16-05-2018
Parece más propio de una serie de ciencia ficción distópica estilo 'Black Mirror' que de la realidad, pero no. Varias empresas punteras de todo el mundo están comenzando a tomarse demasiado en serio la voluntad de querer espiar, rastrear y conocer todo sobre sus trabajadores. Algunas de ellas ya han traspasado el límite infranqueable de toda persona: la piel. El último año, Three Square Market, una empresa norteamericana de venta de máquinas expendedoras realizó un evento llamado "la Fiesta del Chip". Durante ese día, toda una larga fila de trabajadores desfilaron ante un técnico contratado por la empresa que les insertó un dispositivo del tamaño de un grano de arroz entre el pulgar y el índice. Con él, los empleados podían usarlo para abrir puertas de seguridad, iniciar la sesión de sus ordenadores y realizar pagos en las máquinas expendedoras de la compañía, según informa 'The Guardian'.
Al principio, el CEO de la compañía Todd Westby, pensó en implantarlo solo en cinco o seis personas, pero de las 90 que trabajaban en su sede, 72 están ya monitorizadas por estos diminutos aparatos electrónicos. Y esto solo es el principio. La empresa acaba de lanzar una app que combina el chip con el GPS del teléfono, lo que permite rastrear la ubicación del implante a todas horas todos los días del año. Bienvenidos al '1984' laboral.
"Los empleados han sido observados desde siempre en su entorno laboral y la tecnología siempre ha sido el medio", afirma André Spicer, profesor de comportamiento organizacional en el Cass Business School en un artículo de 'The Guardian'. "Pero donde alguna vez fue un capataz con cronómetro o una tarjeta para registrar la entrada y salida, ahora todas esas cosas físicas se están llevando a la tecnología digital. Refleja datos que no se podían capturar en el pasado, como cuántas teclas presionan las personas, qué miran en la pantalla mientras trabajan o qué tipo de lenguaje están usando. Y, además, ahora la vigilancia se extiende fuera del entorno laboral", advierte.
Pero no todo son microchips. También hay dispositivos mucho más ostentosos y llamativos. Como por ejemplo, en China , cuyas compañías están ideando formas cada vez más extrañas e intrusivas de controlar al capital humano. Hace unas semanas, el diario 'Oddity Central' informó de que algunas empresas del gigante asiático están implantando cascos y sombreros con sensores para examinar las ondas cerebrales de los trabajadores y detectar fatiga, estrés e, incluso, emociones como la ira. El Ministerio del Amor orwelliano en plena esencia.
Otras empresas tecnológicas venden productos que pueden tomar capturas de pantalla cada cierto tiempo, controlar el número de pulsaciones de teclas y también realizar fotografías de sus trabajadores en su escritorio usando las cámaras web de sus computadores. Un hecho que también se extiende hasta su vida privada, ya que el software puede rastrear todo ello de forma remota en caso de trabajar desde casa. El programa monitorea el uso de las redes sociales y hasta puede instalarse en los teléfonos móviles de los empleados para descifrar aplicaciones encriptadas como WhatssApp.
Cada innovación tecnológica ha traído consigo una nueva forma de vigilar. La identificación de radiofrecuencia (RFID), por ejemplo, está siendo utilizada ahora por las empresas para seguir a sus trabajadores por todo el edificio, registrar con quién interactúan y si pasan demasiado tiempo en los retretes. La industria del 'Biotracking' permite a los jefes contar el número de pasos que un empleado da en un día, su ritmo cardíaco, lo que comen y beben, cuánto duermen e, incluso, sus niveles hormonales.
No tan esclavos
Lo más sorprendente de todos estos avances no es el afán de los jefes por vigilar a sus empleados, sino el alto grado de disposición que estos demuestran. En los primeros años de Internet, la vigilancia era percibida como algo malo que a menudo resultaba beneficioso ya que nos proporcionaba seguridad. Hoy en día, el hecho de estar tan expuestos nos ha dejado de resultar como algo nocivo para nuestro día a día. “Muchos empleados creen que las últimas formas de vigilancia digital son 'geniales'”, avisa Spicer en otro artículo de 'The Guardian'. Sin ir más lejos, en la antes mencionada compañía de máquinas expendedoras, los trabajadores se ofrecieron voluntarios para recibir el chip. “Este entusiasmo es compartido por decenas de miles de asalariados que voluntariamente han comenzado a usar dispositivos que su empresa les ha otorgado para rastrear su actividad física”, puntualiza.
