En América Latina y el Caribe 140 millones de trabajadores (51 % del total de personas ocupadas) laboran en el sector informal y han sido fuertemente impactados por la Covid-19. Pero, a menudo desde las calles, toman el pulso de la crisis y asumen nuevas tareas o emprendimientos para hacerse con el sustento diario de sus familias.
Desatada la pandemia en marzo de 2020, se perdieron en la región 49,6 millones de puestos de trabajo, tanto formales como informales, y de ellos 23,6 millones ocupados por mujeres, según datos del último panorama laboral de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), publicado en febrero.
La informalidad “continúa siendo una de las características más importantes de los mercados de trabajo de la región”, señaló a IPS desde la sede regional de la OIT en Lima la argentina Roxana Maurizio, especialista en economía laboral del organismo.
Estudios de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, han mostrado que, de ese 51% de trabajadores en la informalidad, hasta 37% se ocupan en el sector informal de la economía, más de 10 % en el sector formal y 4 % dentro de los hogares.
En la práctica, “una de cada dos personas ocupadas en la región está en condiciones de informalidad”, según la OIT y un tercio labora por cuenta propia, de acuerdo con la Cepal.
La OIT considera empleo informal todo trabajo remunerado (tanto el autoempleo como el empleo asalariado) que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos. Para los trabajadores que lo realizan, añade, la remuneración depende directamente de los beneficios derivados de los bienes o servicios producidos.
Actualidad Laboral / Con información de Estrategia y Negocios