Si vives en un país desarrollado o en rápido desarrollo, tú y tus hijos envejecerán en un mundo en el que la mayoría de las personas no trabajará porque un robot les quitará su empleo, así lo asegura el profesor estadounidense Don Howard en un artículo publicado en CNN.
En cada nuevo reporte se muestra que el reemplazo de la mano de obra humana con máquinas se está acelerando y que la generación de empleos a través de las nuevas tecnologías no avanza al mismo ritmo que la pérdida de empleos.
En marzo, en un estudio sofisticado de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas de Estados Unidos, se mostró que los robots industriales reemplazan por sí solos a los empleados humanos a un ritmo asombroso y que deprimen los salarios aún más.
En un estudio que el Banco Mundial llevó a cabo en 2016 se determinó que el 57% de los empleos en países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico era vulnerable al reemplazo en los próximos 20 años. Muchos expertos creen que este problema es más grave que la migración de empleos al exterior.
¿Qué tan grave es el problema? Pensemos en un ejemplo: en Estados Unidos, 3.5 millones de camioneros podrían perder su empleo a lo largo de la próxima década si los camiones sin conductor salen a las calles.
Sería un error pensar que el problema afecta principalmente al sector manufacturero o a los empleos poco especializados como conducir camiones, aunque son los sectores económicos en los que el impacto de la robótica y la inteligencia artificial es más notorio.
También es errónea la idea de que capacitar a los empleados desplazados para empleos de alta tecnología es la solución al problema porque los empleos en alta tecnología están desapareciendo: especialmente con los avances en inteligencia artificial, los robots se están encargando de cada vez más labores intelectuales que solían estar a cargo de profesionales altamente especializados.
Los abogados están perdiendo terreno ante los robots que redactan contratos, testamentos y escrituras de rutina. Los arquitectos e ingenieros ya no tienen que hacer los bocetos, porque de eso ahora se encargan los programas de diseño asistido por computadora. La inteligencia artificial hace resúmenes y extractos de los reportes corporativos y desplaza a los capturistas de las empresas. Los diagnósticos médicos están ahora en manos de Watson, creación de IBM.
Tal vez pienses que los humanos tienen que programar los robots y desarrollar el código de la inteligencia artificial. Tal vez te sumes al coro de personas que piden que todos los niños aprendan a programar. Pero eso no le garantizará a tu hijo que tendrá empleo porque las computadoras mismas se encargan cada vez más de hacer la programación.
¿Por qué ocurre esto? En parte es una cuestión económica. Los robots son caros pero se pagan pronto. Trabajan las 24 horas sin quejarse, no necesitan seguro de gastos médicos ni forman sindicatos. Sin embargo, lo que realmente cambiará las cosas es el desarrollo de robots y de inteligencia artificial (IA) que aprenden mientras trabajan.
Como las máquinas están aprendiendo, no tenemos que programar de antemano todos los movimientos y las decisiones que los robots tendrán que tomar. Así como un humano puede aprender a hacer diagnósticos médicos, plomería o vigilancia, los robots también pueden aprender, solo que lo harán 100 veces más rápido, nunca llegan tarde a clase y no necesitan tomarse el fin de semana.
¿Cuáles son las consecuencias? Primero está el desafío económico. La mano de obra pagada es la principal vía de distribución de la riqueza en las economías modernas. Ya estamos notando los primeros signos de la nueva presión social y económica.
El 1% más rico se vuelve más rico mientras que los salarios y los ingresos del 99% restante se estancan o declinan. Eso se debe en parte a la avaricia, pero es más bien consecuencia de que conforme las máquinas reemplacen a la mano de obra humana, serán menos las personas que reciban un salario.
En segundo lugar está el desafío psicológico. Tendemos a definirnos a través de nuestro trabajo. Si alguien te pide que le cuentes sobre ti, probablemente lo primero que harás es describir tu trabajo: "Soy maestro (o ingeniero o enfermera)". Pero ¿qué pasa si no tienes trabajo? ¿Quién eres entonces?
¿Qué se puede hacer? Hay una solución posible al desafío económico: crear un ingreso básico universal. Nuestra economía sigue generando una riqueza enorme. La cuestión es cómo hacer llegar esa riqueza a la gente que la necesita.
La respuesta sería brindar a todos los estadounidenses un ingreso suficiente para comprar lo básico: comida, ropa, refugio y placeres modestos tales como recreación y uno que otro viaje. Hay que afinar los detalles, tales como la forma de definir el nivel salarial básico para que cubra las necesidades de todos sin que nadie se transforme en un vividor perezoso.
Pero el concepto es simple y su implementación podría ser sorprendentemente fácil, tal vez basándolo en el sistema de Seguridad Social. Lo mejor es que el costo es razonable. Si dividimos el ingreso personal total actual en Estados Unidos, que es de alrededor de 13 billones de dólares (unos 247 trillones de pesos), entre la población actual, que es de unos 320 millones de personas, tenemos un salario básico universal de alrededor de 40,000 dólares por persona (unos 760,000 pesos). Nada mal.
El problema más complicado es el psicológico y los problemas sociales y culturales que conlleva. ¿Qué pasará con la naturaleza humana en un mundo sin trabajo? ¿Todos nos volveremos unos flojos? ¿O acaso al vernos libres de la necesidad de trabajar encontraremos al Miguel Ángel que llevamos dentro? Es probable que lo descubramos antes de lo que pensamos.
Actualidad Laboral / Con información de CNN