Finlandia ha puesto en marcha esta semana un experimento. Una prueba muy necesaria para unos y muy temeraria para otros. Por sorteo, ha seleccionado a 2.000 ciudadanos que en noviembre se encontraban sin empleo y les ha concedido una Renta Básica de 560 euros mensuales sin condiciones. La mantendrán durante dos años, sea cual sea su poder económico y encuentren o no trabajo en este tiempo. No la tienen que declarar, no la van a perder si les toca la lotería... Sus detractores ven la iniciativa proteccionista y económicamente ruinosa a la larga; sus defensores, como un paso importante para proteger a los ciudadanos ante la precarización del empleo. Pero, ¿qué persigue exactamente Finlandia con esta medida?
El objetivo es analizar si el hecho de tener una renta garantizada desincentiva o no la búsqueda de empleo. Pero no es el único objetivo. Según los analistas, este tipo de experimentos pretenden dar paso al debate sobre el modelo de financiación del Estado del Bienestar. Es decir, persiguen conocer si los ciudadanos estarían dispuestos a renunciar a ciertas prestaciones sociales a cambio de tener garantizado un ingreso mensual. O si están dispuestos a pagar más impuestos -la presión fiscal en Finlandia ya es una de las más altas de Europa- a cambio de la mencionada Renta Básica.
En Finlandia están dando una Renta Básica de 560 euros a estos 2.000 ciudadanos, sea cual sea su extracto social, a cambio de nada. Pero hay que tener en cuenta que los salarios medios en este país europeo de apenas 5,4 millones de habitantes, son también muy elevados. El salario medio en 2015, en 12 pagas, era de 3.600 euros.Y es que, según advierten los expertos, la implantación de una Renta Básica sólo puede ser asumida por un país si la acompaña de una fuerte subida de impuestos y de un recorte de otros gastos. Y no todos los ciudadanos parecen estar dispuestos.
Suiza dijo 'no'
En Suiza se vivió el pasado mes de junio un hecho sin precedentes. El Gobierno preguntó a sus ciudadanos en referéndum si estarían dispuestos a percibir una renta básica de 2.250 euros al mes tanto si trabajaban como si no, y unos 600 euros a cada menor de edad. La medida tendría un coste aproximado de un tercio del PIB del país. El resultado, por contundente, sorprendió al mundo: el 77% de los votantes la rechazó.
Pero el que ahora ha puesto en marcha Finlandia no es el único experimento que se está llevando a cabo sobre la Renta Básica. Desde el pasado mes de septiembre, una iniciativa privada está desarrollando un experimento aún mayor, en cuanto a alcance, en Kenia. Una organización llamada Givedirectly ha recaudado donaciones para analizar el impacto de esta renta en la población.
Para ello se ha seleccionado a 26.000 beneficiarios de entre varias localidades rurales y se les ha dividido en tres segmentos. El primero grupo percibirá 0,75 dólares al día durante 12 años, en pagos mensuales; el segundo percibirá la misma cantidad mensual que el primero pero durante sólo dos años; y el tercer segmento percibirá el pago de golpe. Analizar el comportamiento social de cada uno de los grupos dará pistas, según Givedirectly, sobre cómo se comportará la población cuando tiene pagos garantizados a largo plazo (el primer grupo); a medio y a corto.
El proyecto lo lidera Alan Krueger, que presidió el consejo de asesores económicos de Barack Obama en la Casa Blanca y, según anunció en septiembre, había recaudado ya a tal fin 21 millones de dólares.
El proyecto en Kenia, ahora el de Finlandia, u otros llevados a cabo en Utrech (Holanda) o en Ontario (Canadá), tienen un precedente histórico. Hace ya más de 40 años, el Gobierno cadaniense puso a prueba el comportamiento de los vecinos de Dauphin, una pequeña localidad agrícola de Manitoba.
El experimento, pionero a nivel mundial, supuso conceder a toda la población, no sólo a los más desfavorecidos, una asignación mensual. Cada uno cobraba una cantidad, inversamente proporcional a su nivel de ingresos o a sus cargas familiares.
La socióloga de la universidad de Manitoba Evelyn L. Forget recuperó y publicó en 2011 las conclusiones de este estudio en su libro El pueblo sin pobreza. Según sostenía, el empleo no se resintió por el hecho de que la población tuviera una paga garantizada. Sólo se registró un bajón entre los adolescentes y entre las madres con hijos pequeños. La sociedad de Dauphin experimentó, según Forget, un efecto psicológico positivo con la medida y era «más feliz», asegura. El experimento se inició en 1974 y se canceló en 1979.
Actualidad Laboral / Con información de El Mundo España