Un informe revelado en los últimos días por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre el empleo juvenil, el trabajo decente, políticas laborales y protección social no deja bien parado a Colombia, puesto que encabeza la lista en la informalidad juvenil.
De acuerdo con el estudio, en la región esa tasa es del 55,7 por ciento en promedio, pero en algunos sitios, como Colombia, esa cifra de informalidad es aun mayor entre la población joven, ya que alcanza el 78 por ciento. En El Salvador, Honduras, Guatemala y Uruguay supera el 60 por ciento del total del empleo.
La investigación titulada ‘Juventud e informalidad: formalizando la informalidad juvenil. Experiencias innovadoras en América Latina y el Caribe’ señala que a este flagelo, que es un tema recurrente y predominante en esta zona, se le suman también las malas condiciones laborales, inestabilidad, bajos salarios y falta de protección y derechos.
Colombia también se destaca de manera negativa en los números que miden los ingresos de los trabajos informales y los formales.
Aquí, en estricto orden, la disparidad más alta se identifica en Costa Rica, Guatemala, Argentina, Colombia y Uruguay, donde los jóvenes con trabajos formales casi duplican los ingresos de los informales.
No ocurre lo mismo en Bolivia, puesto que allí los formales solo perciben un ingreso 35 por ciento superior, y en Chile y República Dominicana alrededor del 50 por ciento.
Así mismo, estiman que por lo menos 27 millones de jóvenes que ya están insertos en el mercado laboral deben conformarse con empleos de mala calidad.
Es una situación que, aparte de todos los componentes sociales, económicos y políticos que conlleva, posiblemente ha contribuido a que otros cerca de 20 millones de jóvenes prefieran quedarse en sus casas sin ocupación ni estudio.
Esa realidad vista en las cifras muestra diferencias entre los 18 países estudiados.
En promedio, el 70 por ciento de los jóvenes ocupados tienen la condición de asalariados, pero solo en Chile (con el 89 por ciento), Argentina y Costa Rica (88,5 por ciento), Uruguay (87 por ciento) y Brasil (82 por ciento) están por encima de este registro.
Mientras, en el otro extremo se encuentran Bolivia (con el 49 por ciento de jóvenes asalariados), Honduras y Nicaragua (alrededor del 55 por ciento), República Dominicana (un 57 por ciento) y Colombia (cercano al 59 por ciento).
Esto lleva, de acuerdo con el informe, a que países como República Dominicana (con el 37 por ciento), Colombia (30,5 por ciento) y Venezuela (26,6 por ciento) cubran la brecha de ocupación juvenil que deja el trabajo asalariado con una elevada participación de jóvenes por cuenta propia.
Otro aspecto que se evidenció es que en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua hay un grupo de jóvenes que trabaja sin recibir remuneración y que está en la categoría de trabajadores familiares auxiliares, que comprenden entre el 25 y el 32 por ciento de los ocupados.
En ese renglón, Colombia ocupa el lugar número 11, con un porcentaje cercano al 0,8, mientras que en Bolivia este fenómeno se presenta con una frecuencia mucho mayor que en el resto del continente, con un registro tope del 32 por ciento.
Empleos precarios
Para Carlos Julio Díaz, director de la Escuela Nacional Sindical (ENS), Colombia vive una situación paradójica frente a América Latina en materia de empleo, porque ha habido tasas de crecimiento que en promedios de la región están por encima, el desempleo ha venido disminuyendo y el Gobierno lo muestra como uno de sus grandes logros.
“Pero lo que decimos es que la calidad del empleo que se está generando sigue siendo muy precaria e incluso más del 40 por ciento del formal lo es, además de inestable, de pocas semanas de cotización a la seguridad social cada año y por los ingresos”, enfatizó Díaz.
Y añadió que el modelo de desarrollo no está apuntando a generar trabajos bien remunerados y que, incluso, permitan las libertades sindicales, porque sigue siendo bastante asfixiante la cultura antisindical en Colombia.
“En los sectores que más han crecido, como comercio y servicios, la informalidad es muy alta (cerca del 80 por ciento en el de comercio). Por eso creemos que detrás de los indicadores laborales (de las reducciones) hay oculta una realidad que expresa este informe, donde las tasas de informalidad siguen siendo las más altas de la región y las de desempleo son el doble del promedio”, resaltó Carlos J. Díaz.
Para él, eso tiene que ver con la construcción de un proyecto de país donde las nuevas generaciones sean incluidas, porque lo que se ve es que los jóvenes no están vinculados laboralmente a un trabajo que permita garantizarles un proyecto de vida propio y autonomía financiera.
No obstante, el estudio que reconoce que el Gobierno colombiano ha emprendido acciones para disminuir el desempleo en todos los grupos etarios y para el grupo de los jóvenes específicamente menciona la ley de formalización y generación del empleo (Ley 1429 de 2010), los programas de emprendimiento y los de formalización de empresas.
Resalta que las políticas públicas para abordar el tema de desempleo e informalidad juvenil deben ser pertinentes, y para ello deben estar respaldadas con investigaciones y conocimientos previos.
Sobre el tema, el Ministerio de Trabajo señaló que dentro del Plan Nacional de Desarrollo (PND) incluyó los lineamientos relativos una política nacional de trabajo decente y formalización, al control a la tercerización ilegal, al fortalecimiento del diálogo social, el mejoramiento continuo del sistema de inspección, vigilancia, control laboral y cobro de multas; a metas claras para la reducción de la tasa de desempleo, a la protección eficaz al trabajador cesante, protección eficaz a la vejez y fortalecimiento del régimen y sistema de seguridad y salud en el trabajo.
Piden trabajos decentes
Para Elizabeth Tinoco, directora de la Oficina Regional de la OIT para América Latina y el Caribe, la creación de oportunidades de trabajo decente para los jóvenes es uno de los grandes retos que tienen que enfrentar los países de esta zona del continente donde, asegura, hay cerca de 108 millones de personas entre los 15 y 24 años de edad, y de ellos poco más de la mitad forman parte de la fuerza laboral. La OIT advierte que en la actualidad seis de cada 10 nuevos trabajos disponibles para los jóvenes de América Latina y el Caribe tienen esa condición de ser informales, una tasa que si incluye a jóvenes y adultos es cercana al 47 por ciento de los ocupados.
“Aunque se trata de un fenómeno heterogéneo en el cual conviven diversas realidades, los datos recopilados demuestran que hay un fuerte vínculo entre informalidad, pobreza y exclusión social. La tasa de informalidad sube hasta casi el 75 por ciento entre los trabajadores de menores ingresos”, dijo Tinoco acerca del estudio.
Otros datos del estudio
Entre los jóvenes del continente, la informalidad supera el 55 por ciento, lo que ayuda a aumentar el desaliento y la frustración entre los que sienten que no hay las oportunidades que se merecen. Y si se habla de prestaciones sociales, como salud, solamente la alcanza una baja proporción de los trabajadores asalariados informales en la mayoría de los países motivo de estudio.
En Argentina, Bolivia y República Dominicana la cobertura de salud alcanza a menos del 10 por ciento de los jóvenes asalariados informales, mientras que en México, Uruguay y Colombia solo entre el 12 y 16 por ciento de los jóvenes con empleos informales están cubiertos. Chile es la excepción, con cerca del 50 por ciento de cobertura de servicios de salud.
Actualidad Laboral / Con información de El Tiempo