Las personas tienen la costumbre de utilizar los fines de semana para relajarnos y descansar.

Es lógico, el estrés que viven de lunes a viernes es lo suficientemente grande como para permitirse tomar los sábados y domingos como días sabáticos, poner el cerebro en punto muerto y disfrutar de sus familia, amigos, la comida y los hobbies.

Por ello, todas siguen la misma regla de oro: nada de trabajo los fines de semana.

Ese mismo principio es el mismo que provoca que el lunes a las nueve de la mañana ya se hayan vuelto locas al darse cuenta de la gran cantidad de cosas que deben hacer y el poco tiempo que tienen.

No sólo eso, sino que probablemente llegarán al viernes agotadas y con la sensación de que una semana más ha pasado y siguen sin enfrentarse con los grandes proyectos que se han planteado a largo plazo, engullidos por la marea del día a día.

Hay una sencilla solución para ese problema: saltarse por un momento la regla de oro y dedicar cinco o diez minutos por la noche a hacer una lista de todo aquello que se retrasa continuamente y seleccionar tres tareas para llevarlas a cabo durante la semana.

Es el consejo que ha propuesto en un post de LinkedIn Karl McDonnell, CEO de Strayer Education, una de las grandes organizaciones educativas privadas de EE.UU.

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El empresario lo tiene claro: por mucho que a las personas les cueste ponerse a pensar en la semana que se avecina un domingo por la tarde, se trata de una inversión que merece la pena realizar.

Sobre todo, porque en ese momento, después de dos días de asueto, se cuenta con una claridad mental muy superior a la del resto de la semana, cuando el cansancio, la ansiedad y el sueño incapacitan cada vez más, relata El Confidencial.

El problema, explica McDonnell, es que "a veces es difícil recordar las cosas que se supone que debemos hacer". Y no se trata únicamente de los recados puntuales que se olvidan continuamente, sino también de las grandes metas que se han propuesto.

Se trata de esas mismas que creen que alcanzarán Año Nuevo y que finalmente dejan de lado para cumplir con sus objetivos diarios: "Es frecuente que hasta que no tenemos unos días u horas para respirar no recordemos las cosas que queríamos hacer ayer mismo", dice McDonnell.

Por eso se hacen tantos planes de futuro en vacaciones, porque es el único momento en el que las personas tienen tiempo para detenerse en sus verdades prioridades.

El hecho de hacer la lista un domingo por la noche, y no por ejemplo un viernes al terminar la jornada o un lunes a primera hora es también importante.

Obliga a las personas a enfrentarse descansadas y motivadas a todos esos retos que tan pesados se hacen y de los que deben empezar a ocuparnos a la mañana siguiente.

Si hicieran la lista un viernes, probablemente para el lunes se les habría olvidado ya o pensarían que hay cosas que corren más prisa; si la hacen un lunes por la mañana... Probablemente tendrían que dejarlos de lado porque surgirían otras prioridades más urgentes.

McDonnell recuerda que este sistema ayuda a las personas a enfrentarse a sus miedos (ese sentimiento que paraliza), a priorizar y, sobre todo, obliga a rendir cuentas.

No sólo tienen que elegir cuáles son sus prioridades cada semana, sino que al repetir el proceso el domingo siguiente, se darán cuenta si de verdad están cumpliendo sus objetivos o no.

Por eso, una buena opción es confrontar la lista con la de su pareja. Este método no sirve únicamente para asuntos laborales, sino también para cualquier obligación, ya sean los deberes de clase, las tareas del hogar, los libros que quieren leer o los platos que se han propuesto preparar.

Lo anotado el domingo por la noche es sagrado.

Actualidad Laboral / Con información de IProfesional