Alguna vez te habrás sorprendido a ti mismo comentando con envidia el trabajo de alguien, conocido o no, o las condiciones aparentemente idílicas de algún puesto de trabajo que te gustaría tener en vez del tuyo. Craso error.
Desear obsesivamente el empleo ideal es una pérdida de tiempo. Y perseguir exageradamente el trabajo perfecto es un camino directo a la frustración profesional, porque incluso si llegáramos a tener el mejor puesto del mundo éste nos cansaría tarde o temprano si no somos capaces de reinventarnos cíclicamente, revisando y dando valor cada día a ese trabajo.
No se trata de resignarse sin más, sino de aceptarlo. Del mismo modo que obsesionarse por ser imprescindible en una organización no tiene sentido -hay que aceptar que no lo somos, vivir con ello y poner remedio-, es necesario tener presente y aceptar también que el trabajo ideal no existe.
Jorge Cagigas, socio de Epicteles, cree que "si no lo aceptamos, seremos incapaces de progresar, y no haremos más que enmascarar un problema que acabará manifestándose y frustrándonos".
Montse Ventosa, presidenta de Truthmark, explica que "muchas personas dedican grandes esfuerzos a buscar el trabajo ideal, tal vez obviando que en realidad lo perfecto no se da. O tal vez sea más justo decir que sí existe, pero tenemos un concepto equivocado de lo que es".
Una visión de la realidad
Para Ventosa, la tendencia a la perfección es una condena a la insatisfacción "porque el concepto perfecto está plenamente contaminado. El problema de la perfección es que tiende a marcarse un ideal, es decir un baremo con el que medir la realidad. Si se ajusta somos felices, si no se ajusta, somos infelices. Se trata de una visión de la realidad absoluta del tipo 'todo o nada', bastante neurótica e ineficiente".
La vivencia real suele ser distinta a la imagen que nos hacemos, y eso lleva a que pueda cambiar algo que consideramos importante. Así un puesto que parecía perfecto puede no resultar tan atractivo. El problema llega cuando se idealizan las expectativas, porque no se visualiza el trabajo de forma integral. Cualquier empleo, hasta el que parece mejor, tiene una cara agradable y una cruz desagradable. Hasta la vocación nos puede causar hastío, a menos que incorporemos nuevos elementos a ese puesto de trabajo.
Montse Ventosa añade que "es la hora de admitir que no hay un trabajo perfecto, y que esto es simplemente un ideal que te va a dar un empleo adicional, el de comparar la realidad que percibes contra esa utopía y, si no se ajusta, genera una profunda insatisfacción e infelicidad. Deja de buscar, porque tal vez sin darte cuenta ya lo tengas, y en la búsqueda por esas normas, para ver si se amolda a lo que esperas, te estás perdiendo muchas cosas buenas que puede tener ese trabajo (y que, tal vez, hasta sean perfectas)".
Motivación
Jorge Cagigas, socio de Epicteles, asegura que esta búsqueda del trabajo perfecto se relaciona con la motivación, y a su vez ésta tiene dos componentes: ilusión y entusiasmo. "Cuando pones ilusión en un trabajo y mantienes las expectativas muy altas, llega la frustración. Bien combinadas, la ilusión y el entusiasmo llevan a la motivación. Y, puesto que no existe el trabajo perfecto, poner entusiasmo en las cuestiones y aspectos que más nos cuestan hace que el grado de frustración se minimice".
Poner entusiasmo en los aspectos que más nos cuestan lleva a minimizar el grado de frustraciónCuando no tienes lo que quieres, ama lo que tienes es un principio difícil de vivir, sobre todo en un entorno laboral de escasez de empleo, en el que mucha gente debe conformarse con empleos que implican un calvario profesional en ocupaciones que odian.
Cagigas considera crucial encontrar las razones fundamentales del trabajo, tratando de descubrir lo que los demás han visto de bueno en tu empleo y que quizá no sabes ver. ¿Por qué algunos colegas encuentran puntos de gratificación en la misma actividad que nosotros llegamos a aborrecer? Puedes diseccionar las tareas, los momentos y a las personas con las que te relacionas, y esto puede llevarte a encontrar algo positivo que te guste de tu trabajo. Cagigas cree que "se trata asímismo de encontrar sentido al puesto y ponerlo en valor, porque eso impacta directamente en la motivación".
El socio de Epicteles recomienda además poner distancia: "Es evidente que el día a día de un puesto es rutinario y aburrido, pero conviene concentrarse en aquello que no es rutinario, poniendo entusiasmo en ello".
Actualidad Laboral / Con información de Expansión