La combinación del envejecimiento de la población, la adopción de nuevas tecnologías de automatización y el aumento de la desigualdad son olas que podrían colisionar y desencadenar una tormenta perfecta que supondría la mayor perturbación económica que ha experimentado el mundo en los últimos 60 años. Por lo menos, así lo prevé el nuevo informe de Bain & Company Labor 2030: The Collision of Demographics, Automation and Inequality , el cual señala que el impacto de estas fuerzas a principios de los 2020 podría desencadenar una gran transformación que se desarrollará durante varias décadas. Ante este panorama, caben dos opciones: prepararse para sobrevivir en él o intentar cambiarlo.
La abundancia de trabajo que ha impulsado el crecimiento económico desde la década de 1970 -impulsada por la incorporación de las mujeres al mercado laboral, la apertura de China e India y la generación de los baby boomers– se está reduciendo. La mayoría de la población activa mundial está envejeciendo rápidamente, lo que está desacelerando el crecimiento de la fuerza de trabajo. La desaceleración en el crecimiento de la fuerza de trabajo en los países de la OCDE, por ejemplo, podría resultar en un déficit del PIB de 5,4 billones de dólares para 2030.
A medida que el tamaño total de la fuerza de trabajo se estanca o disminuye en muchos mercados, el impulso del crecimiento económico debería disminuir. Si lo hace, los gobiernos se enfrentarán a grandes desafíos, incluidos los crecientes costes de la atención médica, las pensiones de jubilación y los altos niveles de deuda. Por buscar algo positivo, los bajos salarios de los trabajadores de mediana o baja cualificación en las economías avanzadas deberían beneficiarse de una mayor demanda y menor oferta.
Robotización y desigualdad
Ante la creciente escasez de mano de obra, es probable que las empresas y los inversores recurran cada vez más a las tecnologías de automatización, lo que a su vez aumentaría la productividad laboral en un promedio del 30 por ciento, en comparación con 2015, con un impacto creciente a lo largo del tiempo.
Pero para crecer, las economías necesitan que la demanda coincida con el aumento de la producción. El análisis de Bain muestra que es probable que la automatización impulse el potencial de producción muy por encima del potencial de demanda. En el escenario base, la rápida difusión de la automatización puede eliminar entre un 20 y un 25 por ciento de los empleos actuales -lo que equivale a 40 millones de trabajadores desplazados- y afectar al crecimiento salarial de muchos más trabajadores.
Es probable que los beneficios de la automatización correspondan solo a aproximadamente el 20 por ciento de los trabajadores, principalmente trabajadores altamente cualificados y remunerados, así como también a los propietarios de capital. La creciente escasez de trabajadores altamente cualificados puede aumentar sus ingresos aún más en relación con los trabajadores menos preparados. Como resultado, la automatización tiene el potencial de aumentar significativamente la desigualdad de ingresos y, por extensión, la desigualdad de la riqueza.
Robots y la singularidad tecnológica
José Manuel Velasco, Presidente electo de la Global Alliance for Public Relations and Communication Management, incluso considera que “el trabajo, tal y como lo entendemos ahora, puede desaparecer en apenas unos decenios. La singularidad tecnológica jubilará al verbo trabajar”. Se entiende por “singularidad” el momento en que la inteligencia artificial supere en capacidades al cerebro humano. Aunque el término fue acuñado por un escritor de ciencia ficción (también matemático e informático), Vernor Vinge, el concepto ha sido ya adoptado por los miembros de la comunidad científica de la inteligencia artificial. Tanto es así que Google y la NASA crearon en 2009 la Universidad de la Singularidad.
Amenaza al crecimiento
La desigualdad tiene muchas causas posibles. Por un lado, en las poblaciones que envejecen generalmente aumenta la desigualdad de la riqueza porque los hogares más antiguos tienden a tener niveles más altos de riqueza acumulada en comparación con un hogar más joven en un nivel socioeconómico similar.
El impacto de la automatización en los ingresos varía. El escenario base del informe de Bain & Company, en el que la automatización desplaza del 20 al 25 por ciento de los trabajadores en EE. UU., afectará de forma más acusada al segmento más bajo. El análisis de Bain & Company muestra que es probable que los trabajadores que actualmente ganan entre 30.000 y 60.000 dólares anuales experimenten la mayor disrupción de la automatización: hasta un 30 por ciento podría ser desplazado. Se espera que la automatización tenga un impacto más reducido en aquellos con ingresos entre 60.000 y 120.000 dólares al año y el menor impacto negativo se registrará en aquellos que ganan más de 120.000 dólares.
Este estudio confirma las palabras de Adrian Wooldridge, editor y redactor de la columna ‘Schumpeter’ en The Economist, “uno de los procesos más deprimentes de los últimos años es que la megatecnología ha reforzado la megadesigualdad: la mayoría de los beneficios del progreso económico han repercutido únicamente en el 1% que puede utilizar las nuevas tecnologías para ser más productivo y luego vender los frutos de sus esfuerzos a un mercado global”.
El propio Stephen Hawking alertó en un artículo sobre la gran desigualdad económica que está produciendo el progreso tecnológico. La automatización de las fábricas ya redujo los puestos de trabajo en la manufactura tradicional y ”la inteligencia artificial va a seguir con la destrucción del empleo en la clase media. Solo quedarán algunos cargos para los más creativos o para supervisar”. Además, siempre según Hawking, internet ha permitido que unos pocos hagan mucho dinero empleando a poca gente. Esto es inevitable, pero también es ”socialmente destructivo”.
Actualidad Laboral / Con información de Nobbot