Arturo Pérez estaba acostumbrado a llegar a casa exhausto tras su jornada laboral como cuidador en una residencia de la tercera edad. Turnos de ocho horas a cargo de internos con demencia senil y alzhéimer minaban la energía que podía dedicarle a sus tres hijos.

Pero todo cambió cuando la residencia en la que trabajaba, Svartedalens, fue seleccionada para participar en un experimento sobre el futuro del entorno laboral. En lo que constituye un intento de mejorar el bienestar de los trabajadores, se aprobó una jornada laboral de seis horas sin reducción de salario. En apenas una semana, Perez desbordaba energía y los internos afirmaban que la calidad de los cuidados era mayor.

“Lo mejor es que todos somos más felices” dijo Pérez, que es padre soltero. “Y un trabajador feliz trabaja mejor”.

Suecia ha sido a lo largo de la historia un laboratorio de iniciativas para buscar el balance entre trabajo y vida privada como parte de un ideal colectivo que asume que tratar bien a los trabajadores es bueno, sin más. Muchas instituciones suecas utilizan un sistema de horas de trabajo flexible, con bajas de maternidad y paternidad y políticas para el cuidado de los niños que se encuentran entre las más avanzadas del mundo.

El experimento desarrollado en Svartedalens va más allá al optar por una semana de 30 horas obligatoria. Una auditoría publicada a mediados de abril concluyó que el programa había reducido el absentismo de manera importante durante su primer año en vigor. También que mejoró la productividad y la salud de los trabajadores.

Hemos vivido durante 40 años con una jornada de 40 horas semanales y ahora buscamos una sociedad que tenga bajas de enfermedad más altas y jubilación anticipada”, dijo Daniel Bernmar, líder del partido de la izquierda en el ayuntamiento de Gotemburgo, responsable del experimento y que espera convertirlo en pauta política.

“Queremos abrir el debate en Suecia sobre cómo la vida laboral debería basarse en mantener el Estado de bienestar durante los próximos 40 años”, dice.

Larsson, de 33 años, trabaja en un centro de servicio Toyota y dice que gracias a la jornada laborar corta se trabaja “de manera más eficiente”.

Pero en la ciudad hay un movimiento de reacción. Quienes se oponen califican la idea de ser una tontería utópica. Si Gotemburgo, por no mencionar todo el país, adoptara una jornada laboral de seis horas diarias, según ellos, se resentiría la competitividad de la economía.

“Es el tipo de pensamiento económico que ha metido en problemas a otros países de la Unión Europea”, dijo Maria Rydén, la vicealcaldesa de la ciudad, del Partido Moderado, que está en la oposición y lidera la campaña contra el experimento. Sus argumentos: más costes para el contribuyente y que el gobierno no debe inmiscuirse en los lugares de trabajo.

“No podemos pagarle a la gente para que no trabaje”, añadió.

Un modelo similar también ha levantado una fuerte controversia en Francia desde que el gobierno socialista aprobó una semana de trabajo de 35 horas en el año 2000. Las empresas se quejan con el argumento de que ha reducido la competitividad y ha aumentado mucho los costes sociales a la hora de contratar nuevos empleados. Los sindicatos la defienden porque creen que defiende a los trabajadores de jornadas laborales demasiado largas.

La medida, ahora, se enfrenta a tantas lagunas que la mayoría de los trabajadores continúan teniendo una jornada de 40 horas semanales, igual que la media del resto de la Unión Europea y el Presidente François Hollande se enfrenta a huelgas por todo el país debido a su intención de cambiar la ley.

Pero este tipo de problemas no han echado atrás a un gran número de pequeñas y medianas empresas suecas que han decidido poner la idea a prueba. Muchas creen que una jornada laboral más reducida puede disminuir la rotación, reforzar la creatividad del empleado y aumentar la productividad en un nivel suficiente como para compensar el precio de tener que contratar a más personal.

“Pensamos que una jornada laboral más corta nos obligaría a contratar más pero no ha resultado así porque todo el mundo trabaja con mayor eficiencia”, dijo Maria Brath, que hace tres años creó una empresa que optimiza búsquedas en internet con sede en Estocolmo y aplica la jornada de seis horas. La empresa, que tiene 20 empleados, ha doblado sus ingresos y beneficios cada año.

