Hay que entender las reglas no escritas de la organización. Cuando los directivos dan feedback, no siempre están diciendo lo que realmente sienten por temor a perder a un buen empleado aunque éste no sea una futura estrella. Como comentaba un alto ejecutivo: "Hay que recordar que la mayoría de las personas que mueven a la organización no son altos potenciales y hay que cuidar a esa gente". El problema es cuando cuidar significa no decir toda la verdad y generar falsas expectativas en el progreso profesional de la persona.

Además de los códigos internos de las empresas, hay que tener en cuenta que el avance de la carrera profesional requiere ir puliendo competencias, así como dar importancia a dimensiones que al inicio de la carrera no son tenidas en cuenta.

El inicio de la vida profesional nos pide, fundamentalmente, competencias técnicas. Esto es algo puramente cognitivo que aprendemos estudiando y perfeccionándonos en las aulas. Pero, cuando avanzamos en la carrera, se comienzan a perfilar otras dos dimensiones: la de las relaciones interpersonales y la de la gestión.

Las relaciones interpersonales necesitan que la persona trabaje sobre su inteligencia emocional para poder llegar a niveles de autoridad con el equipo de trabajo. La gestión, sin embargo, está basada en la experiencia del candidato para poder gestionar recursos valiosos y escasos.

Ahora bien, el profesional que quiera llegar a ocupar cargos gerenciales tiene que entender cuáles son las competencias que tiene que tener en las dimensiones antes mencionadas en las diferentes etapas de su carrera profesional para no quedarse fuera de la promoción.

Así es como en la dimensión de relaciones interpersonales, el inicio de la carrera profesional pide a la persona que pueda colaborar y trabajar en equipo, pero en funciones ejecutivas más relevantes, esa misma dimensión exige ser alguien integrador, desarrollar gente y poder ser un buen mentor.

Para la dimensión de la gestión directiva, el inicio de la carrera profesional requiere que la persona tenga sentido de logro y genere soluciones.

Sin embargo, la misma dimensión le pide al ejecutivo más experimentado que va a adquirir mayores responsabilidades otras competencias: dirigir, monitorear, pensar estratégicamente y comunicar asertivamente.

Para John Beeson, experto en el tema, además de las dimensiones y competencias que repasamos, las decisiones de nombramiento para la alta dirección dependen de tres categorías de destrezas: aquellas no negociables, sin las cuales no lo considerarán para un ascenso; los factores de veto, que lo eliminan como candidato incluso si está calificado en los demás aspectos, y los factores centrales de selección, que determinan quién obtiene el puesto. Los modelos de competencia para el liderazgo normalmente no hacen estas distinciones y la mayoría de ellos no son explícitos respecto de cómo se deben demostrar las habilidades en los diferentes niveles.

A modo de ejemplo, factores no negociables podrían ser: tener una performance sólida, ser una persona ética y poder liderar. Los factores de veto están relacionadas con habilidades interpersonales deficientes y no tener una visión global del negocio. Finalmente, los factores centrales de decisión son aquellos focalizados en el pensamiento estratégico, la capacidad de atraer talento, generar la capacidad de innovar y cambiar, y ser un líder que influya en la organización.

En resumen, los factores clave son los códigos internos y las relaciones personales.

Todas las organizaciones se manejan con reglas no escritas y en muchos casos no siempre diciendo toda la verdad, lo que puede generar falsas expectativas.

Las relaciones interpersonales requieren que las personas trabajen sobre su inteligencia emocional para poder acceder a niveles superiores trabajando en equipo.

Actualidad Laboral / Con información de La Nación