La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), llevó a cabo un estudio titulado "Buen uso del potencial de los migrantes” en el que examina los obstáculos que enfrentan aquellos que desean aprender, formarse y capacitarse en Alemania.


El principal problema es el idioma, aunque también a eso suele sumarse una deficiente formación educacional. Según la OCDE, las medidas para capacitar laboralmente a los migrantes son esenciales. Sin embargo, toma tiempo aprender alemán, terminar los estudios escolares, escribir solicitudes de trabajo, superar la burocracia o buscar un apartamento, advierte el estudio.


Y tiempo es precisamente lo que no todos tienen, porque necesitan ganar dinero con rapidez o temen ser deportados por no tener un empleo. A eso se suma que, en Alemania, cada estado federado tiene sistemas educacionales distintos. En siete de ellos solo los jóvenes entre 16 y 18 años tienen derecho a formarse en una profesión, mientras que en otros pueden aspirar a eso mismo también migrantes de 21, 25 o 27 años. Esto debería homologarse a nivel nacional, recomienda la OCDE.


 Las estadísticas también muestran que, comparados con los jóvenes nacidos y educados en Alemania, es menos probable que un inmigrante pueda acceder a una formación profesional. Holger Schwannecke, secretario general de la Asociación Central de Artesanos Alemanes lamenta esto, pero también sabe por qué ocurre: "Por dinero”. Un aprendiz de peluquería recibe 450 euros mensuales en su primer año de formación. En el segundo son 550 y en el tercero, cerca de 700 euros. Esto es mucho menos de lo que se puede ganar como ayudante en un trabajo no calificado.


"En muchos casos, la formación profesional y la educación superior son subestimados en Alemania”, dice Schwannecke. Los jóvenes deben sentirse más atraídos, y una forma de incentivarlos sería "mostrar como ejemplos a más emprendedores exitosos, para que los jóvenes los vean y digan ‘yo también quiero eso, es cool'”.


Sin inmigrantes, muchas empresas no podrían satisfacer sus demandas de mano de obra calificada. Alrededor de la mitad de los aprendices vienen de alguno de los primeros ocho países en la lista de origen de los solicitantes de asilo. Para hacerse una idea: entre 2015 y 2018 se duplicó el número de aprendices sin pasaporte alemán. Pese a ello, uno de cada diez puestos de formación quedó vacante en 2019.



Pero no basta con inspirar y preparar a los jóvenes refugiados. En comparación con el total, los aprendices inmigrantes abandonan en mayor proporción el proceso de inserción laboral. El número de los que terminan con éxito todo el aprendizaje es menor que el promedio.


Los refugiados requieren de mayor apoyo durante el aprendizaje, dice el estudio. "Necesitamos una formación asistida, más comunicación entre las escuelas, empresas y servicios sociales, además de un sistema de alerta temprana que permita intervenir a tiempo cuando haya dificultades”, dice el subsecretario general de la OCDE, Ludger Schuknecht.


También ocurre que existen empresas que no forman refugiados. "Hay allí una discriminación que no tiene que ver con racismo, sino que simplemente se calcula que el riesgo es mayor cuando se toma a un inmigrante, además del temor a no entenderse bien”, dice Schuknecht.


El mayor problema sigue siendo la ambigua situación legal de los refugiados. Desde hace algún tiempo existe una regulación que protege a los alumnos en caso de que su solicitud de asilo sea rechazada. Si el joven tiene un contrato de formación, primero debe terminar su aprendizaje y luego seguir trabajando otros dos años. Esta llamada "regla del 3+2”, sin embargo, es aplicada de forma distinta por las autoridades nacionales y regionales.


"Lo peor que le puede pasar a una empresa es que le saquen a alguien que está siendo capacitado”, dice Schwannecke. "Eso hace correr la voz y luego la gente dice que para qué va a ayudar al inmigrante, si al final lo van a sacar de todos modos”, explica.


 Los empresarios esperan que a partir de la Ley de Inmigración para trabajadores cualificados, que entra en vigor el 1 de marzo de 2020, la situación mejore. A las compañías no les interesa qué regula qué ley ni quién la redactó. Lo que les importa es que haya seguridad jurídica, afirma Schwannecke. "Espero que, por el bien de la capacitación y la formación, las reglas se apliquen generosamente”, agrega el representante gremial.


Actualidad Laboral / Con información de DW