El sistema de pensiones de varios países se encuentra en crisis, sin embargo, las alternativas propuestas por los gobiernos de Francia, Italia, Rusia y Nicaragua para solventarlo, han desencadenado grandes protestas que reflejan la fragilidad del tema.
En Managua, Roma y Moscú, las reformas del sistema de pensiones levantan protestas. Mientras, en Francia la reforma de las pensiones de jubilación prometida por el presidente Emmanuel Macron para 2019 agita a los franceses; la situación en Nicaragua, Italia y Rusia muestra que este tema es potencialmente peligroso, para cualquier gobierno.
Estas son las situaciones actuales de los últimos países que anunciaron una reforma pensional:
Rusia: la sorpresa
El 14 de junio, cuando el presidente ruso Vladimir Putin asistía al partido de inauguración de la Copa del Mundo, su primer ministro, Dmitri Medevdev, anunció una reforma de las pensiones. Nadie lo vio venir. Este proyecto prevé aumentar la edad de jubilación (intacta desde 1932 y una de las más bajas del mundo) de 55 a 63 años para las mujeres, y de 60 a 65 años para los hombres. La esperanza de vida es, actualmente, inferior a 70 años para las primeras y de 67 años para los segundos.
El presidente ruso, reelecto en marzo para un cuarto mandato, había prometido en 2005 que jamás tocaría este avance social heredado de la época soviética. Y, frente a la decisión, 2,5 millones de rusos exigieron en una petición que se abandone la reforma.
El proyecto de ley fue adoptado la semana pasada en primera lectura en el Parlamento, únicamente con los votos del partido presidencial Rusia unida. Mientras que, el número de jubilados no deja de aumentar desde hace una década, alcanzando actualmente el 25% de la población. Además, el país carece de mano de obra debido a una crisis demográfica en los años 1990.
Nicaragua: protestas mortales
Este país centroamericano, es escenario de una ola de protestas contra el gobierno de Daniel Ortega que ha dejado, en poco más de tres meses, cerca de 300 muertos. La crisis del gobierno la encendió una reforma del sistema de pensiones, en la que se planteaba un aumento de las cuotas obreras y patronales, y se establecía una disminución del 5% de las pensiones para equilibrar las finanzas del sistema de jubilaciones, como recomendó el FMI.
El proyecto, que fue anunciado el pasado 18 de abril, llenó las calles de manifestantes, y las protestas derivaron en un espiral de violencia. Cuatro días después de haberla anunciado, y con un saldo de 25 muertos, el gobierno revocó la medida y accedió abrir un diálogo para discutir un nuevo proyecto. Pero, las manifestaciones no pararon, la represión por parte del gobierno aumentó y la situación se convirtió en un clamor general, para exigir la renuncia de Ortega.
Italia: caballo de batalla
La victoria de los partidos populistas en las elecciones legislativas de marzo, no dependió solo del rechazo a la inmigración. El otro caballo de batalla del Movimiento 5 estrellas y de la Liga, era la abrogación de la reforma de las pensiones de jubilación de 2011.
Bajo la presión de los mercados financieros, el gobierno de Mario Monti había adoptado entonces un plan de austeridad, que incluía un aumento de la edad de jubilación de las mujeres, de 60 a 66 años, para alinearse con la de los hombres. La reforma alargó también el período de cotización de un año, para recibir una pensión completa y, extendió a todos los empleados su cálculo sobre el momento de la jubilación a toda la carrera y no solo a los últimos años.
La improbable coalición, constituida en mayo, prevé bajar la edad de jubilación con un sistema original: una persona podrá jubilarse si la suma de su edad y sus años de cotizaciones alcanza 100. Según el director de la seguridad social italiana, el costo de esta medida será de entre 18.000 y 20.000 millones de euros. Lo irónico de este caso es que, según este último, se necesitará a inmigrantes para financiar esta reforma.
Actualidad Laboral / Con información de El Espectador