La primera ministra británica, Theresa May, viajó a Bruselas el jueves para rogar a los líderes de la Unión Europea que cambien el acuerdo del Brexit que negoció el año pasado y así poder lograr su ratificación en el Parlamento local, después de que los políticos europeos ofrecieran pocas esperanzas sobre su disposición a hacerlo.
El apretón de manos para las cámaras con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, apenas ocultaba la tensión en el ambiente, cuando faltan solo 50 días para la fecha oficial de la salida británica de la UE, sin que se hayan acordado medidas para mantener abiertos los flujos comerciales.
Ninguno de los dos mandatarios hizo declaraciones y un periodista les gritó mientras se retiraban: “¿Es esto el infierno, primera ministra?”.
El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo el miércoles que los promotores del Brexit merecían “un lugar especial en el infierno” por no contar con ningún plan para el proceso, una muestra contundente de la frustración en Bruselas que desató la ira de muchos en Reino Unido.
El Parlamento británico, que infligió al pacto de May con Bruselas la mayor derrota en la historia británica moderna, votó a favor de renegociar el acuerdo y de modificar un mecanismo que en opinión de algunos podría implicar que Irlanda del Norte esté bajo las normas de la UE por tiempo indefinido.
Los líderes de la UE han dicho en repetidas ocasiones que sería imposible reemplazar este mecanismo, conocida como “salvaguarda”, porque es necesario para evitar que se restablezca la frontera física entre la República de Irlanda, país miembro de la UE, e Irlanda del Norte, territorio británico.
A menos que el Parlamento británico ratifique un acuerdo, Reino Unido va camino de abandonar la UE el 29 de marzo sin un acuerdo de transición, un escenario que, según muchas empresas, sería catastrófico para la economía. Otras opciones podrían incluir retrasar el Brexit, celebrar un nuevo referéndum o cancelar por completo el proceso.
May regresará al Parlamento la próxima semana para un debate sobre las negociaciones del Brexit en el que algunos diputados podrían volver a tratar de arrebatarle el control del proceso, aunque es probable que haya una votación sobre la estrategia de la mandataria este mes.
Tanto el Partido Conservador como el opositor Partido Laborista están formalmente comprometidos a materializar el Brexit después de un referéndum de 2016 en el que los votantes decidieron abandonar la UE por un margen de 52-48 por ciento.
Sin embargo, ambos partidos están profundamente divididos internamente sobre cómo llevar a cabo el proceso e incluso algunos de sus miembros se oponen a la salida.
En una carta a May publicada el miércoles, el líder laborista Jeremy Corbyn estableció cinco condiciones para que los laboristas den su apoyo. Entre ellas se incluye una unión aduanera “permanente e integral” con el bloque, algo que May ha descartado.
Corbyn también exigió una alineación estrecha con el mercado único, “acuerdos sin ambigüedades” sobre futuros mecanismos de seguridad y compromisos sobre la participación de Reino Unido en agencias y programas de financiación de la UE.
Actualidad Laboral / Con información de Reuters