Gabrielle Tikman, una enfermera en el Hospital Universitario Sahlgrenska, considera que la jornada de seis horas la mantiene enfocada y bien descansada.

“Trabajamos menos horas y estamos siempre pensando maneras de hacer más con el tiempo”, dijo.

Sentados en un oficina, abierta y luminosa, sus empleados comenzaron a explorar. “No enviamos mensajes innecesarios ni nos atamos en reuniones”, dijo Thommy Ottinger, especialista en pagos por clics. “Si solo tienes seis horas para trabajar, no malgastas tu tiempo ni el de los demás”.

“Es algo que te cambia la vida”, dijo, antes de añadir que el contexto ha provocado una lealtad feroz dentro del equipo.

En el hospital universitario de Gotemburgo, uno de los más grandes de Europa, sus responsables han tratado de desarrollar un enfoque similar para contrarrestar la sensación de agobio de muchos empleados y para luchar contra el absentismo.

El año pasado, la unidad de ortopedia pasó a 89 enfermeras y médicos a la jornada de seis horas. Contrató a 15 empleados más para compensar las horas de trabajo que se perdían y ampliar las horas de quirófano. El experimento salió caro, unos 123.000 dólares al mes, según su director ejecutivo, Anders Hyltander, pero desde entonces, casi nadie se enferma y tanto enfermeras como médicos son más eficientes.

“Llegué a un punto en el que solo podía trabajar al 80 por ciento de mi capacidad”, dijo Gabrielle Tikman, enfermera quirúrgica. “Ahora es más fácil descansar y dispongo de tiempo en casa para estar con mis hijos. He recuperado toda mi energía”.

Gabrielle Tikman y su hijo, Rasmus. Tikman dice que con la jornada laboral de seis horas es más fácil descansar y tener tiempo en casa para sentarse y hablar de verdad con sus hijos.

La unidad ejecuta un 20 por ciento de cirugías más y ha generado más volumen de negocio en tratamientos como remplazo de cadera que habrían ido a otros hospitales. Las listas de espera se han reducido de meses a semanas y los pacientes han podido regresar al trabajo más rápido y con ello reducen el coste de sus bajas médicas para la economía, según Hyltander.

“Durante años se nos ha dicho que la jornada de ocho horas es lo óptimo”, explicó. “Pero creo que deberíamos retarnos a nosotros mismos y decir: ‘Sí, es así ahora, pero si quieres aumentar la productividad, hay que probar ideas nuevas'”.

El hospital se inspira en un centro de servicio de Toyota que queda al lado. Adoptó la jornada de seis horas hace 13 años para disminuir el estrés de los empleados y las quejas de los clientes sobre el tiempo de espera. El nuevo sistema mantiene el garaje abierto más horas y atrae más clientes.

“Hoy vemos que los empleados están, como mínimo, durante sus seis horas diarias haciendo la misma cantidad de trabajo que hacían antes en ocho”, dijo Martin Banck, el director del centro. “Es un trabajo duro, perforar, reconstruir motores, pero esto refuerza la resistencia y tenemos más beneficios y más clientes porque arreglan los coches más rápido”.

Los empleados dicen que trabajar menos horas los hace más felices. “Ponlo así: es más eficiente”, dijo Matthias Larsson, de 33 años. Gracias a que trabaja menos horas, Larsson puede pasar más tiempo con sus hijos, cocinar, limpiar e ir a hacer las compras mientras su mujer trabaja.

Aunque una jornada de seis horas puede adaptarse bien para organizaciones pequeñas, las empresas más grandes no muestran prisa por aplicarla. Otras ciudades de Suecia que habían probado antes una jornada laboral más corta decidieron abandonarla. En la ciudad de Kiruna, al norte del país, las autoridades municipales dieron marcha atrás con las seis horas para sus 250 empleados después de 16 años de aplicación. La razón: costes altos y resentimiento entre quienes no eran parte del programa.

De vuelta en Svartedalens, Perez espera que no le pase lo mismo. “Nunca soñamos con una jornada laboral de seis horas”, dijo. “Se siente la felicidad al venir a trabajar”.

Ingrid Karlson, de 90 años, se movió en su silla de ruedas. “El personal se comporta de manera diferente. Ellos son más felices y nosotros también”.

Actualidad Laboral / Con información de The New York Times