Una de las razones de este nuevo Gran Hermano laboral que Spicer señala en su artículo es que la tecnología ofrece a los empleados “la oportunidad de comprenderse a sí mismos”. Es decir, parece que resuelve una de nuestras demandas existenciales más profundas, alimenta el “impulso narcisista de explorar lo más fascinante de nuestras vidas: nosotros mismos”. Tras la recopilación de datos en tiempo real, existe “la esperanza de que podamos mejorar y cumplir con las demandas generalizadas de estar en mejor forma, más sanos y ser más productivos”. Otro dato que demuestra claramente que el individuo del siglo pasado ya no es el mismo que el de ahora. La historia de las tecnologías y la publicidad narcisista expedida de forma masiva nos han cambiado por completo. Tal vez cabría preguntarse si podría haber marcha atrás.
“Piense en sus amigos de Facebook, que regularmente suben a la red social datos de su rutina de ejercicios”, explica el profesor. “Comparten información íntima con la esperanza de obtener a cambio unos cuantos 'Me gusta'”. Del mismo modo, probablemente a los empleados les satisfaga compartir información íntima con su jefe: “Quieren sentirse como si alguien los estuviera mirando y se interesase por su vida”, declara Spicer.
Pero… ¿esto es legal?
Si cuando accedes a una red social tienes que clicar sobre una pestaña en la que aceptas las políticas de privacidad y el uso de datos personales, ocurre igual en el caso del monitoreo por imágenes a través de la cámara web. “Se debe informar al trabajador de antemano, así como el fin para el que usarán las imágenes y cómo se guardarán”, asegura Philp Landau, experto en derecho laboral y socio de Landau Law Solicitors. En cuanto al rastreo por GPS, “una empresa puede rastrear cualquier vehículo de su personal”. Sin embargo, indica Landau, “los datos que se recopilan solo se deben utilizar para los fines de gestión de la compañía, nunca se permite encender ningún dispositivo GPS si el empleado usa el vehículo por razones personales fuera del trabajo”.
Amazon es otra de las empresas punteras en este tipo de tecnologías, pero en vez de usar un aparato tan intrusivo como el microchip, lo hace con pulseras que rastrean las ubicaciones de los trabajadores en el almacén. “Llevamos este dispositivo de mano que registra nuestra productividad en todo momento ”, afirma James Bloodworth, un periodista que pasó un mes trabajando para Amazon y contó su experiencia en un libro. “Cada vez que recogía un artículo, saltaba el temporizador de cuenta regresiva que medía el tiempo que tardaba en pasar al siguiente. También recibías advertencias que te alentaban a aumentar tu productividad. Eres constantemente rastreado y calificado”, señala. Además, los trabajadores tenían que pasar por escáneres de seguridad estilo aeropuerto al principio y al final de los turnos, así como también para llegar a las áreas de descanso. “Ir al baño fue descrito como 'período de inactividad'”, hasta el punto que Bloodworth encontró en una ocasión “una botella de orina en uno de los estantes”.
Evidentemente, Amazon negó tales afirmaciones. “Los dispositivos de escaneo son comunes en todo el sector logístico y de almacenes, y están diseñados para ayudar a nuestra gente a desempeñar sus funciones. Todos nuestros empleados tienen fácil acceso a las instalaciones sanitarias, que se encuentran a pocos pasos de su lugar de trabajo, pueden usar el baño cuando sea necesario, no controlamos las pausas”, declaró la empresa ante las duras aseveraciones de Bloodworth.
Los conductores Uber
James Farrar es el presidente de United Private Hire Drivers y el famoso conductor de Uber que ganó una batalla legal contra la compañía el año pasado por los derechos de los conductores. "Recopilan muchísima información", avisa. "Una de las cosas de las que te informan diariamente es cómo ha sido de buena la aceleración o la frenada. Luego, obtienes una calificación. Lo que más me preocupa es que esta información se está incorporando a un algoritmo de despacho. Deberíamos tener acceso a los datos y entender cómo se usan", manifiesta el presidente de la asociación.
La réplica de Uber es que el monitoreo se usa para ofrecer "un viaje más suave y seguro, y para informar a sus trabajadores de cómo conducen". De todos modos, "no toda la vigilancia es mala", según Farrar. Hace tiempo que fue agredido por un cliente y ahora está pidiendo cámaras de vigilancia en todos los vehículos con el objetivo de mejorar la seguridad de él y sus compañeros.
Actualidad Laboral / Con información de El Confidencial