis o siete casas. Tengo todo lo que necesito tener, y no necesito nada más porque no supondría ninguna diferencia".
Mark Zuckerberg, co-fundador y CEO de Facebook, conduce un Volksvagen manual. Pese a su estatus de uno de los hombres más ricos y poderosos de nuestros tiempos, Zuckerberg lleva una existencia sencilla con su mujer Priscilla y su hija recién nacida. Nunca ha renunciado a su uniforme de vaqueros y camiseta gris lisa. Según sus propias palabras "Quiero limpiar mi vida de manera que las únicas decisiones que tenga tomar estén enfocadas a servir a la comunidad de la mejor forma posible".
Carlos Slim Helú, fundador del Grupo Carso, que amasa una fortuna de unos 23.500 millones de dólares, lleva viviendo más de 40 años en la misma casa. En una entrevista a Reuters explicó que, para él, la riqueza "es como una huerta: lo único que hay que hacer es hacerla crecer, reinvertir para hacerla más grande, o diversificarse en otras áreas". El que es, con mucho, el hombre más rico de México, reniega de las extravagancias propias de su condición como jets privados o yates, y conduce un viejo Mercedes-Benz. Esta filosofía trata de implantarla también en sus empleados, en cuyas agendas suele escribir "mantén la austeridad en los tiempos prósperos; es decir, cuando la vaca está gorda de leche".
Charlie Ergen, chairman de Dish Network, continúa llevándose una bolsita con su comida cada día a la oficina. Además, cuando viaja por trabajo suele compartir habitación con sus colegas para aminorar costes. El propio Ergen achaca su austeridad congénita a la infancia de su madre, que vivió durante la Gran Depresión.
Amancio Ortega, fundador de Inditex, come cada día con sus empleados en la cafetería de la sede de Zara. Bien es sabido el celo con el que el segundo hombre más rico del mundo protege su vida privada, tanto como su aversión al lujo y los eventos sociales. Al más puro estilo Zuckerberg, no varía su uniforme de trabajo desde hace años: camisa Oxford, pantalón gris y zapatos castellanos.
Ingvar Kamprad, fundador de Ikea, viaja en compañías low-cost y coge el autobús diariamente. Kamprad es el segundo hombre más rico de Europa, pero nunca lo adivinarías si se sentase a tu lado en la clase turista del avión, en la cafetería de una tienda IKEA. Cuando no conduce su viejo Volvo, Kamprad, que ya tiene 89 años, coge el autobús.
Azim Premji, chairman de Wipro Limited, conduce coches de segunda mano y siempre recuerda a sus empleados que apaguen la luz de la oficina. El hombre más rico de la tecnología indio es tan austero que de él se ha llegado a decir que "hace que el Tío Gilito parezca Santa Claus". Su fortuna de 16.500 millones de dólares no le ha impedido coger una bici-taxi para volver a casa desde el aeropuerto o estar pendiente del consumo de papel higiénico en sus oficinas. Además, viaja en clase turista y sólo conduce coches de segunda mano.
Actualidad Laboral / Con información de Forbes