Casi la mitad de los trabajadores en España, de incluso pequeñas y medianas empresas, están valorando cambiar de compañía en los próximos 12 meses. El número de empleados que renuncian ya roza máximos históricos en 2022 —aunque sigue siendo una cifra muy pequeña en comparación con la escala de la gran renuncia que sufre Estados Unidos—.
Esto hay varias formas de leerlo, dice Aaron Cogolludo, country manager de Personio en España, la empresa que ha publicado un estudio en el que se ha encuestado a más de 5.000 empleados de empresas con entre 10 y 249 trabajadores de España, Reino Unido, Irlanda, Alemania, Países Bajos, Italia y Suecia.
"Una de las primeras lecturas es que la demanda ha cambiado. Esto se refleja a la hora de contratar a alguien que te está preguntando: ¿que hay del teletrabajo?, ¿y de los otros beneficios más allá del salario?", ejemplifica.
Esa dificultad que hay para seleccionar, contratar y fidelizar a ese buen talento se mantiene y los empleadores tienen que entender que ha cambiado la situación y que ellos no pueden alterar el mercado de trabajo.
"Lo más importante es preguntar, preguntar qué necesitan o qué quieren para quedarse. A veces, tengo la sensación de que los grandes directivos se meten en una sala solos, con una pizarra y empiezan a diseñar cómo mejorar el mundo sin preguntar. Esto es, de base, un error", señala Cogolludo.
El también fuera consultor de Estrategia de Google cree que lo más fácil —y lo más intuitivo— es preguntar a los empleados qué es lo que buscan en su proyección profesional y qué es lo que necesitan para estar a gusto en la empresa.
"Quieren propósito, pero no a cualquier precio", añade Benítez.
Al final, estas métricas no son sólo el reflejo del descontento generalizado de los trabajadores. Se traducen en una caída de la productividad de los empleados y del retorno de la inversión de las empresas. Por lo que estas también salen perdiendo con su desmotivación.
"La gente ha cumplido, el trabajo ha salido. ¿Pero qué haces cuando tienes un CEO que quiere ver los pasillos llenos?", cuestiona la técnico de Recursos Humanos de Atresmedia Paloma Ugarte.
Estas nuevas generaciones tan demandantes, describe Benítez, que han entrado durante y después de la pandemia del COVID-19 están obligando a las empresas a devolver a los departamentos de los recursos humanos en el lugar al que pertenecen: la alta dirección. Más de la mitad de los 500 reclutadores encuestados por Personio reconocen que no pueden ya seguir trabajando como antes.
De facto, el 67% admite que los trabajadores se mostrarán reacios a dejar atrás ese mayor grado de flexibilidad, que no sólo se mide por el teletrabajo. En esta permisividad se incluye la gestión de la carga de trabajo y los horarios en las ocupaciones que no se puedan llevar a cabo en remoto, por ejemplo.
"El cambio está en los recursos humanos", defiende Ibáñez.
Al principio, añade Cogolludo durante su entrevista, este equipo de gestión del capital humano no se tenían en cuenta como un departamento estratégico y no se les incluía en el comité de dirección o en la toma de decisiones importantes de la organización. Y, de la noche a la mañana, están bajo el foco.
Pero, para poder actuar y hacer los giros de guion que las crisis actuales exigen, las empresas tienen que entender que los candidatos tienen voz. De lo contrario, la guerra por el talento estará perdida.
Actualidad Laboral / Con información de Business Insider