El motor que empuja el crecimiento de las remesas en el Triángulo Norte de Centroamérica es la llegada de un poco más de medio millón de migrantes centroamericanos a Estados Unidos en lo que va de 2022, es la estimación de un estudio elaborado por Dialogo Interamericano.
El reporte señala que, dado que la entrada irregular de migrantes será mayor que el patrón de aprehensiones, se prevé que las remesas en forma de transferencias de persona a persona aumenten a más de 5 millones para fines de año.
Según el experto en remesas y desarrollo de Diálogo Interamericano, Manuel Orozco, en cada país centroamericano la frecuencia de envíos de dinero por sus familiares varía de uno a otro país, así como los montos en las transferencias, lo que estaría asociado al costo de vida en cada nación.
Así, los guatemaltecos son el grupo que más dinero envía de forma individual al rozar los US$500 mensuales en transferencias, le siguen los salvadoreños con un promedio de US$370 y los hondureños están enviando un promedio de US$330.
Pero esos valores también han ido en incremento, lo que sugiere que los inmigrantes ajustan los desembolsos al aumento en el costo de vida en sus países de origen.
Los salvadoreños, por ejemplo, pasaron de enviar US$320 en promedio en 2019 a los US$370 de la actualidad, así también los hondureños que en 2019 transferían mensualmente a sus familiares unos US$280 dólares y este año están desembolsando US$330.
A raíz de la pandemia de covid-19, las remesas se han convertido en una fuente de ingresos mucho más importante para muchas personas en América Latina y el Caribe. Se proyecta que la tasa de crecimiento alcance el 14 % en 2022 a casi US$150.000 millones, equivalente al 5 % del producto interno bruto en los países de América Latina y el Caribe.
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