En un contexto de envejecimiento de la población y de un crecimiento económico persistentemente bajo, pocos gobiernos europeos están haciendo lo suficiente para ayudar a los nuevos migrantes a pasar de empleos precarios y poco calificados a trabajos decentes, sostiene un nuevo informe del Instituto de Políticas de Migración (IPM) y la Organización Internacional del trabajo (OIT).

El informe, “Aiming Higher: Policies to Get Immigrants into Middle-Skilled Work ” (Aspirar a más: Políticas que favorecen la integración de los migrantes en trabajos de cualificaciones medias en Europa), muestra que si bien algunos países han realizado importantes inversiones en políticas de integración en el mercado laboral durante la última década, éstas han estado orientadas principalmente a procurar empleos a los migrantes. Como resultado, estas políticas no han logrado facilitar el avance profesional con el transcurso del tiempo.

“Las previsiones demográficas de Europa indican claramente que los países no pueden permitirse el lujo de desperdiciar el potencial de sus residentes, de dondequiera provengan”, declaró el Presidente de IPM, Emeritus Demetrios G. Papademetriou. “Si bien algunos países han otorgado prioridad a las políticas de integración en el mercado laboral durante los últimos años, una atención mucho menor se ha prestado a la calidad de los empleos, y el avance de los migrantes hacia trabajos de medias y altas cualificaciones sufre un retraso considerable”.

“Como demuestran nuestras conclusiones, a pesar de algunas innovaciones prometedoras introducidas en algunos países, no existe una solución rápida al problema de los migrantes confinados en trabajos de bajas cualificaciones o desempleados”, afirmó Christiane Kuptsch de la OIT. “Sin embargo, fortalecer la coherencia de las políticas de empleo y de migración podría generar beneficios significativos para los trabajadores migrantes, los empleadores y los mercados laborales”.

Las desigualdades relativas al empleo entre los trabajadores nativos y los de origen extranjero no sólo persisten sino que se han ampliado con la crisis económica mundial, con efectos especialmente importantes sobre las mujeres, los migrantes que llegan sin visa de trabajo y los provenientes del exterior de la Unión Europea.

Si bien Europa ha conocido una inmigración considerable durante los últimos 25 años proveniente tanto del continente como fuera de él, la mayoría de migrantes no fue seleccionada por sus competencias y en cambio llegó por medio de canales humanitarios o a través de la reunificación familiar. Muchos de los que llegaron con las calificaciones requeridas encontraron trabajo con facilidad, sobre todo durante el auge económico de los años 2000. Pero muchos de los nuevos llegados han tenido dificultades para avanzar de los empleos de bajas calificaciones hacia posiciones estables, de medias calificaciones; en algunos casos, a pesar de poseer calificaciones y experiencia considerables.

El informe es el resultado de una iniciativa de investigación del IPM en colaboración con la OIT y con el financiamiento de la Dirección General de Empleo, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades de la Comisión Europea. El informe examina el avance profesional de los migrantes recientes en seis países de la UE (Alemania, Francia, España, Suecia, Reino Unido y República Checa) y analiza las políticas relacionadas con la integración y la evolución de la fuerza de trabajo, con especial atención hacia los servicios públicos de empleo, la formación lingüística y profesional.

La publicación describe las dificultades que enfrentan los trabajadores nacidos en el extranjero para acceder al mercado de trabajo durante los primeros diez años a partir de su llegada, con muchos trabajadores que experimentan largos períodos de desempleo, inactividad o estancamiento en empleos poco calificados.

Escrito por los analistas Meghan Benton, Madeleine Sumption, Kristine Alsvik, Susan Fratzke, Kuptsch y Papademetriou, el informe analiza también las estrategias de integración de los trabajadores migrantes en el mercado laboral en Europa, incluyendo los programas dirigidos específicamente a los migrantes y los servicios generales para toda la población

Si bien los programas específicos permiten que los responsables de las políticas planifiquen servicios dirigidos a las necesidades particulares de los recién llegados, incluyendo orientación y acompañamiento al empleo, con frecuencia son de pequeña escala y se concentran en grupos específicos (como refugiados o migrantes por motivos familiares). Como consecuencia, estos servicios corren el riesgo de excluir a muchas otras personas con necesidades similares. Por lo tanto, algunos países han recurrido a las instituciones mayoritarias, como los servicios públicos de empleo y los centros de formación, para ofrecer servicios más inclusivos a mayor escala, según el estudio.

Los servicios públicos de empleo podrían ser un medio para poner en contacto a los trabajadores recién llegados con los empleadores y ofrecer asesoramiento sobre recapacitación y desarrollo profesional. No obstante, este potencial no se ha explotado en los países estudiados. Los asesores laborales con frecuencia están sobrecargados y no poseen la formación especializada adecuada o los recursos para satisfacer las necesidades específicas de los migrantes. Algunos países no tienen la capacidad de ofrecer un desarrollo profesional a largo plazo o de ofrecer apoyo en el trabajo a los migrantes que están estancados en los empleos menos cualificados.

La elaboración de estrategias profesionales y lingüísticas que aborden las necesidades de competencias de los migrantes es una tarea difícil pero necesaria. La formación no es una panacea, ya que los empleadores no siempre están dispuestos o en condiciones de promover a los participantes hacia empleos más cualificados después que adquieren nuevas competencias. No obstante, la formación posee un gran potencial para reducir las deficiencias en el conocimiento del idioma, las competencias básicas y la experiencia técnica así como para la adquisición de aptitudes sociales, concluyen los autores.

El informe presenta una serie de recomendaciones para los responsables políticos, incluyendo:

  • Mejorar las medidas de incentivo a las agencias públicas de empleo para atender las necesidades de los migrantes y desarrollar una fuerza laboral mejor formada y/o más especializada de asesores a fin de ofrecerles una orientación profesional tanto a corto como a largo plazo, en lugar de concentrarse exclusivamente en colocar a las personas tan pronto como sea posible en cualquier empleo.

  • Financiar las asociaciones entre empleadores y las instituciones de formación a fin de ayudar a los empleadores dispuestos a facilitar el aprendizaje del idioma o apoyar los programas de pasantías y de experiencia profesional.

  • Mejorar la coordinación de las políticas adoptadas a nivel regional, nacional y local, y promover objetivos comunes, el intercambio de información y la responsabilidad mutua para lograr la integración.

  • Evaluar con mayor eficacia los programas innovadores de incorporación al mercado laboral y observar su impacto a largo plazo.


Actualidad Laboral / Con información de OIT