Los equipos de trabajo son integrados por profesionales que poseen distintos conocimientos, capacidades, habilidades, información y, en general, distintas competencias que, entre sí, son capaces de alcanzar las metas propuestas. Esta combinación de talentos complementa las habilidades de otros.
En estos grupos es muy fácil distinguir los distintos perfiles profesionales, obteniendo cada uno un rol que lo identifica del resto. La visión que tiene la empresa de cada uno de ellos, de sus fortalezas y debilidades, los hace más o menos propensos a ser merecedores de posibles ascensos.
El portal de empleo Trabajando.com da a conocer algunos de los perfiles más comunes, desde el eficiente hasta el perezoso, empezando por los más valorados:
El eficiente: no importa el día ni la hora, le llevará todo un día o 5 minutos. Este colaborador logra hacer todo lo que le propongan a tiempo y de manera óptima. Nadie sabe cómo lo hace, pero su trabajo es extraordinario. La clave de su eficiencia suele ser su capacidad de concentración.
El workaholic: este trabajador tiene sincronizado su correo laboral con el celular, lo puedes llamar a cualquier hora, cualquier día y siempre estará disponible. No es raro que en tu bandeja de entrada encuentres un correo que ha enviado en los días de descanso. Después de las jornadas laborales, incluso los fines de semana, envía Whatsapp sobre asuntos laborales.
El sociable: es el trabajador que a todos le cae bien. Conoce a colaboradores de toda la empresa y siempre lo invitan a todas las celebraciones y Happy Hours.
El desordenado: suele ser un trabajador eficiente y productivo, pero su falta de organización y planificación lo terminan agobiando. Es usual que se le olviden reuniones o agende dos a la misma hora.
El fantasma: cada vez que uno lo necesita, él no se encuentra en su puesto de trabajo. Siempre está en alguna reunión o solucionando algún problema.
El líder: sabe cómo unir al equipo. Es aquel que lidera y motiva al grupo. Se muestra optimista y posee una gran capacidad de persuasión.
El que simula ser eficiente: por lo general tiene dos monitores y 15 ventanas abiertas, y parece que no le bastan. Cuando le dan una nueva tarea, puede demorarse hasta 5 veces más de lo previsto, sin embargo siempre tiene excusas.
El resentido: no importa lo que haga la empresa, nunca valorará nada. Nunca emite buenos comentarios de la compañía y cree que cualquier otra empresa es mucho mejor que ésta. Es común verlo molesto y hacer las cosas de mala gana. Generalmente, habla mal de la empresa incitando al resto a quejarse también y aumentar el descontento.
El escolar: se le llama así ya que este tipo de trabajador necesita que estén encima de él supervisándolo y dándole nuevas tareas, de lo contrario no es capaz de actuar. Es necesario estar llamándole la atención para que termine sus responsabilidades.
El historiador: siempre tiene excusas para todo, sobre todo para las impuntualidades. Acostumbra a inventar historias para justificar su falta de responsabilidad ante el cumplimiento de sus compromisos.
“Las organizaciones saben que no todos los colaboradores pueden ser iguales, y pretender eso es casi imposible. Lo importante es que todos entre sí puedan desarrollar su trabajo de la mejor forma posible, dentro de un buen ambiente laboral”, señala Margarita Chico, directora general de Trabajando.com México. “Los diferentes perfiles se complementan y lo transcendental está en que aprendan a trabajar de manera sinérgica”, agrega Chico.
Actualidad Laboral / Con información de Equipos & Talento