Un compañero del sector financiero anunció hace poco en Facebook que se había retirado al campo para disfrutar de su tiempo libre pescando y saliendo de paseo alejado de Wall Street. Que no quepa duda de que le deseo lo mejor, pero conviene vigilar el historial médico de las personas que, de repente, deciden abandonar sus ajetreadas agendas laborales y su estimulante vida intelectual.
No es una cuestión baladí: a medida que la generación de los Boomer va cumpliendo años, el número de personas en edad de jubilarse en mercados como el estadounidense aumenta. De hecho, las cifras hablan por sí solas: de los 36 millones registrados en 2003 se pasará a los 72 millones de 2030. Los gobiernos de todo el mundo debaten si -y hasta qué punto- aumentar la edad de jubilación por el efecto que el pago de las pensiones tendrá sobre las cuentas públicas.
Saludable
Los estudios sobre salud pública en la edad de jubilación son muy diversos. Un estudio de 2012 que llamó mucho la atención se elaboró en la Harvard School of Public Health. La investigación examinó a 5.422 personas en Estados unidos, y llegó a la conclusión de que ha habido un aumento del 40% de patologías cardiacas entre la población que se ha jubilado y en el porcentaje de personas que siguen trabajando. Quizá lo más sorprendente es que, según el informe, los accidentes cardiovasculares se concentran en el primer año de la jubilación.
La responsable del estudio, Robin Moon, es una socióloga que ahora trabaja en la sanidad pública del barrio neoyorquino del Bronx y que asegura que su análisis estadístico refleja probablemente una "causalidad inversa". En otras palabras, que es probable que en el informe participaran personas que se han visto obligadas a jubilarse porque ya padecían algún tipo de dolencia cardiovascular.
Este análisis refleja que los que trabajaban solamente a tiempo parcial tenían un riesgo muy inferior de sufrir un ataque cardiaco. Por tanto, Moon se pregunta si los efectos nocivos están relacionados con el estilo de jubilación de la gente en Estados Unidos, que supone "un cambio radical de vida a nivel físico, social y económico".
Las investigaciones llevadas a cabo en Europa tienen resultados distintos a los de Harvard. Según un informe sobre sistemas de pensiones elaborado durante varios años en Alemania, la jubilación tiene un efecto positivo en la salud, al aumentar el bienestar físico y mental, reduciéndose incluso el número de visitas al médico.
En la misma línea, un estudio realizado en Francia entre 11.246 hombres y 2.858 mujeres, revela que la jubilación está asociada a una "importante reducción de la fatiga física y mental y de los síntomas depresivos".
Sin duda, la mala salud no llega de la noche a la mañana, incluso a pesar de que un fallo cardiaco o un derrame cerebral se consideran algo repentino. Se ha escrito mucho sobre la diferencia entre la dieta francesa y la estadounidense, que suele contener mucha más azúcar y menos fruta y verduras frescas. Otro dato interesante que aporta Moon es que, según un estudio pendiente de publicación, los jubilados que mantienen un contacto frecuente con vecinos y amigos suelen disfrutar de una mejor salud.
Si uno puede establecer vínculos sociales y hacer que la jubilación sea una transición paulatina del trabajo a tiempo completo a no trabajar, nuestra salud cardiovascular lo agradecerá. "La jubilación no es un factor tóxico; lo son los factores asociados a ella", concluye Moon.
El valor de los que no se van
Entre Generación X, Millennials, Boomers y demás, destaca también la generación U, que es como se denomina a los que no se retiran. Son los Unretired, los que no se jubilan, un grupo que crece en las empresas. No se van porque no pueden, o porque no quieren. Aquellos que antes dejaban su actividad a los 65, prolongan ahora su carrera y plantean nuevos retos a las compañías, complicando un poco más las nuevas relaciones entre empleados y empleadores. El estudio Tendencias Laborales 2015 de Sodexo recuerda que en mercados como el estadounidense el número de mayores de 60 años se incrementará en un 70% para 2025. El desafío para los próximos años será responder a las necesidades de una población envejecida, y reorganizar el enfoque de la carrera profesional y la vida familiar para adaptarse a este cambio sociolaboral.
- En varios países occidentales se ha anticipado una escasez de talento coincidiendo con la llegada de los baby boomer a la edad de la jubilación. La crisis económica no ha hecho más que posponer esa escasez, pero a medida que se supera la recesión se prevén problemas para sustituir en las empresas el ingente colectivo de profesionales que se jubilará en los próximos años. El retraso de la jubilación se ve como una solución al reemplazo de los baby boomer.
- El incremento de las personas de mayor edad en el mercado laboral obliga a las compañías a implantar nuevas políticas de recursos humanos. Las firmas han de concienciarse sobre la importancia de este talento experto, con un cambio de modelo desde el culto a lo joven, hacia la consideración de las personas de más edad y su vinculación con el mercado laboral. El aumento de la esperanza de vida hace que el concepto de la edad laboral sea cada vez más flexible, y esto implica una nueva realidad.
- La convivencia intergeneracional en las organizaciones obliga a concebir nuevos modelos de empresa y a rediseñar los itinerarios profesionales. Las políticas de reclutamiento tendrán que ajustarse a los criterios del mercado, teniendo en cuenta la protección del trabajador, en las que la experiencia sea un valor añadido.
- Las diferentes situaciones vitales que implica el envejecimiento de la población requerirán esquemas muy diferentes de relación laboral, y las organizaciones tendrán que aprovechar todas las oportunidades que ofrece el marco legal: trabajo parcial, teletrabajo, colaboración externa, contratos de relevo, jubilación parcial o demorada.
Actualidad Laboral / Con información de Expansión