Lo de "ahí se quedan", "sin mí esto no funcionará", "ya verán que bien me va fuera de aquí" o "nunca más volveré a trabajar en esta empresa" no son precisamente el tipo de frases que debes pronunciar el día que abandonas tu trabajo y pones rumbo a otra compañía. Tampoco es el momento de decir al jefe lo que piensas realmente de él, ni de sincerarte con determinados compañeros... El jefe de hoy, del que crees que te libras, puede ser el superior -o el cliente- de mañana en otra firma. Y al compañero al que ahora cantas las cuarenta justo antes de irte te lo puedes encontrar dentro de algún tiempo en otro lugar... Incluso como jefe.
Todo esto tiene que ver con la estrategia necesaria de saber marcharse de una compañía. Algo cada vez más importante si se tienen en cuenta dos factores de influencia creciente: en primer lugar, la necesidad de tener contactos de calidad para acceder a las ofertas de trabajo. Sin contactos es difícil cambiar de empleo, de ahí la importancia de las referencias.
Y en segundo lugar, el hecho de que hoy cada vez más organizaciones aceptan la vuelta de profesionales que se han marchado de la compañía, no sólo como algo normal, sino como un valor añadido. Por supuesto, la forma en la que abandones la empresa jugará a favor o en contra en este caso.
La huella que dejas es la que te llevas
El primer trabajo que tienes cuando decides irte de una empresa es dejar la mejor huella posible. No lo estropees el último día.
Cualquier experto o asesor laboral que consultes te dirá que debes procurar marcharte dignamente de tu trabajo y de tu compañía, incluso aunque hayas sido maltratado.
La marca personal es hoy lo único que no abandona un profesional. Buena o mala, resulta prácticamente imposible esconderla en un mundo hiperconectado, de redes sociales y en el que los contactos y las referencias pesan más que nunca. Es evidente que abandonar abruptamente una organización no sólo te cierra puertas en la compañía que dejas. También tiene un impacto negativo en tu marca y en la empresa a la que llegas, y en todas aquellas a las que puedas ir en el futuro.
Cuidado con lo que dices: piensa en las referencias
El trabajo al que decides irte y todos aquellos que puedas conseguir más adelante pueden depender de las referencias que tus exjefes o excompañeros den sobre ti.
Esto vale para el día que te vas y también para la primera jornada en tu nuevo empleo: por muy mal que se portaran en la empresa anterior, en ésta a la que llegas empiezas a construir una imagen y un prestigio desde el primer minuto. Entrar criticando a los anteriores jefes y compañeros no es el mejor comienzo.
¿Y si tu elección 'ideal' no fuera para tanto?
El "año nuevo, vida nueva" no es siempre válido para los que lo esperan todo de un nuevo trabajo. Debes tener cuidado con las expectativas para evitar la frustración profesional. Quizá estabas demasiado obsesionado con la idea de encontrar el trabajo perfecto y te has olvidado de que el empleo o la empresa ideal no existen.
Habrás escuchado muchas veces que, puesto que el trabajo perfecto no existe, hay que crearlo cada día y depende de cada persona. Por si esto no te resulta convincente, ten en cuenta que la decisión de irte depende de analizar si en la compañía de la que quieres marcharte eres respetado y si te sientes valorado; reflexiona si sigues aprendiendo en ella; y comprueba que lo que haces en ese trabajo que pretendes abandonar está alineado con el sentido de tu vida. Dependiendo de lo que respondas a todo esto tal vez el verdadero cambio y lo más eficaz sea seguir en tu empleo.
Volver no sólo es posible; puede ser necesario
La responsabilidad sobre nuestra propia carrera cada vez es más alta, y eso implica movimiento. Hoy ese movimiento puede suponer la vuelta a la organización de la que te fuiste, pero no como un mal menor, ni humillado profesionalmente o considerando ese paso como un fracaso laboral.
La carrera profesional no tiene por qué desarrollarse hoy dentro de una misma compañía. En un escenario laboral en el que tiene cada vez más peso el trabajo independiente, las nuevas relaciones entre empleado y empleador, o el trabajo por proyectos (los profesionales van y vienen), cada vez más organizaciones evolucionan y deciden recuperar a quienes se han ido justificadamente y de buenas maneras. Con ello gana la compañía, pero también el empleado.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión