12-06-2018
En 2018, el Día Mundial contra el Trabajo Infantil está dedicado a la eliminación del trabajo infantil peligroso. Se trata de un objetivo prioritario de las campañas más amplias de la OIT para luchar contra el trabajo infantil y promover un entorno de trabajo seguro y saludable para los jóvenes en edad legal de trabajar: "Generación segura y saludable ".

Cerca de 73 millones de niños desempeñan trabajos peligrosos. Esta cifra representa casi la mitad de los 152 millones de niños de 5 a 17 años que todavía trabajan. Estos menores se afanan en minas, campos, fábricas y hogares, están expuestos a pesticidas y otras sustancias tóxicas, tienen que acarrear cargas pesadas o soportar largas jornadas. Muchos de ellos sufren consecuencias físicas y psicológicas que perdurarán de por vida. Esta situación puede incluso suponer un peligro para sus vidas.

Ningún menor de 18 años debería realizar trabajos peligrosos, según se dispone en los convenios de la OIT relativos al trabajo infantil, esto es, el Convenio sobre la edad mínima, 1973 (núm. 138) y el Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil, 1999 (núm. 182) .En estos convenios se insta a los gobiernos, en consulta con los interlocutores sociales, a que establezcan listados nacionales de trabajos peligrosos prohibidos para los niños y garanticen su aplicación y cumplimiento efectivos. La ratificación de estos convenios por 171 y 181 Estados Miembros de la OIT, respectivamente, supone una ratificación prácticamente universal y refleja la firme voluntad de acabar con el trabajo infantil en todas sus formas. Ha llegado el momento de reforzar la acción en este sentido.

En un nuevo informe de la OIT, titulado en inglés "Hacia la eliminación urgente del trabajo infantil peligroso ", se pone de manifiesto que determinados riesgos profesionales, como la exposición al estrés psicológico y a los productos químicos más frecuentemente utilizados, resultan aún más perjudiciales para los niños que lo que se creía hasta el momento.

También se ha descubierto que la adolescencia es un periodo de maduración física que puede empezar muy pronto y durar hasta mediados de la veintena. En ese largo periodo de crecimiento, los niños (y los jóvenes adultos) se enfrentan a diversos factores de vulnerabilidad que requieren respuestas en la ley y en la práctica.

En el informe se establece el estrecho vínculo recíproco que une a la educación con la salud: la falta de educación aumenta el riesgo de que el trabajo repercuta negativamente en la salud y, por el contrario, una educación de calidad tiene efectos positivos en la protección de la salud.

Si bien el número total de niños ocupados en trabajos peligrosos ha disminuido en los últimos años, esta mejora solo ha beneficiado a los niños más mayores. Entre 2012 y 2016 apenas disminuyó el número de niños trabajadores de 5 a 11 años, e incluso aumentó el trabajo peligroso entre los niños más jóvenes y vulnerables. Esto es inaceptable.

En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se reafirma la urgencia de eliminar las peores formas de trabajo infantil, incluido el trabajo peligroso, así como la necesidad de promover entornos de trabajo seguros para todos los trabajadores y, de aquí a 2025, de poner fin al trabajo infantil en todas sus formas. Si queremos cumplir la promesa solemne que hicimos a los niños del mundo, tenemos que atajar este problema de una vez por todas e impedir que los niños accedan al mercado de trabajo, ya que muchos de ellos, en particular en el sector agrícola, empiezan a trabajar a los seis, siete u ocho años.

Únase a nosotros en este Día Mundial para exigir que se tomen medidas urgentes para luchar contra el trabajo infantil y acelerar los progresos para poner fin a todas las formas de trabajo infantil de aquí a 2025.