Elon Musk es visionario, ambicioso, un influyente multimillonario... y también, un empresario estresado. La posibilidad de no llegar a cumplir sus metas de fabricación de autos eléctricos han puesto al fundador de Tesla –y de empresas como SpaceX y SolarCity– al borde del colapso. Con 120 horas de trabajo a la semana (esto es, más de 17 diarias), pasó de tener un estrés que lo mantenía alerta y motivado a otro que lo desgasta a él y a su empresa.


Tesla arrastra retrasos en la producción del sedán eléctrico Modelo 3, un vehículo que absorbe 50% del gasto de la compañía. El objetivo de producción de 5,000 unidades a la semana se fue reduciendo paulatinamente, lo que confrontó al CEO con accionistas y consejeros de la empresa. Musk llegó al punto de dormir en la fábrica para supervisar la producción. La presión provocó la salida de directivos claves en finanzas, ventas y tecnología, como Jim Keller, responsable del sistema AutoPilot y quien desarrollaba inteligencia artificial para la compañía.



Musk se sintió más cerca del infierno el 7 de agosto, cuando publicó un tuit en el que informaba sus intenciones de sacar a Tesla de la Bolsa de Nueva York, lo que elevó más de 6% el valor de las acciones. Pero que orilló a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés), el órgano regulador, a investigar los comentarios. Días más tarde, en una entrevista con The New York Times, el directivo aceptó que estaba estresado y cansado. “Este último año ha sido el más difícil y doloroso de mi carrera”, afirmó el CEO, quien agregó que lo peor estaba por venir.


La profecía se cumplió. El 27 de septiembre, la SEC acusó de fraude a Musk por su comentario en Twitter. Según la autoridad, el fundador de Tesla dijo falsamente que podía retirar a la empresa de la Bolsa tras asegurar una transacción multimillonaria, cuando no había un acuerdo concreto. Al día siguiente, la acciones cayeron más de 14%. El 29 de septiembre, dos días después, la SEC anunció un acuerdo con el empresario, en el que solicitaba su renuncia como presidente de la compañía, la creación de un comité para supervisar su comunicación y una multa de US$40 millones.


Abarcarlo todo


Musk llegó a este escenario por el cansancio crónico y las presiones de trabajo, derivados de un estilo de liderazgo que trata de controlar todo a su alrededor. La falta de descanso y el estrés no son ajenos a los altos directivos, aunque varios estudios muestran que desarrollan mayor tolerancia a estos estados que sus subordinados, debido a recursos psicológicos asociados al liderazgo, como el control. Los especialistas consultados consideran, incluso, que el estrés es una adrenalina que mantiene despiertos a los líderes y los ayuda a cumplir las metas. El problema es cuando este es recurrente y prolongado: afecta su comportamiento y, en consecuencia, la toma de decisiones. Con efectos negativos casi siempre. “Meterse a la línea de producción a gritarle a la gente o dormir en la oficina –como hizo Musk– tiene consecuencias negativas para la moral de la empresa y de los directivos”, explica José Luis Rivas, especialista en Gobierno Corporativo del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Si por querer llegar a un objetivo, el líder se estresa, su comportamiento puede ser errático y eso confunde a la gente, agrega Luis Antonio Márquez, director del Centro de Innovación y Emprendimiento en la EGADE Business School, la escuela de negocios del Tec de Monterrey.


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Un estudio realizado en 2012 por investigadores de la Universidad de California, Stanford y Harvard señala que la sensación de control, conocida como buf-fer o efecto amortiguador, se debe a altos y relevantes niveles de apoyo social, que protegen de patologías y facilitan los procesos de afrontamiento y adaptación a las circunstancias. Además, el ser humano está preparado para recuperarse del estrés y de la falta de descanso, pero cuando se intensifican o se prolongan, afecta la toma de decisiones. La tensión crónica puede llevar al síndrome de burnout, un estado de agotamiento físico, emocional y mental en el que se pierde incluso el sentido de la responsabilidad.


“Cumplir las metas y objetivos es lo que le genera estrés”, afirma Guillermo Cruz, fundador y Managing Partner del fondo de inversión GC Capital, quien señala que la producción debería recaer en directivos con habilidades operativas, como la optimización de recursos o la gestión de talento. El especialista en gobierno corporativo advierte los contrapesos de los que carecen estas figuras carismáticas, como Musk, cuya empresa gira en torno a ellos. “Cuando la gente confía, a ojos cerrados, en este tipo de emprendedores exitosos, nadie se atreve a cuestionarlo”.


Estos líderes no siempre tienen la capacidad de dominar todos los aspectos de la empresa, señala Márquez. “El CEO que no empodera y que quiere conocer todos los recovecos de la empresa está destinado al fracaso”.


Muro de contención


Ante esto, puede haber una barrera. El consejo de administración no puede inmiscuirse en las decisiones operativas, pero sí tiene margen de maniobra para fungir como complemento o contrapeso. “Cuando se trata de ineficiencias operativas, el consejo puede proponer procesos de control interno, mapear la operación y detectar las áreas de oportunidad en cada etapa y área”, sugiere Cruz. En la parte estratégica, debe aterrizar las metas que tenga el CEO. No se trata de reemplazarlo, sino de acompañarlo en su trabajo de dirección para que pueda aterrizar todas sus ideas y delegar en talento especializado para que lo ayuden, continúa.


Musk requerirá del consejo de administración si desea cumplir su propósito de sacar a Tesla de la Bolsa que, aunque dejará de informar sobre sus avances, le quitará la presión de cumplir con sus metas, señala Rivas.


“Los mercados bursátiles obligan a la empresa a ser transparente y a tener un balance de poderes. Lo malo es que someten al líder la obligación de ir más rápido y a un escrutinio de tal nivel –sobre todo, en empresas que hasta hace 10 años no existían– que, a veces, tienen consecuencias, como lo que pasa con el fundador de Tesla”, advierte.


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Menos estrés, mejores decisiones


Eficiencia energética. Trabajar largas horas sin descanso evita reconectarse con uno mismo y ser creativos. Al dormir, el cerebro procesa información y lo prepara para la toma de decisiones efectivas. Por el contrario, la falta de descanso puede afectar el hipocampo, la parte del cerebro involucrada en la creatividad y la memoria.


Balance. La mente y el cuerpo deben estar en equilibrio físico, mental y emocional. Una forma de lograrlo es haciendo ejercicio, meditación o alguna actividad que le permita sacar el estrés y favorezca la concentración


Organización. Algunos directivos atienden asuntos prioritarios –aquellos que involucran ingreso o rentabilidad– por la mañana, cuando la mente está más clara y productiva. “Conforme se va desgastando mi energía, voy viendo temas menos importantes”, indica Guillermo Cruz, CEO de GC Capital.


Relaciones. Los especialistas recomiendan cuidar la vida social y familiar y procurar no hablar de trabajo durante este tiempo. ¿La clave? Disfrutar el momento y la compañía.


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