La “reunionitis” es prácticamente la pandemia más letal por la que atraviesan las empresas. Se sabe que se llega a perder hasta un 40% del tiempo en encuentros poco productivos, de los que no se saca nada en limpio. En estos tiempos del trabajo remoto o híbrido, la sobreabundancia de reuniones sin fundamento, con la excusa del seguimiento de temas; ha sobrecargado la agenda de CEOs, alta gerencia, directivos y equipos.  Por si quedaran dudas, tener reuniones improductivas o innecesarias agota a los equipos. Así lo refleja un artículo del MIT Sloan Management Review, donde lo llaman el “Síndrome de recuperación de reuniones”, que es ni más ni menos que el tiempo que necesita la gente para recuperarse mental y emocionalmente, después de una mala reunión.


¿Entonces quién podrá salvarnos?


La respuesta está en aprender a utilizar la técnica de las micro-reuniones, donde en 10, 15 o 20 minutos como máximo, se han revisado, conversado y tomado las decisiones que antes llevaban 2, 3, 4 horas y hasta jornadas completas. Claro, que en temas estratégicos que requieran otro tipo de dinámicas, seguirán co-existiendo las convocatorias más extensas.


Cómo funcionan las micro-reuniones


Lo primero a considerar es si el tema amerita un encuentro, o puede ser resuelto de otra forma: por ejemplo, una llamada de audio, un e-mail o compartir un documento para recibir los comentarios de los demás. Se estima que aproximadamente el 15% al 20% de las reuniones, se podrían eliminar al implementar formas alternativas.


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Una micro-reunión es un encuentro del que participan exclusivamente las personas indispensables. Ni siquiera las que serían deseables que estén: sino estrictamente quienes deben acudir; y todas ellas van con el foco puesto en la alta efectividad. Es decir, no hay lugar para excusas, llegadas tarde, celulares encendidos o distracciones. Su duración acotada permite ir directamente al foco de la cuestión. No hay dispersión ni tiempo para irse por las ramas.


¿Por dónde empezar? La sugerencia es comenzar con reuniones de 15 minutos, que es un tiempo más que apropiado; para dar seguimiento a, por lo menos, los 4 o 5 temas prioritarios del día a razón de 3 minutos por tema, aproximadamente. Un saludo corto y al grano; nada de anécdotas café de por medio. Las situaciones especiales, problemas de alguien del equipo y desafíos personales, pueden ser abordados fuera de este espacio.


Se recomienda que haya una persona en el rol de time-keeper, quien utilizará un cronómetro para controlar el tiempo con exactitud; y alertará a quien expone, sobre cuánto tiempo le queda. La última alerta será 30 segundos antes. Parece algo muy exigente, ¡y sí lo es! Se trata de dejar de perder tiempo, que representa mucho dinero para las empresas y desgaste para las personas.


Organizando una micro-reunión


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Para ponerse en marcha es esencial una organización profesional de la micro-reunión. Hay que enviar la convocatoria al menos 48 horas antes, solo a las personas involucradas directamente en los temas a tratar. Y explicar claramente, que la reunión empezará y terminará a tiempo.


En la invitación será imprescindible indicar el temario a abordar y la dinámica que se seguirá; por ejemplo, el orden y cuánto tiempo tiene cada persona para exponer su parte. Todos los temas serán exclusivamente los prioritarios; no se incluirán aspectos superfluos o de menor impacto, que pueden ser delegados. La relevancia estará dada por la importancia, no por la urgencia.


Una vez finalizada, una de las personas presentes será la responsable de volcar lo decidido en un tablero de control, un programa interno o app de seguimiento o la clásica minuta que circulará como mucho, en las 12 horas siguientes a todo el resto. En ese seguimiento, sí se puede copiar a personas que no estuvieron presentes y que es imprescindible, que estén al tanto. Por favor, evita sobre-copiar por las dudas, ya que lo que hace es entorpecer el flujo de la comunicación post micro-reunión.


¿Cómo determinar la duración y frecuencia?


Este aspecto depende de la cultura que tiene la empresa, y de las temáticas a abordar. Lo que se busca con las micro-reuniones es hacer mucho más efectivos los encuentros. Por ejemplo, una reunión de briefing de 10 minutos será suficiente para marcar lineamientos, sobre prioridades y ejecución de acciones en el día. Incluso hay empresas que las hacen de pie. Y un encuentro de 15 minutos alcanzará para revisar una propuesta de un proveedor y tomar una decisión; si previamente se la ha analizado y trabajado muy bien, en las áreas que corresponda. Es decir, que para que las micro-reuniones funcionen hace falta que cada persona haga los deberes que le corresponden en tiempo y forma, sin dilaciones.


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Otro aspecto para considerar es la frecuencia: en el formato actual de trabajo remoto, las empresas están planteándose la necesidad de evitar tener tantas videollamadas como antes; ya que agota a las personas, cuyo umbral de atención ha bajado notablemente. Se sabe que frente a las pantallas hoy, tienen flujos de atención que varían cada 2 o 3 minutos, lo que es un desafío para quien lidera el encuentro: hay que mantener a todos atentos y en la dinámica propuesta.


En las micro-reuniones esto es más sencillo de lograr, porque aumenta la predisposición y colaboración para ajustarse al tiempo pautado. ¿Y cuántas micro conviene hacer? Las estrictamente necesarias, sin exagerar. Recuerda: hay temas que no requieren reunirse.


Como vemos, el asunto no es solamente la duración de las reuniones, sino que se las aproveche, organice y que sean totalmente productivas. Para lograrlo, se necesita delinear políticas claras en las empresas, entrenamiento en productividad y gestión del tiempo; y optimización de recursos, siendo justamente el tiempo uno de los bienes no renovables más escasos. Y por eso, es tan preciado. Entonces, ¿por qué desperdiciarlo si hay formas alternativas de hacer reuniones efectivas?







Actualidad Laboral / Con información de Entrepreneur - Daniel Colombo