“Soy millenial, no soy irresponsable, no pedí un puesto directivo a los 20 y no creo en el trabajo fácil pero sí en el salario emocional que me remunere lo suficiente para dar no solo mi tiempo sino mis conocimientos a una empresa que los aprecie, los utilice y mi rete al hacerme enfrentar y crecer con nuevos retos”.

Actualmente los viejos corporativos la tienen difícil a la hora de querer conservar el talento millenial. Esta generación a la que pertenezco, somos una generación de cambios. Quizá la primera que habla y se revela de frente con su jefe y con la compañía para pedir no solo una equitativa remuneración económica sino un salario emocional que nos brinde calidad de vida.

Y es que, ¿qué nos detendría? Los que realmente nos hemos comprometido con nuestro crecimiento profesional, hablamos por lo menos fluidamente dos idiomas, tenemos licenciatura, maestría, experiencia, conocemos mundo, hemos laborado por lo menos en tres empresas y, dominamos Internet entendiéndolo como un canal global de oportunidades de empleo fijas y otras propias.

A la hora de tomar decisiones, nos basamos no sólo en lo profesional, también lo hacemos en un esquema de valores personales y metas que a ambos campos atañen.

Muy a pesar de estar en posiciones senior o contar con puestos influyentes, se calcula según estadísticas, que muchos abandonaremos nuestros empleos actuales a más tardar en 2020 por cuestiones de mejoras en puestos de mayor liderazgo, emprendimiento o potenciar actividades que nuestros empleos actuales no nos brindan.

Aunque para nuestros padres esto significa inestabilidad, para nosotros, que pertenecemos a esta generación, significa reconocimiento de nuestros talentos y una nueva manera de trabajar y/o hacer negocios.

Ya no vemos a nuestro equipo de trabajo como subordinados, los vemos como compañeros con los que laboramos de la mano y con los además, somos amigos.

Queremos invertir nuestro tiempo de manera diferente para el desarrollo profesional y de las empresas buscando el empoderamiento.

Aunque en un principio, el salario económico es el que nos atrae, lo que hará que nos quedemos y que demos el máximo, sin duda será el emocional. No es casualidad que precisamente por ello, las startups que brindan mayor flexibilidad en el trabajo y un modo de laborar diferente estén llenas de nuestra generación y que además, jugando ganar-ganar, crezcan como la espuma en la economía actual.

Este salario del que hablo ­(el emocional­), debería brindar tres pilares básicos:

  •  Balance de vida. Esquema de trabajo flexible, beneficios de salud, integración de la familia y oportunidades de esparcimiento y recreación.

  • Bienestar psicológico. Reconocimiento, autonomía, retos profesionales y transcendencia en la comunidad.

  • Oportunidades de desarrollo. Capacitación, desarrollo del talento, coaching, mentoring y plan de carrera.


Pues bien, aquellas empresas que tienen mucha rotación de personal, o aquellos jefes que están teniendo fugas de talentos, quizá deberían analizar cómo aumentar este tipo de salario que al final será el que nos retenga y por el cual nos pondremos la camiseta sin chistar.

Actualidad Laboral / Con información de Entrepreneur