Un empleador que le solicite una carta de presentación le ofrece un verdadero regalo: la oportunidad de llamar la atención. Y muchas personas que andan buscando empleo la desperdician. En lugar de dedicar tiempo a escribir un argumento convincente y original sobre por qué se les debería contratar, se vuelven perezosos. Se fían de tópicos y adjetivos subjetivos que hacen que sus cartas suenen verdaderamente como las de los demás. ¡Qué desperdicio!
Hágalo mejor. Puede que los candidatos contra los que compita por el empleo utilicen los clichés que vienen a continuación en sus cartas de presentación, y si es así, terminarán en la papelera. Usted, en cambio, puede dedicar tiempo y trabajo para evitar estas meteduras de pata.
«Estimado señor o señora»
Esta es una buena manera de molestar a un posible empleador desde el principio: empezar la carta con un aburrido saludo del tipo: «Estimado Director de Recursos Humanos» o, échate a temblar, «A quien pueda interesar». Un saludo generalizado revela sencillamente pereza, que no es un rasgo que busquen las empresas en sus nuevas contrataciones.
«Un saludo genérico demuestra que no te has molestado en buscar el nombre del Director de Recursos Humanos e incluso de una determinada persona de ese departamento a quien dirigirse» —comenta Mary Ellen Slayter, experta en asesoramiento profesional de la empresa Monster y fundadora de la empresa de marketing Reputation Capital Media Services. Ella sugiere buscar como sea el nombre de quien creas que va a leer la carta. La bloguera de la publicación U.S. News, Vicki Salemi, está de acuerdo y ofrece asesoramiento para identificar a esa persona en su post, 5 Alternatives to 'To Whom It May Concern’.
«Quisiera presentar mi solicitud para un empleo en...»
Espero que junto con la carta envíe un despertador porque va a dormir al lector.
Jeremy Schifeling, autor de «Get It Done: Write a Cover Letter» y vicepresidente de marketing de Fidelis Education, una nueva empresa de educación y tecnología que ayuda a estudiantes, señala que muchas cartas de presentación empiezan exactamente de la misma manera. Él comenta al respecto: ¿qué sucedería si Charles Dickens hubiera adoptado este mismo enfoque a la hora de escribir «Historia de dos ciudades»? «Si, en vez de empezarla con "Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos", lo hubiera hecho con "Estimado lector, aquí le presento un libro muy largo". Probablemente no pasaríamos de la primera página» —comenta.
No es necesario escribir una novela, de acuerdo, pero cuente una anécdota si es que tiene una que venga al caso.
«Incluso en una época donde los ordenadores lo procesan todo, en algún momento habrá un ser humano de carne y hueso que lea su carta de presentación» —señala Schifeling. «Y ese ser humano forma parte de las miles de generaciones que se han criado entre cuentos. ¿Acaso no conoce ninguna historia de intriga con la que llamar la atención de su lector?». «Sea directo y cuente lo que le vincula con su destinatario» —comenta. «Si es un apasionado de los productos de una empresa, o si tiene un talento increíble para algo en concreto, empiece con eso y utilícelo como gancho».
«Creo que soy el candidato perfecto para este puesto»
Esto es una ofensa por duplicado: «”pensar”, “sentir” y “creer” son términos aguados para el mundo empresarial» —señala Slayter— «y la verdad es que no está en condiciones de juzgar si es un candidato perfecto o no».
Ella cree que comenzar una declaración con «yo soy» denota más confianza que usar esos verbos insulsos. Y en cuanto a la premura por declararse perfecto: «indicar cómo cumple los requisitos necesarios es mejor que declararse un candidato perfecto».
«Trabajo bien en equipo y soy perfeccionista»
Prohibido usar tópicos de este tipo. «Llene la carta con logros o aspectos que puedan medirse» —comenta Slayter, añadiendo —conseguí una subida del 17% en mi contrato suena mejor que «trabajo bien en equipo». Como explica Schifeling: «¿qué hiciste en realidad y cuál fue el resultado para la empresa?».
Schifeling también advierte en general contra el uso excesivo del «yo». «Igual que en una cita, solicitar un empleo es un toma y daca» —nos cuenta. «Si no dedica el mismo tiempo a hablar de por qué la empresa es una buena oportunidad para usted y por qué la admira, le creerán un poco egoísta». Pero...
«Soy un gran admirador de esta empresa»
Schifeling afirma que los candidatos a un empleo, con bastante frecuencia, pasan al extremo contrario y emplean la mayor parte de la carta de presentación en hablar con entusiasmo de lo mucho que les gusta su posible empresa. Este embelesamiento resulta «ridículo y exagerado» —comenta. A fin de cuentas, a nadie le agrada un pelota.
Escribir saludos genéricos y tópicos subjetivos, ensartando cumplidos sobre la empresa en la carta de presentación como si estuviera haciendo un crucigrama da auténtica pereza. Y es una pérdida de tiempo. «No considere la carta de presentación un obstáculo a superar —dice Schifeling— sino una oportunidad para mostrar lo mejor de usted».
Actualidad Laboral / Con información de Ihodl