Aun cuando los hogares millennial son más proclives a adoptar puntos de vista igualitarios sobre el género y desean compartir las tareas domésticas y los ingresos de forma equitativa, una investigación revela que esas promesas a menudo colapsan bajo el peso de los atávicos estereotipos de género.
En un día promedio, el 19% de los hombres reportó realizar tareas domésticas como la lavandería, la limpieza y otras tareas, en comparación con el 49% de las mujeres. Ellas también dedican más tiempo cada día haciendo estas labores, de acuerdo con la Oficina Estadounidense de Estadísticas Laborales.
"Creo que las intenciones declaradas y la realidad no coinciden. Los hombres aún tienen el gran privilegio de poder recurrir a ideas de género, porque si no, tienen que involucrarse mucho en las tareas domésticas y posiblemente renunciar a posibles ventajas profesionales. Cuando llega la hora de hacer eso, muchos hombres no están dispuestos a caminar en esa dirección", dice Jill Yavorsky, profesora de sociología en la Universidad de Carolina del Norte en Charlotte.
No trabajan menos en casa
En 2017, el 78% de las mujeres jóvenes adultas trabajó al menos 50 semanas al año, de acuerdo con el Pew Research Center. En el año 2000 ese porcentaje era del 72%.
También se les paga más, por lo que contribuyen más al ingreso familiar. Las mujeres trabajadoras de tiempo completo de entre 22 y 37 años percibieron en 2017 ingresos medios de US$39 mil, frente a los US$37 mil 100 del año 2000. Ese ingreso extra ayudó a que el hogar millennial ganara más que ninguna otra generación previa de estadounidenses, según Richard Fry, investigador del Pew Research Center.
No obstante, aunque las mujeres contribuyen más al ingreso familiar siguen haciendo la mayoría del trabajo doméstico no remunerado. Algunos investigadores han señalado esto como un "estancamiento" en la revolución de género, dice Melissa Milkie, profesora de sociología en la Universidad de Toronto.
"Cuando hablamos de cosas como la brecha salarial, a menudo no se relaciona con lo que está sucediendo en el hogar, y creo que tiene que tomarse en cuenta, porque ese trabajo no remunerado es realmente una parte central del equilibrio entre la vida laboral y familiar. En el caso de las mujeres, el costo lo paga su carrera o su salario cuando asumen más obligaciones en el hogar", advierte Milkie.
Los hombres jóvenes también están trabajando un poco más, pero ellos pasan más tiempo que las mujeres haciendo ejercicio, jugando y disfrutando de otras actividades de ocio, según el Departamento de Trabajo de Estados Unidos.
La división de géneros
Las guarderías asequibles y la licencia familiar con goce de sueldo facilitarían a las parejas cumplir sus promesas de equidad, señala Yavorsky. Lamentablemente los hogares estadounidenses no pueden confiar en las políticas públicas que podrían facilitar ese cambio.
"Tienen una configuración ideal del mundo: en una situación ideal seríamos igualitarios. Pero luego tienen un hijo y se dan cuenta de que existen todos estos obstáculos institucionales que dificultan alcanzar la igualdad", apunta la docente.
Durante mucho tiempo las parejas dividieron el trabajo en casa según quién ganaba más dinero. Dado que los hombres solían ser los que más ganaban, se libraban de ayudar en la casa. Pero a medida que más mujeres contribuyen más al ingreso familiar, esa dinámica podría cambiar.
"En la década de 1990, las mujeres protagonizaron la mayoría de los cambios: ingresaron a la fuerza laboral, incursionaron en diferentes profesiones, hicieron menos tareas domésticas, se cerró la brecha del quehacer doméstico, las mujeres fueron el motor del cambio… y luego nos quedamos estancados. Así que hay una razón para creer que el progreso futuro necesitará un cambio por parte de los hombres: que asuman más responsabilidades en el hogar e ingresen en diferentes profesiones", comenta Joanna Pepin, becaria postdoctoral en la Universidad de Texas en Austin.
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